Crítica: Orgullo “carabassot”, La Dispersione en el Palau de les Arts
CICLO “LES ARTS ÉS BARROC”. José de Nebra y la escena de su tiempo. La Dispersione. Joan Baptista Boïls (director). Margarita Rodríguez (soprano). Lugar: Palau de les Arts (Teatre Martín i Soler). Entrada: Alrededor de 350 personas. Fecha: Miércoles, 24 abril de 2024.
Berlanga se equivocó de pe a pa al ambientar Bienvenido Mister Marshall en la ficción de “Villar del río” y no en la realidad de Guadassuar, la pequeña e incontable localidad de la Ribera Alta. Un pueblecito de cuento que desborda la más peregrina fantasía. Quizá la ciudad del mundo con más músicos por metro cuadrado. Es difícil andar por sus calles sin escuchar tras la reja de cualquier ventana los sonidos de una trompeta, un violín o lo que sea.
Orquestas y conservatorios de medio mundo -y del otro- se precian de contar con músicos “carabassots”, que así se conocen sus lugareños. Entre ellos, el grupo de música antigua La Dispersione, que, dirigido por Joan Baptista Boïls, proyecta por salas de concierto nacionales e internacionales el repertorio europeo de los siglos XVII y XVIII con riguroso criterio historicista.
Viene esta retahíla a a propósito del concierto que el miércoles ofrecieron los ocho músicos de La Dispersione -dos violines, viola, violonchelo, contrabajo, clave, guitarra barroca/tiorba y director- en el Palau de Les Arts, en su sustantivo ciclo Les Arts és Barroc. Llegaron ante una sala que rozó el lleno, plagada de paisanos dispuestos a apoyarlos con entusiasmo evidente y disfrutar de sus interpretaciones. Y a fe que se lo pasaron pipa. Ellos y los no nacidos en “el pueblo de los músicos”.
En los atriles, músicas agrupadas en torno al gran José de Nebra “y la escena de su tiempo”. Un época fértil y plural en la música española, con nombres como el valenciano Martín i Soler, Sebastián Durón, José Pradas, el “amadrileñado” Luigi Boccherini, por supuesto José de Nebra, y también su antecesor, Antonio Literes.
Interpretaciones casi camerísticas en su trasfondo orquestal, dichas con calidad instrumental y perfilado sentido estético. Que atienden su raíz popular en una época en la que el folclore y los cantos autóctonos estaban tan cerca de la música de concierto. La obertura de Una cosa rara, el Minueto de Pradas, o la Sinfonía en Re de Boccherini encontraron versiones luminosas tamizadas por la naturaleza instrumental de La Dispersione.
Colaboradora intrínseca del éxito fue la soprano mallorquina Margarita Rodríguez, voz y testa inteligentes, que recreó con chispa, gracia, juicio y fino sentido dramático las arias y canciones de Nebra, Literes y Durón incluidas en el programa. Bravos a espuertas y un par de bises. ¡Orgullo carabassot! Berlanga, el valenciano, se lo perdió.
Publicado en el diario LEVANTE el 26 de abril
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