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Por Publicado el: 29/10/2019Categorías: En vivo

Crítica: ONE, exotismo con cimientos

ONE: exotismo con cimientos

Simone-Young-Conductor

Simone Young

Obras de Mussorgsky, Khachaturian y Rimsky-Korsakov. E. Pahud (Flauta). Orquesta Nacional de España. Directora musical: Simone Young. Auditorio Nacional, Sala Sinfónica. Madrid. 25-X-2019.

Tras el arranque de temporada mastodóntico de la Orquesta Nacional de España (con la Segunda Sinfonía de Mahler y el Tristan und Isolde de Wagner) se recuperaba un poco la normalidad con programas hilvanados de corte menos apoteósico y pertinentes aromas rusos. Arrancaba la velada con el preludio de Khovanshchina de Mussorgsky –informalmente, el “amanecer sobre el Moscova”–, una música de indudable encanto tímbrico una vez podados los excesos del arreglo rutilante de Rimsky-Korsakov. La partitura nace de lo evanescente para crecer y disolverse poco después, con un camino intermedio repleto de hallazgos armónicos de vis melancólica. La ONE arrancó lejos del peligro de la frialdad en este repertorio, y Young propuso un sonido suntuoso, denso, sin dejar de lado la línea melódica pero sin caer en el exceso de hedonismo. Como durante casi todo el concierto, fantástico estado de forma del viento-madera de la orquesta.

Emmanuel Pahud arrancó el Concierto para flauta de Khachaturian como una exhalación. Es una pieza que suma una dificultad añadida a sus ya notables peligros: la transcripción. Rampal arregla con gusto la partitura pero la obra se concibió sólidamente para el violín, y en el traslado sufre tiranteces. Lo que está fuera de toda duda es la capacidad, versatilidad y talento de Pahud, que por estilo y técnica consiguió una lectura matizada con construcciones dinámicas al alcance de muy pocos y candencias muy bien expuestas, en especial durante el primer movimiento. Por su parte la directora australiana decidió comedir el volumen y la intensidad, transmitiendo sensación de cohesión sin hacinarse en lo añorante del Andante sostenuto y concertando el trío con oboe y clarinete de manera muy bella. No hubo propina, por más que el público aplaudiera.

Scheherezade, op. 35 es un éxito seguro, partamos de esa base. Con un mínimo de diligencia en el tráfico sonoro la obra levanta vuelo con facilidad, por esa escritura que permite transmitir un falto exotismo muy convincente gracias al prestigio de mago (y buen compositor) del ruso y a la solidez de sus cimientos cercanos. Todo suena quimérico, pintoresco y familiar a la misma vez. Young concentró los esfuerzos en la direccionalidad de la música, sin renunciar a la seducción del discurso sonoro pero buscando una narración coherente que acabase en aquelarre. La versión resultante fue muy enfática en los lugares propicios y solvente en el resto, evidenciando una conexión con la ONE que esperemos se repita pronto. Mario Muñoz Carrasco

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