Crítica: Madama Butterfly en la Staatsoper de Berlín
Triunfo de Aleksandra Kurzak en Butterfly
Madama Butterfly (G. Puccini). Staatsoper de Berlín. 4 Febrero 2023
Vuelvo a Berlín tras dos años de ausencia, debidos a la pandemia del covid, que me ha impedido viajar a mis teatros habituales anteriores. El motivo fundamental del viaje es asistir a las representaciones del Anillo del Nibelungo en Dresde, que están dirigidos por Christian Thielemann y el interés es tanto mayor cuando que el director alemán ha decidido no prorrogar su contrato con Dresde, por lo que me temo que será el último Anillo del que pueda disfrutar en la Semperoper con Thilemann al frente.
En esta parada en Berlín se ofrecía en la Staatsoper esta representación de Madama Butterfly, que contaba inicialmente con Latonia Moore como protagonista, pero que finalmente ha sido interpretada por Aleksandra Kurzak, que ha obtenido un buen triunfo, por cierto merecido y que me ha resultado de alguna manera sorprendente.
La producción ofrecida lleva la firma de la directora de escena alemana, ya fallecida, Eike Gramss, que se estrenara en este teatro hace nada menos que 32 años y que se sigue ofreciendo prácticamente todos los años. La producción es muy clásica, sin ningún tipo de relecturas y narrando perfectamente la trama. Cuenta con escenografía prácticamente única, ofreciendo la casa de Cio Cio San con unas puertas corredizas por delante y unas escaleras al fondo, por donde aparecen los distintos personajes. El vestuario es de los vistos muchas veces y cuenta con una correcta iluminación. Es una producción que se ve con gusto y cuenta con una adecuada dirección de actores.
La dirección musical corrió a cargo del venezolano Diego Matheuz, a quien había tenido ocasión de ver dirigir con buenos resultados anteriormente, siendo la última vez precisamente en Berlín, aunque han pasado 6 años. Su lectura ha sido francamente buena, no faltando emoción y matices, controlando perfectamente el volumen para no perjudicar a los cantantes. Una dirección digna de ser destacada. Contó con la estupenda colaboración por parte de la estupenda Staatskapelle Berlín, así como el Staatsopernchor, brillante especialmente en el coro a boca cerrada.
Como digo más arriba, la protagonista de la ópera ha sido la soprano polaca Aleksandra Kurzak, la actual esposa de Roberto Alagna, que ha sido la triunfadora de la representación. No la veía en escena desde hace más de años y ha sido una agradable sorpresa, ya que nos ha ofrecido una estupenda interpretación de Cio Cio San tanto vocal como escénicamente, sin rehuir ninguna de las muchas dificultades que ofrece el personaje. No es exagerado poder decir que llevó la emoción a la sala y que se ha convertido en una de las mejores intérpretes de la geisha.
Pinkerton fue el tenor rumano Stefan Pop, que tuvo una buena actuación. Su voz tiene calidad y corre bien por la sala, aunque no es un dechado de virtudes como intérprete. Cumple bien, aunque no sea excepcional.
Sharpless fue interpretado por el barítono finlandés Arttu Kataja, a quien no veía desde hace más de 10 años. Me resultó poco convincente, ya que tiene el inconveniente de que su voz tiene problemas de proyección, de las que se quedan atrás.
Correcta la Suzuki de la mezzo soprano Katharina Kammerloher, aunque la he encontrado con los graves más débiles que en ocasiones anteriores.
Los personajes secundarios no brillaron mucho. Fueron un más bien mediocre Goro, interpretado por Andrés Moreno García, al que acompañaban los también modestos Yamadori (Adam Kutny) y el Zio Bonzo (Grigory Shkarupa). Correcto el Comisario Imperial, interpretado por Zilvinas Misjinis. Kate Pinkerton fue la joven Ekaterina Chayka-Rubinstein.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 53 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 19 minutos. Seis minutos de intensos aplausos, en los que los más intensos fueron para Aleksandra Kurzak, recibida con el público en pie. Muchos aplausos también para Diego Matheuz.
La Staatsoper había agotado las localidades. El pecio de la localidad más cara era de 95 euros, costando la más barata con visibilidad 25 euros. José M. Irurzun
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