Crítica: ORCAM: falsas amabilidades
CONCIERTO HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO
Obras de Beethoven y Brahms. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Jóvenes Cantores de la Comunidad de Madrid. Maestra de Coro: Ana González. Dirección musical: Víctor Pablo Pérez. Auditorio Nacional, Sala Sinfónica, Madrid. 11-III-2019.
El paradigmático arranque de la Sinfonía n.º 5, op. 67 de Beethoven es una de las obsesiones más repetidas entre los directores de orquesta. Esos cinco primeros compases que tanto significado metafórico albergan también incluyen el reto técnico de trasladar una anacrusa monumental a la orquesta sin desajustes, además de ser capaz de alcanzar trascendencia en una serie donde la mayor parte de las notas están repetidas y cargadas de misticismo. Víctor Pablo Pérez optó por diferenciar la primera llamada del destino de la inmediatamente posterior, haciendo las notas de este segundo grupo notablemente más lentas que las primeras, con mucho más peso. Fue toda una declaración de intenciones en una obra donde la novedad es improbable y a menudo poco pertinente. A partir de ahí la construcción fue honesta, con cuidado de la tímbrica y balance en los metales, que en esta sinfonía tienden a abrirse si no se moldea su sonido con mesura. Aire más danzable y finales de frase muy marcados para el Andante con moto, un movimiento complicado por estar a la sombra del inicio más famoso de la historia de la música, y al que le faltó presencia en los graves en los momentos climáticos. La famosa victoria del hombre sobre el destino garabateada en los dos últimos movimientos se presentó por parte de la ORCAM con menos rabia de la esperada, con cierto sentido de la madurez en los compases clave y sin atisbo de entusiasmo juvenil. Una «felicidad libre de euforia», como decía el verso de Juan Antonio González-Iglesias.
En esta ocasión el añadido coral fue más que pertinente, el Schicksalslied, op. 54 (o Canto del Destino) de Brahms. La estética y el concepto musical del bohemio comparten universo creativo con Beethoven en muchos aspectos, con lo que en conjunto pareció una Novena adelantada a su tiempo, con su último movimiento coral. Buena preparación por parte de Ana González para unos textos del Hyperion que no son sencillos en su traslado a lo musical. Y era esperable que si la rabiosa Quinta apenas se volcaba en la rabia, la afable Sinfonía n.° 6, op. 68 –la “Pastoral” – lo hiciera sin grandes amabilidades. Tras una exposición clásica del tema principal el director madrileño fue buscando los espacios menos confortables de la partitura para ofrecer una visión poco acomodaticia del espíritu de la naturaleza, con una gran tempestad en el cuarto y un final sin alardes. En resumen, una gran tercera etapa de la integral que servía como homenaje en un siempre doloroso once de marzo. Mario Muñoz Carrasco
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