Crítica: Matthias Goerne, cosas que pasan
MATTHIAS GOERNE, COSAS QUE PASAN
Obras de Beethoven, Wolf, Reger, Schubert y Brahms. Matthias Goerne, barítono. Alexander Schmalcz, piano. XXX Ciclo de Lied del CNDM. Teatro de la Zarzuela, Madrid. 5 de febrero de 2024
Salió al escenario Francisco Lorenzo, director del CNDM, para anunciar: “El viernes pasado se sintió constipado el pianista Alexander Schmalcz y Matthias Goerne nos dijo que él no iba a ensayar con alguien constipado. Tuvimos que recurrir a cambiar todo el anunciado programa Schubert, que estrenaban, por otro que habían realizado ya. No nos dio tiempo a modificar las notas del programa de mano, pero sí los subtítulos proyectados. También añadirles que hoy Goerne está un poco resfriado, pero sólo un poco, un poco. El programa anunciado será el que abordarán abriendo el próximo ciclo de lied. Les ruego no aplaudan hasta acabar el recital”.
Se agradecieron los subtítulos, a pesar de la irregular traducción con Google, y menos mal que la cosa quedó aquí, ya que tras las tres primeras líneas del primer lied Bitten, “Dios, muy lejos alcanza tu bondad”, de Beethoven, parecía que la bondad de Dios no hubiese querido ayudar al gran barítono y quien firma susurró a la persona vecina de asiento: “No va a poder terminar el recital”. Su voz estaba muy grave y pesada. Por suerte, se fue recuperando poco a poco hasta terminarlo. Y, entonces, se le aplaudió, aunque no tanto como otras veces para lograr propinas, que no hubo.
¿Qué le hace a Goerne ser tan querido en Madrid? El amor es mutuo, pues el artista declaró recientemente en TVE: “Tenéis uno de los mejores públicos del mundo. En el Teatro de la Zarzuela me encuentro siempre con un público completamente concentrado, atento, interesado, extremadamente educado y muy entusiasta”.
El programa de 75 minutos fue algo duro para el oyente por su concentración en ideas predominantemente sobre la muerte. Y, al final, lo más destacado fue la única pieza de Schubert: Letanía en la fiesta del Día de los Difuntos.
Goerne, aunque en día bajo, se halla en plena madurez vocal y expresiva, aunque habrá quien afirme, y con razón, que engola, pero importa poco cuando se es capaz de transmitir y dar su sentido a toda la profundidad del mundo del lied. La voz se ha oscurecido y perdido armónicos, la expresión y el decir son más concentrados. El equilibrio y la matización en las dinámicas son armas poderosas de Goerne, que adelgaza la voz o cambia el color de los registros, sin importarle el uso del medio falsete, hasta a veces parecer un bajo y a veces un tenor. Sin embargo, debería cuidar la excesiva gesticulación que llega a perturbar al oyente.
Cosas que pasan. Como que, al día siguiente de este recital, me tuviese que salir por vez primera en mi vida en el descanso de un concierto, incapaz de seguir sufriendo al escuchar el declive de unos cantantes admirados y queridos, pero equivocados en sus carreras. Un tema para tratar.
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