La pasión por la palabra

María Moliner. Libreto de Lucía Vilanova y música de Antoni Parera Fons. Intérpretes: María José Montiel, Juan Jesús Rodríguez, Anna Cabrera, Pablo Gálvez, Candelaria González, Silvia Zorita, Blanca Valido, Simón Orfila, Joan Laínez, César Méndez, Abraham García. Coro Titular Ópera de Tenerife-Intermezzo. Orquesta Sinfónica de Tenerife. Dirección escénica: Paco Azorín. Dirección musical: Víctor Pablo Pérez. Santa Cruz de Tenerife, Auditorio Adán Martín, 21 de octubre.

Escena de María Moliner en la Ópera de Tenerife

Ópera de Tenerife inauguró con valor su temporada 2023-2024 apostando por una ópera española de reciente composición (2016) que ya ha pasado por otros teatros españoles, siempre con enorme éxito entre los aficionados. Porque parte de un espléndido libreto que condensa las tensiones y frustraciones de María Moliner en la confección de su famoso diccionario, diseñando un personaje que nos toca el corazón; porque la música de Parera Fons, siendo contemporánea, es también cercana, muy teatral, variada en sus registros expresivos, con toques burlescos cuando retrata a las fuerzas reaccionarias (falangistas, académicos), con una brillante orquestación llena de colores y de efectos sonoros y con una escena final todo delicadeza y poesía que no puede sino conmover al oyente; y porque, por último, es presentada con una puesta en escena llena de movimiento, ágil, profundamente teatral, con una iluminación llena de fantasía y de juegos de color, con movimientos de actores perfectamente milimetrados.

Esta ópera está pensada para y por María José Montiel, presente permanentemente en escena durante las dos horas que dura. Montiel se reviste de tal manera del personaje de la bibliotecaria y lexicógrafa que la identificación es total no ya en el plano actoral, sino en el vocal. Controla con precisión y exquisito gusto todos los registros vocales: la declamación, el parlato, el recitado sinuoso y las efusiones líricas. Siempre con pleno control del sonido en todos los registros, con ese color tornasolado de su voz, que se hace profundamente oscuro en la zona grave (siempre perfectamente apoyada) y que se abre como un rayo de sol en el agudo. Su juego con los colores vocales como recurso expresivo fue permanente y modélico, con delicados reguladores. La cumbre de todo fue toda la escena final, cantada a flor de labios, a media voz, con ternura y con congoja, moviendo a la compasión a los oyentes.

Junto a ella su esposo Fernando encarnado por Juan Jesús Rodríguez, otra lección de color vocal al servicio de la expresión escénica, así como de fraseo variado, cincelado nota a nota. Si se le añade ese bellísimo timbre inconfundible, su interpretación fue magistral, en total sintonía con la de Montiel. La producción ha cuidado mucho al resto de las voces, entre las que cabría destacar las de Simón Orfila (brillante como Sillón B de la RAE), Blanca Valido, Pablo Gálvez y los tres corifeos (Laínez, Méndez y García). Perfecto de empaste y de color el coro. La orquesta se movió con igual brillo en los pasajes burlescos que imitaban aires de revista que en los más delicados, como en el final, con todas las secciones atentas a cada matiz. Víctor Pablo Pérez fue el responsable de tan brillantes resultados, con una dirección atenta a todos los matices y a clarificar las texturas y dar relieve a cada frase instrumental. La variedad de gradaciones dinámicas que extrajo de la orquesta fue sobresaliente. Andrés Moreno Mengíbar