Crítica: Leonskaya / Grau / Schubert Filharmonia: vida, fuste y belleza para Mozart
Orquesta Franz Schubert Filharmonia. Elisabeth Leonskaya (piano). Tomàs Grau (director). Programa: Obras de Joan Magrané (Meeresstille), Mozart (Concierto para piano número 12) y Schubert (Quinta sinfonía). Lugar: Lleida, Auditori Enric Granados. Entrada: Alrededor de 800 personas (prácticamente lleno). Fecha: Domingo, 15 enero 2023.
Entre los proyectos orquestales privados más sólidos y mejor diseñados surgidos en España en las últimas décadas, la Orquestra Franz Schubert Filharmonia figura en cuadro de honor. No solo por la calidad de sus componentes y la fecunda programación que mantiene en las diversas temporadas que desarrolla anualmente en el Palau de la Música Catalana, en el Auditori de Lleida y otras localidades catalanas y no catalanas (como el Auditori de Castelló), sino también por la calidad de sus punteros solistas invitados, con nombres como Anne-Sophie Mutter, Maria João Pires, Mischa Maiski, Midori, Ivo Pogorelich, Patricia Kopatchinskaya, Rudolf Buchbinder, Stephen Kovacevich, Gautier Capuçon, Sabine Meyer, Steven Isserlis, Paul Lewis, Alekséi Volodin, Roberto Alagna, Seong-Jin Cho, Javier Perianes, Asier Polo, Leticia Moreno o Pablo Ferrández. Tambíén por los programas siempre innovadores, y el trabajo constante, efectivo y rico en ideas de su fundador y titular, Tomàs Grau (Barcelona, 1979), cuya web se abre con toda una declaración de intenciones: “Prefiero renunciar a algunos decibelios para primar la dulzura y el balance”.
Fiel a la palabra de su director titular y artístico, el balance y el cuidado de los registros marcaron su actuación dominical en el Auditori de Lleida junto a la Franz Schubert Filharmonia, repetida el lunes en el Palau de la Música Catalana y ayer martes en el Teatre Fortuny de Reus. Como solista, la siempre grande Elisabeth Leonskaya, que envuelta en la acústica sobresaliente del Auditori de Lleida y el acompañamiento atento y detallista de orquesta y maestro dio vida, fuste y belleza al Concierto para piano número 12 de Mozart, en el que a la “dulzura y el balance” que reivindica Tomàs Grau se añadió un sentido melódico y contención clásica cargado de estilo y sabiduría pianística. El abarrotado Auditori de Lleida se volcó con la legendaria artista georgiana afincada en Viena desde 1978. Tras varias salidas a saludar efusivamente a orquesta, maestro y público, se sentó de nuevo ante el piano para regalar el andante central de la archiconocida y mal llamada “Sonata fácil”, de Mozart. Leonsakaya hizo gloria y emoción con sus cuatro notitas. Inolvidable.
Antes, y fiel siempre a su vocación de dar a conocer nuevas músicas, profesores y maestro estrenaron con carácter absoluto Meeresstille, página inspirada a Joan Magrané (Reus, 1988) por el Lied schubertiano homónimo inspirado a su vez por versos de Heine. Magrané, premio Reina Sofía de Composición Musical en 2013 y uno de los creadores españoles más personales de su generación, elude cualquier tendencia vanguardista para crear un ambiente quieto y hermosamente atractivo, en el que el canto del corno inglés ocupa central protagonismo, en un lenguaje deliberadamente más cercano a páginas como El lago encantado de Liádov o El cisne de Tuonela que al del siglo XXI (si es que hoy se puede hablar de un “lenguaje” musical).
La segunda parte fue marco para la siempre prodigiosa Quinta sinfonía de Schubert, compuesta con 19 años y en la que late y se abrazan el universo clásico con un romanticismo que, aunque germinal, es ya presagio y realidad en el joven Schubert. Los estupendos y bien entonados profesores de la Franz Schubert Filharmonia se sumergieron bajo la guía y pálpito de Grau en una versión cargada de ligereza y belleza; perfectamente emplazada en sus raíces clásicas y en su novedoso pálpito romántico. “¿Qué se puede escribir después de Beethoven?”, se preguntó Schubert cuando trabajaba en su cuarta sinfonía, la Sinfonía Trágica. La respuesta es precisamente esta Quinta sinfonía, testimonio sinfónico del más acabado Schubert juvenil. Corría octubre de 1816. 207 años, la siempre joven sinfonía tiene tanta actualidad y capacidad emotiva como entonces. Más si llega en manos de los dúctiles y entregados filarmónicos schubertianos. Gran y merecido éxito en Lleida, refrendado después por las afortunadas melomanías barcelonesa y reusense. Justo Romero
Últimos comentarios