Crítica: La Danserye y Capella Prolationum en el Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes del Centro Superior de Difusión y Promoción de la Música
Música en las galeras
“Gian Andrea Doria. Música en las galeras de Felipe II”. Obras de anónimos y de Clemens von Papa, Bartolomeo Spontone, Alessandro Striggio, Giovanni Ferretti, Pedro Guerrero y Orlando di Lasso. La Danserye, Capella Prolationum; Juan Carlos de Mulder, guitarra y laúd; José Manuel Gómez San Juan, actor. Auditorio Nacional, Sala de Cámara, 17 de diciembre de 2022.
Insólita sesión musical la organizada, con la guía del musicólogo Germán Labrador, actual Director del Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid, que rememoraba, sobre la base en una documentación no muy abundante, pero con una muy abierta fantasía, algunas de las músicas que se debieron de interpretar en ciertas naves de guerra que surcaban, en el último tercio del siglo XVI, el Mediterráneo.
Giovanni Andrea Doria –hijo adoptivo del almirante genovés Andrea Doria– fue uno de los almirantes que participaron en la Batalla de Lepanto y, al parecer, hombre de exquisitos gustos musicales, hasta el punto de contar en sus barcos con esclavos y forzados que sabían hacer música, algo sorprendente pero real. El mismo almirante, se nos recuerda en las notas al programa de este concierto firmadas por Labrador, vendió a cinco forzados de su galera capitana como “muy buenos chirimías, que saben tañer otros diversos instrumentos”. Don Juan de Austria los adquiere considerando “la necesidad real de un concierto de chirimías, como es costumbre haberle en las galeras capitanas en que han navegado los capitanes generales de la mar”.
No hay mucha más información al respecto, pero sí se sabe que, con la venta de los esclavos, iban también tres libros de música de Orlando de Lasso, Alessandro Striggio y Bartolomeo Spontone. Sobre ellos se ha edificado el concierto. Lo demás es imaginación, aplicada también a la selección de otros autores, tres anónimos incluidos, y a la formalización de las instrumentaciones, en los que los intérpretes se han aplicado a fondo consiguiendo hermosos efectos. Han sonado cornetas, trompetas, sacabuches, orlos, flautas, bajón y, por supuesto, chirimías. Además de guitarra y laúd; y, por supuesto, las voces de un cuarteto vocal compuesto, como era norma, por cantus, tenor, altus y bassus.
Todas las música se han integrado a lo largo de una narración expuesta por el buen actor que es José Manuel Gómez San Juan, en el papel de Gian Andrea Doria. Habló, sin amplificación, siempre con propiedad, buena entonación y naturalidad, aunque con volumen reducido y una vocalización no clara en todo momento. Pero la música, bien escogida e interpretada, nos fue llevando en volandas, aunque sin evitar una cierta sensación de monotonía. Pero tanto los instrumentistas de La Danserye (los cuatro hermanos Pérez Valera, que son también investigadores y constructores de instrumentos) como los cantores de Capella Prolationum (Verónica Plata, Andrés Miravete, André Pérez –este discutible contratenor- y Javier Bonito) son excelente artífices, artesanos y músicos.
En todo caso disfrutamos de muy airosas piezas, tanto a cargo de los ministriles como, a veces al tiempo, del cuarteto de voces. “Nasce la pena mia” de Striggio, un hermoso y conocido madrigal, y su derivado, firmado por Ferretti, “Nasce la gioia mia”, supusieron uno de los primeros puntos culminantes al lado de la parodia de la primera firmada por Spontone. Muy animado el motete “O beata Maria” de Pedro Guerrero, hermano mayor de Francisco, y estupendas y muy bien interpretadas las dos páginas de Di Lasso, “O occhi manza mia” y “Sto core mio”. Todas ellas abundosas en variaciones y repeticiones. En algunas de las piezas intervino, con su acostumbrada pericia y finura, Juan Carlos de Mulder. Magnifico fin de fiesta y muchos aplausos de un público que casi llenaba el recinto y que se lo pasó en grande. Arturo Reverter
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