Crítica: Las bodas de Fígaro. 2º reparto
Teatro Real de Madrid. 27 Abril 2022
Vuelve esta ópera de Mozart al escenario del Teatro Real, donde se representó por última vez hace 8 años. Entonces contó con un doble reparto, en el que no había nombres de relumbrón, y lo mismo se repite en esta ocasión.
Esta representación corresponde al segundo de los repartos programados y en conjunto podemos decir que no ha levantado el vuelo.
La producción escénica programada inicialmente se debía a Lotte De Beer, pero recientemente fue cancelada, aunque desconozco las razones para ello, siendo sustituida por la más conocida de Claus Guth, que procede de la Canadian Opera de Toronto, aunque su estreno tuvo lugar en el año 2007 en el Festival de Salzburgo.
La producción me ha resultado poco convincente, contando con escenografía de Christian Schmidt, que prácticamente ofrece un escenario único, ya que en tres de los cuatro actos de la ópera se nos ofrece una gran escalera, desarrollándose la acción en buena parte en la misma. Donde resulta esta escenografía menos adecuada es en el último acto, la escena del jardín, que aquí no existe. Solamente desparece la escalera en el segundo acto, que queda tapada por un panel con puertas, quedando por delante el salón de la Condesa. El vestuario es más bien moderno y debido también a Christian Schmidt, no ofreciendo mayor brillo. Iluminación sin interés de Olaf Winter. Claus Guth suele destacar por su trabajo de dirección de escena, pero no es así en esta ocasión. Su aportación mayor consiste en la presencia de un ángel durante toda la ópera, que parece ser quien mueve los hilos de la trama. En resumen, una producción de poco interés y que no ha envejecido bien.
Como en la última ocasión de 2014 la dirección musical estuvo en manos del británico Ivor Bolton, el actual director musical del Teatro Real. Debo decir que mis expectativas eran importantes ya que las lecturas de Bolton en este repertorio suelen ser brillantes, aunque no lo fuera así la que nos ofreció hace 8 años. Pues bien, se ha vuelto a repetir la decepción de entonces y su dirección no me ha parecido convincente, faltando chispa y vivacidad, especialmente en los dos primeros actos de la ópera. Me llamó la atención negativamente la prestación de la Orquesta del Teatro Real en la obertura de la ópera, con un sonido alejado del que nos tiene acostumbrados. Las cosas mejoraron en la continuación. Correcto el Coro del Teatro Real en sus breves intervenciones en esta ópera.
Como digo más arriba, esta representación nos ha ofrecido el segundo de los repartos vocales y el resultado en su conjunto ha dejado que desear.
Fígaro fue interpretado por el barítono holandés Thomas Oliemans, que una vez más me ha resultado poco convincente, ya que su voz tiene escaso atractivo y parece bastante maduro para un reparto en el que hay bastantes cantantes jóvenes. El intérprete es correcto, pero el cantante es modesto. No consiguió aplausos en sus arias.
Susanna era la soprano guipuzcoana Elena Sancho Pereg, que tuvo una buena actuación en su conjunto. La voz tiene calidad y se mueve bien es escena, aunque hay momentos en los que su instrumento llega con dificultades a la sala, lo que se notó de manera clara en los dos primeros actos de la ópera.
La Condesa era la soprano vasca Miren Urbieta-Vega, que nos ofreció la voz más importante de todo el reparto. No tiene problemas para que su instrumento llegue al auditorio y canta con gusto. Me resultó más convincente en Porgi amor que en Dove sono, donde hubo sonidos abiertos poco convincentes. Tengo que decir que el público no coincide con mi opinión, ya que precisamente en su segunda aria recibió la ovación más intensa de la noche.
Buena la actuación del barítono Joan Martín-Royo como Conde de Almaviva. He tenido ocasión de verle varias veces como Fígaro y creo que resulta más adecuado que como Conde. La voz no es extraordinaria, siendo un buen intérprete escénico. Su gran aria del tercer acto no fue muy brillante.
Me pareció un tanto modesta la prestación de Maite Beaumont como Cherubino, cuya figura hoy no resulta muy adecuada al personaje del paje. Sus dos arias no consiguieron aplausos.
Los personajes secundarios estuvieron bien cubiertos. Fueron sus intérpretes la soprano Alexandra Flood, que fue una adecuada Barbarina, el bajo-barítono Daniel Giuliani, un sonoro Bartolo, la mezzo soprano Gemma Coma-Alabert, que lo hizo bien como Marcellina, el divertido Basilio de Christophe Montagne, el barítono Leonardo Galeazzi en la parte de Antonio, y, finalmente, Moisés Marín como Don Curzio. A ellos habría que añadir al actor Uli Kirsch en la parte del Ángel.
El Teatro Real ofrecía una entrada muy próxima al lleno total. El público no mostró demasiado entusiasmo a escena abierta.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 3 horas y 26 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 52 minutos. Seis minutos de aplausos, en los que los más intensos fueron para Miren Urbieta-Vega.
El precio de la localidad más cara era de 250 euros, habiendo butacas de platea desde 220 euros. La localidad más barata costaba 58 euros.
José M. Irurzun
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