CRÍTICA: ‘La valquiria’ (Palau de Les Arts, Valencia, 3/11/2013)
DIE WALKÜRE (R.WAGNER)
Palau de Les Arts de Valencia. 3 Noviembre 2013.
Ayer, escribiendo mi crítica de La Traviata, decía que el Palau de Les Arts es una auténtica garantía musical y así lo hemos podido comprobar en esta representación de La Valquiria, que ha sido un gran espectáculo, en el que a la conocida producción escénica, se ha unido un reparto vocal que ha funcionado mejor de lo esperado, y, finalmente, una versión musical excepcional, de lo mejor que hemos podido escuchar en Valencia, que ha sido mucho y bueno en los últimos años.
El Palau de Les Arts ha repuesto la producción de La Fura dels Baus, que se estrenara aquí en el año 2007. También para esta producción han pasado 6 años y hoy el espectáculo resulta menos atractivo que entonces. El efecto sorpresa ya no existe y uno se ha acostumbrado en estos años a ver proyecciones de imágenes espectaculares, por lo que este trabajo no resulta tan atractivo y original como entonces.
La dirección escénica original se debe a Carlus Padrissa y sus ideas resultan menos imaginativas que en otras entregas del Anillo del Nibelungo. De nuevo estamos en un escenario desnudo con una pantalla al fondo, en la que se proyecta un gran árbol en el primer acto, concibiendo Padrissa el encuentro de los gemelos welsungos como el de Homo Sapiens y Neardental, presentando a la sometida Sieglinde moviéndose como un cuadrúpedo hasta que la llegada de la primavera hace que Siegmund la levante, volviéndola a su posición originaria, puesto que ella también es Sapiens. En esta escena los detalles están bien cuidados, pero no se le saca demasiado partido al fresno ni a las proyecciones. En el segundo acto, volvemos a las conocidas grúas telescópicas y sus cestas, que caracterizan especialmente a esta Tetralogía. El diálogo de cestas entre Wotan y Fricka me sigue sin convencer y el monólogo de Wotan, utilizando cesta y grúa en forma de diván, resulta más convincente, haciendo buen uso de proyecciones del robo del oro y lo acontecido en Das Rheingold. En el anuncio de la muerte Brünnhilde sale en una carra llena de chirimbolos metálicos, que en la batalla resultan ser un montón de piezas que se elevan colgadas, incluidas algunos figurantes, en una exhibición de coste sin mayor sentido y significado. La aparición de Wotan en su cesta-grúa en la batalla resulta una especie de anticlímax, seguramente pensado en el efecto que podría causar en DVD. La Cabalgada nos vuelve a mostrar 4 grúas para otras tantas valquirias en un movimiento en escena poco convincente. El fuego mágico se consigue con una plataforma sostenida por “fureros” agachados, que van encendiendo sus antorchas, lo que puede resultar atractivo, pero le hace perder mucho de su sentido mágico. En resumen, una producción imaginativa, con ideas más o menos originales, pero que resulta un tanto “deja vu”.
Para el archivo diré que el autor de la escenografía era Roland Olbeter, siendo el responsable de iluminación Peter van Praet. El creador de las video-proyecciones era Franc Aleu, debiéndose el vestuario a Chu Uroz. La dirección de esta reposición la ha llevado adelante Allex Aguilera.
El gran triunfador de la representación ha sido Zubin Mehta, que nos ha ofrecido una lectura magnífica de la partitura de principio a fin, consiguiendo además una prestación excepcional de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, formación de una calidad extraordinaria, especialmente cuando la dirigen maestros como Mehta. Hubo momentos – más bien largos ratos – auténticamente mágicos. Posiblemente, lo escuchado durante la primera media hora de la ópera está a la altura de las más grandes versiones que hayamos podido escuchar en disco. Desde luego, creo que es la media hora más impresionante que jamás he escuchado en esta ópera en vivo. En la continuación la dirección de Mehta fue muy buena, pero esa primera media hora es de las de quedar en el recuerdo por mucho tiempo. Volvió a estar muy brillante en el monólogo de Wotan y en el anuncio de la muerte, uno lleno de melancolía y abatimiento y el otro, pleno de misterio. Brillante la cabalgada, aunque esperaba más en este pasaje, en el que el grupo de valquirias fue un tanto irregular. Pudimos disfrutar de la escena de Wotan y Brünhhilde y puso fin a su gran lectura con una sublime interpretación del fuego mágico. Simplemente, una gran Walküre musicalmente, servida por una orquesta magnífica al servicio de un maestro excepcional.
El reparto vocal no ofrecía nombres de relumbrón, como ocurrió en ocasiones anteriores, pero las cosas han funcionado muy bien, mejor de lo que cabía esperar.
Brünnhilde fue interpretada por la soprano americana Jennifer Wilson, de quien poco esperaba tras sus decepcionantes actuaciones como Isolde en los últimos tiempos, tanto en Bilbao como en Valencia. Su Brünnhilde ha constituido una positiva sorpresa, poderosa por arriba y mucho más expresiva que en ocasiones anteriores. Su punto más débil son los graves, como lo han sido siempre. No son muchas las intérpretes de esta Valquiria y bueno es poder contar con la americana de nuevo.
El barítono alemán Thomas Johannes Mayer fue un buen Wotan, al que le falta poderío en más de una ocasión, pero su interpretación del dios es muy solvente. Su actuación fue convincente, echándose en falta más recogimiento y emoción en el adiós a Brünnhilde, mientras que resolvió con mayor emoción el monólogo del segundo acto. Un buen Wotan más que excepcional.
He tenido la suerte de escuchar en varias oportunidades en los últimos años a la joven (31) soprano americana Heidi Melton y su elección como Sieglinde me pareció muy acertada. Sus actuaciones han sido frecuentes en Burdeos en roles wagnerianos y siempre me ha parecido una soprano muy interesante en términos vocales, con una voz poderosa y atractiva, aparte de manejar muy bien su instrumento. Su mayor hándicap es su poco afortunada figura escénica, pero en esta producción este aspecto tiene escasa importancia. Su Sieglinde en Valencia ha sido francamente buena, digna de
poderse presentar en cualquier teatro de relevancia en el mundo. Hay un grupo de muy interesantes jóvenes sopranos americanas (Angela Meade, Tamara Wilson y Amber Wagner, entre otras) y Heidi Melton puede entrar por derecho propio en este grupo de cantantes con gran porvenir por delante.
Otra sorpresa positiva fue la actuación del tenor austriaco Nikolai Schukoff, cuyas actuaciones han sido frecuentes tanto en Valencia como en Madrid, pero nunca en un papel tan importante como Siegmund, rol que no me consta que hubiera cantado anteriormente. Desde el principio me llamó la atención su atractivo timbre, muy adecuado para el personaje, cantando siempre con gusto y expresividad. Resolvió francamente bien el monólogo de la espada, donde se lució en unos wälse brillantes y largos, cantando francamente bien el dúo de la entrada de la primavera. En el anuncio de la muerte le encontré demasiado estático, aunque no sé si fue problema suyo o de la dirección escénica.
La mezzosoprano austriaca Elisabeth Kulman fue una Fricka de voz más clara de lo habitual en el personaje, aunque funciona bien. Recuerdo a esta cantante con una voz más oscura. No sé si el grave problema que tuvo en las cuerdas vocales hace dos años es la causa del mencionado cambio.
Finalmente, el bajo danés Stephen Milling fue un adecuado Hunding, con una voz oscura y poderosa.
Las Valquirias me han resultado la parte más débil de todo el reparto, tanto por la calidad de algunas de las intérpretes, especialmente las mezzos, como por la insuficiente coordinación entre ellas. Eran Bernadette Flaitz (Gerhilde), Eugenia Bethencourt (Helmwige), Julia Borchert (Ortlinde), Pilar Vázquez (Waltraute), Julia Rutigliano (Siegrune), Patrizia Scivoletto (Grimgerde), Nadine Weissmann (Schwertleite) y Gemma Coma-Alabert (Rossweisse).
El Palau de Les Arts ofrecía una entrada que no llegaba al 80 % del aforo. El público ofreció una recepción triunfal a los artistas, sobre todo a Zubin Mehta y su orquesta, que subió al escenario a recibir el homenaje de la audiencia.
La representación comenzó con 4 minutos de retraso y tuvo una duración total de 4 horas y 56 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 3 horas y 53 minutos, prácticamente igual que la de Kent Nagano el pasado verano en Munich. Diez minutos de aplausos, que pudieron ser más, insistiendo Zubin Mehta en que se bajara el telón.
El precio de la localidad más cara era de 175 euros, habiendo butacas de platea por 154 euros. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 123 y 99 euros. La entrada más barata costaba 49 euros. José M. Irurzun
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