Crítica: OCNE, esperanza en la guerra
OCNE, esperanza en la guerra
Obras de Strauss y Haydn. V. Farcas, V. Simeoni, M. Peter y J. Kupfer, solistas. Orquesta Nacional de España. Fabio Luisi, director. Auditorio Nacional. Madrid, 25 de abril de 2021
Programa muy interesante en la OCNE con obras bien diferentes, pero con circunstancias históricas de cierta similitud. El plato fuerte fue una de las misas del catálogo sinfónico-coral de Haydn. La “Missa in Tempori Belli”, escrita para cumplir el compromiso anual en la onomástica de la esposa de Nicolaus II Esterházy, no es equiparable a “La Creación” o “Las Estaciones”, ni siquiera a alguna de sus otras misas, pero reúne interés y belleza y está bien recordarla de cuando en cuando, lo cual no es frecuente. Haydn no padeció guerra alguna, pero sí le llegaron las noticias del expansionismo bonapartiano y, quizá por ello, compuso esta obra como un alegato por la paz, muy explícito en la insistencia en esa palabra en el “Dona nobis pacem” del “Agnus Dei” final.
Sí que en cambio la padeció Richard Strauss, que vio sin consuelo alguno -y dijo que también sin esperanza- el incendio de su querida Ópera de Munich, aquella donde vieron la luz partituras que amaba y donde su padre fue solista de trompa. No sólo esta destrucción en 1943, sino que dos años después lloró el bombardeo de la Ópera de Viena. Justo un día más tarde iniciaría “Metamorphosen”. Apenas dieciocho días después de concluirla se suicidaría Hittler en Berlín, como narra María Encina Cortizo en sus amenas notas al programa. Estamos ante una obra para 23 instrumentos de cuerda en la que muestra un dominio absoluto del contrapunto en la forma y la amargura de la guerra en el fondo. Si Beethoven acabó sacando a Napoleón de su “Heroica”, Strauss cita unas breves notas de la marcha fúnebre de esta sinfonía quizá como un rechazo al también expansionismo napoleónico del que tuvo noticias Haydn.
Se me hace difícil distinguir si la Orquesta y el Coro Nacional disfrutan de un periodo de plenitud o son nuestros oídos que ansían alimento musical, pero lo cierto es que en ambas obras sonaron espléndidamente bajo el mando de Fabio Luisi. Cumplieron de forma sobresaliente los cuatro solitas, cantando todas sus partes con mascarilla, lo que no es tan frecuente, al igual que el coro de unas cuarenta voces. Pero lo mejor del concierto fue aquello que traspasa las notas musicales para trasladar las emociones de la música y Luisi, un maestro indiscutible de gran experiencia, lo supo hacer con la intensa partitura de Strauss, hasta el punto que algunos -como comentamos a la salida- vivimos en esa música las inquietudes que nos produce la lamentable situación política española sin que su dulzura final nos trajese esperanza. Gonzalo Alonso
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