Crítica: ONE, Mena, Schubert, Britten
EN ARAS DEL CANTO Y DE LA DANZA
Obras de Schubert, García Abril y Britten. Xiayin Wang, piano. Orquesta Nacional. Director: Juanjo Mena. Auditorio Nacional, 10 de marzo de 2019.
Juanjo Mena es desde hace unos años director asociado de la Nacional y es frecuente su presencia en el podio del conjunto. Los músicos parecen tocar cómodos bajo su elástica, armoniosa y elegante batuta, de amplio recorrido y de movimientos de procedencia celibidachiana, bien que el director vitoriano tenga su estilo propio y definido que busca la difícil proporción y el acomodo estilistico. Sus interpretaciones no son nunca estándar, tratan de penetrar en los significados de los pentagramas y traducirlos luego al oyente, algo que no es fácil y que no todos practican.
Siguiendo con su recreación de las sinfonías de Schubert, Mena ha colocado en esta ocasión sobre los atriles las tan bellas y distintas entre sí “Quinta” y “Cuarta”, tocadas en este orden. Aquella se ha ofrecido en una interpretación ligera, en conexión con ese parentesco mozartiano del que tantas veces se ha hablado. Transparente y alado, tal y como se pide, sonó el comienzo, algo emborronado en el grácil diseño descendente de la cuerda –siempre complicado de resaltar-, pero que discurrió pronto por los mejores derroteros, con una pulcra y bien acentuada sección de desarrollo. La Nacional sonó aquí y en el resto de los movimientos con aceptable refinamiento tímbrico.
Lo pudimos apreciar en el bien cantado y balanceado “Andante con moto”. Jugosos diálogos y trío gentil en el “Menuetto” y relativa claridad en el “Allegro vivace” final en donde, no obstante, tuvieron correcto acomodo los contrapuntos e imitaciones. Bajo las mismas pautas transcurrió –con semejante orgánico reducido: cuatro contrabajos como base-, aunque con sus características propias, más “beethovenianas”, la obra anterior de la colección, la “nº 4”, con ese misterioso comienzo que nos trae a la memoria el inicio de “La Creación” de Haydn, estupendamente expuesto por batuta y orquesta, si bien aquí hubo menos transparencia general. Pero en todo momento prevaleció una de las mejores cosas de Mena: su voluntad de cantar.
En el “Andante”, con cuerdas sedosas y maderas dialogantes, escuchamos cuidadosas modulaciones en la exposición del tan lírico tema basado en la canción popular española “Yo soy la viudita del conde Laurel”, alojado asimismo en el “Impromptu en la bemol mayor op. 142/2” del compositor. Bailaron las maderas en el “Menuetto” y sonó con propiedad ese tumultuoso “perpetuum movile” que es el “Allegro” conclusivo, donde se mantuvo la tensión, no tanto la claridad expositiva.
Puntual y ceñido el acompañamiento a la estupenda pianista china Xiayin Wang, precisa, ágil, de impecable digitación y sonido cristalino, en el nada fácil “Concierto” de Britten, estrenado en 1938. Gráciles octavas, trinos primorosos y ataques certeros, que nos permitieron advertir las bellezas de una partitura que ya mostraba el descomunal talento de su autor. Música ecléctica bien hecha. Muy hermoso el tan raveliano “Impromptu-Andante lento”. Entre medias escuchamos una luminosa versión de Tres escenas del ballet “La gitanilla” de García Abril, quien, presente en la sala, recogió los aplausos del respetable. Director y conjunto acertaron a otorgar relieve a tan danzable y “falliana” música. Arturo Reverter
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