Crítica: ‘La favorite’ en Bilbao. Perdedores y ganadores
PERDEDORES Y GANADORES
Palacio Euskalduna. 18-II-2025. La favorite de Gaetano Donizetti. Silvia Tro Santafé – Léonor de Guzman, Ismael Jordi – Fernand, Vladimir Stoyanov – Alfonse XI, Simón Orfila – Balthazar, Mikeldi Atxalandabaso – Don Gaspar, Alba Chantar – Inès. Coro Ópera de Bilbao. Euskadiko Orkestra. Ricardo Frizza – director de orquesta. Valentina Carrasco – directora de escena. Producción de la Fundazione Teatro Donizetti y Opéra National de Bordeaux.

Imagen de la producción de La favorite en ABAO
“La Música es la última religión de la Humanidad. No ataquen a sus dioses …”. Así escribió el Premio Nobel de Literatura francés Romain Rolland. La verdad de dicho pensamiento quedó plasmada en la representación que en estas líneas, de seguido, se valora.
Y es que cuando se sube al escenario con el olvido -también destierro- de cuantas anotaciones significa el compositor en su partitura y llega el protagonismo de quien, por mero capricho de búsqueda de la originalidad y de modernismo prepotente, hace su versión escénica de una representación lírica en concreto, se está atacando a las divinidades de la Música. Ni Ramón María del Valle-Inclán, en su concepción teatral del esperpento, se hubiera atrevido a tanto.
Tal fue el caso de la directora de escena bonaerense Valentina Carrasco. Cierto es que esta ópera donizettiana tiene un entramado geográfico difícil de colocar sobre las tablas. Viaja desde Santiago de Compostela a la gaditana Isla del León, llega a Sevilla, y hace el tornaviaje hasta Compostela. Vamos, un sindiós.
De esa dificultad no se puede inferir que casi todo debe discurrir en escena con movimientos de literas (varias de tres alturas), con una Virgen Dolorosa procesional en el primer y cuarto actos (impensable su presentación en Andalucía) y en una tienda de campaña con dosel donde han de yacer Leonor de Guzmán y Fernand (algo que no está escrito en el libreto).
Y para colmo de males la señora Carrasco -debutante en ABAO Bilbao Ópera- se inventa un harén en el Alcázar de Sevilla para que el coreógrafo Massimiliano Volpini se satisfaga con unas danzas para unas mujeres que carecen de noción alguna de baile clásico (ni moderno) y se muevan sin coordinación de estilo.
Con ello se pretende, sin conseguirlo, dar vida a la preciosa música para ballet compuesta por don Gaetano que ha de hacer el punto de unión entre el acto tercero con el cuarto. Esas pinceladas de feminismo zafio siempre están de más, sobre todo cuando son impertinentes.
Es el momento de pasar, a partir de aquí, al terreno de los ganadores en esta velada lírica. La mezzosoprano valenciana Silvia Tro fue una Léonor de mérito, pese al tejemaneje habido en escena ajeno a su voluntad y que el impidió mayor cercanía al foso orquestal en algunas situaciones para mayor lucimiento en que su voz ancha y larga, estuvo bruñida en matices de verdad canora. Tuvo momentos de especial calidad, entre los que cabe destacar el aria O mon Fernand. Meterse en el canto, a través de la lengua de Molière, como hizo el tenor gaditano, Ismael Jordi, es digno de parabienes sin recato alguno.
La escritura que para el personaje de Fernand compuso Donizetti en es un tour de force que requiere una línea de canto compleja, tanto por lo que se refiere a la altura de la notación como al paso por lo tres registros, donde la tensión de la emisión ha de estar conformada en una depurada técnica. Y así fue el empeño cumplido de este cantante. Impecable trabajo como lo acreditó en sus arias Un ange, une femme inconnue (acto I) y la esperada Ange si pur, que dans un sogne (acto IV).
Se acercó a la calificación de notable el barítono búlgaro Vladimir Stoyanov. La actual opacidad de su voz se evidenció en la exposición sonora que hizo cantando Pourt tant d’amour ne soyez pas ingrate. Siempre resulta gratificante el color de la voz del bajo-barítono menorquín Simón Orfila. Su textura vocal -recia y bien templada- dio lustre a su personaje de Balthazar en cada una de las intervenciones que tuvo, pues da gusto escucharle.
Contar en un reparto con la voz del tenor vizcaíno Mikeldi Atxalandabaso es dar seguridad de calidad al personaje que asume. Su voz sigue brillando con la elegancia de siempre. Fue un magnífico Don Gaspar. La soprano malagueña Alba Chantar en su rol de Inès cumplió con creces.
El coro, que tiene una participación de calado en esta versión francesa de La Favorite, hizo acierto pleno en cada una de sus intervenciones a pesar de los excesivos movimientos escénicos que se le impusieron. La Orquesta institucional vasca, Euskadiko Orkestra -actualmente huérfana de sus dos direcciones orgánicas- sonó con elegancia y bien.
Claro que en el podio del foso estaba el mejor maestro concertador en el conocimiento donizettiano, quien es Riccardo Frizza. ¡Todo un lujo! Los empastes logrados con las distintas secciones de la orquesta, así como las dinámicas sonoras ajustándose siempre al cuidado de las voces, ofrecieron una representación de recordar -musicalmente hablando– que se remató, brillantemente, con los veintisiete minutos del tramo dedicado al ballet, que bien podía escénicamente haberse suprimido, convirtiéndolo en una especie de intermezzo.
Enhorabuena a los ganadores, quienes cumplieron muy bien con el empeño de ABAO Bilbao Opera, pese a la mácula escénica.
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