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Por Publicado el: 01/02/2023Categorías: En vivo

Crítica: Konstantin Krimmel en el Ciclo de Lied

Mesura, elegancia y musicalidad

Lieder de Schumann y Wolf. Konstantin Krimmel, barítono. Ammiel Bushakevitz, piano. XXIX Ciclo de Lied. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 30 de enero de 2023.

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Konstantin Krimmel y Ammiel Bushakevitz (c) Rafa Martín

Visitaba por primera vez este joven barítono alemán (1993) el Ciclo de Lied. Habíamos tenido ocasión ya de verlo y escucharlo en la Schubertiada de Vilabertrán, en la Fundación March y en el Auditorio Nacional; en músicas muy diversas: cámara, oratorio, lied. Mantiene sus constantes y manifiesta cada vez mayores avances. Su voz lírica bien coloreada va ensanchando y ganando robustez al tiempo que la técnica y la expresión se van perfeccionando. El timbre, como se dice, lírico, posee extraños fulgores en los forte y suavidades exquisitas en los piani.

Esas bazas las sabe jugar muy bien en busca de una línea de canto variada, elegante, a menudo introvertida y bien dosificada, a veces quizá demasiado contemplativa, lo que quita vivacidad a la expresión. El comienzo, con cinco lieder “op. 40” de Schumann nos empezó a dar pautas: emisión aérea, sonido ligero, medias voces y falsetes entreverados y unidos. Excelente dosificación dinámica. Y, cuando es necesario, buen apoyo en graves; en las últimas líneas de “Muttertraum”, por ejemplo. “Der Soldat” tuvo el aire marchoso necesario y el toque dramático exigido en su final: “Ich aber, Ich traf ihn mitten das Herz” (“Yo, en cambio, le di en pleno corazón”, traducción de Isabel García Adánez).

Expresivos y minuciosos contrastes advertimos en “Der Spielmann”, cerrado de manera suave y dolorida. Ligero, danzable, casi volátil, “Verratene Liebe”. La primera parte concluía con “Abendbilder” (“Paisajes nocturnos”), obra de juventud de Wolf que dio lugar a que el cantante exhibiera su facilidad reguladora y que ofreciera una gama de diferentes colores. Languideces nada cursis apreciamos en “Die Nacht”, con un final acariciador (“Bleibt das linde Wellenschlagen”). Plena voz, cambiantes atmósferas, tensiones varias y lirismos a flor de piel en momentos estratégicos de las tres “Canciones sobre poemas de Goethe; lirismos mesurados en “La tumba de Anacreonte” sobre poema del mismo autor.

La segunda parte estuvo ocupada por uno de los cuadernos magistrales de Schumann:Liederkreis op.39”. La amplitud de recursos, los claroscuros, la excelente dicción del sobrio Krimmel encajaron estupendamente con las ondulaciones, contrastes y expresión general del ciclo. El empleo de la voz blanda, descansada, aérea, bien apoyada no obstante, abrió muchos caminos. Uno de los lieder más conocidos, “Mondnacht” (“Noche de luna”), nos meció. Buena regulación, voz clara y soñadora. Laxitud en “Auf einer Burg” (“En un castillo”), agilidad en “In der Fremde” (“En tierra extraña”) y, por fin, ánimo, penetración jubilosa, canto exultante en “Frühlingsnacht” (“Noche primaveral”). El remate, en contra de lo esperable en un cierre de concierto, se hizo con “Tres cantos” del propio Schumann, lieder sosegados, de un optimismo muy recogido.

Ante el entusiasmo del respetable, hubo dos regalos, ambos de Schumann:La flor de loto”, suave y ondulante, y “Los dos granaderos”, exultante y guerrero; también dramático, que se cierra con una “Marselllesa” entonada a plena voz. Y a fe que lo fue la de Krimmel, de sonrisa siempre discreta, a veces solo apuntada. Desde el piano colaboró a satisfacción el vivaracho y menudo Ammiel Bushakevitz, nacido en Jerusalén y criado en Sudáfrica. Pianista meticuloso y certero, no especialmente caluroso, pero estupendamente encajado con el barítono. Arturo Reverter

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