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Por Publicado el: 15/02/2014Categorías: Crítica

CRÍTICA: Orlando Furioso (A. VIVALDI) / Opernhaus de Frankfurt. 14 Febrero 2014.

Un imaginativo espectáculo
Orlando Furioso (A. VIVALDI) / Opernhaus de Frankfurt. 14 Febrero 2014.

Vuelvo una vez más a Frankfurt, donde siempre se puede asistir a buenos espectáculos de ópera, en los que todo funciona bien, aunque no existan grandes divos en sus repartos, sino cantantes que forman parte de la compañía, pero que ofrecen un buen nivel siempre.

Orlando Furioso es una ópera de Antonio Vivaldi que se estrenara en Venecia en 1727 y que se había dado por perdida, teniendo mucho que ver en su recuperación el director Andrea Marcon, que fue, por cierto, quien estrenó esta producción en Frankfurt hace 4 años. Yo había tenido ocasión de ver la ópera en dos ocasiones en unas giras de conciertos por España con Jean-Christophe Spinosi al frente y guardo un gran recuerdo de aquellos conciertos.

En Frankfurt se ha ofrecido en representación escénica con dirección de David Bösch, en una producción que se estrenara en el año 2010. De este joven (35) director de escena había tenido ocasión de ver algunos de sus trabajos en Munich y siempre me ha parecido un director de talento e imaginativo. No es fácil enfrentarse a esta ópera de Vivaldi – o al Orlando de Haendel -, ya que la obra de Ludovico Ariosto, en la que está basada, es irreal y fantástica, ofreciendo poca credibilidad, y hay que echarle mucha imaginación para ponerla en escena. David Bösch decide ir por caminos de comicidad, convirtiendo la trama en casi una ópera bufa, lo que no está mal traído y consigue romper con el muchas veces excesivo estatismo de las óperas barrocas. En general, funciona mejor el segundo acto de la ópera, pero consigue que la obra no se haga pesada. La dirección de actores es francamente buena y David Bösch hace de todos los personajes, fundamentalmente de Orlando, caracteres simples e infantiloides. Quizá ha faltado que las direcciones escénica y musical hayan estado más coordinadas en su enfoque de la ópera, ya que la escena exigía una dirección musical más viva y enérgica.

La escenografía de Dirk Becker es única para toda la ópera, ofreciendo una isla rocosa en el escenario con un fondo marino. Tres rocas forman la decoración, siendo giratoria la del centro, que presenta en el segundo acto el tálamo de Angélica y Medoro, con profusión de colorido y globos. El vestuario de Meentje Nielsen está traído a tiempos actuales y resulta adecuado y colorista. Buena la iluminación de Olaf Winter.

Como decía más arriba guardo un gratísimo recuerdo de la dirección de Jean-Christophe Spinosi. En Frankfurt la dirección ha estado encomendada a Felice Venanzoni, que ha colaborado en el pasado tanto con Andrea Marcon como con el propio Spinosi. La lectura de Venanzoni ha sido correcta, pero alejada de la energía y vivacidad que Spinosi supo darle en la gira de referencia. Aquí hemos asistido a una dirección muy correcta, con todo es su sitio, pero algo corta de imaginación. Buena la prestación de la Frankfurter Opern und Museumorchester.

El reparto vocal no ofrecía nombres de gran relieve, pero ha funcionado francamente bien, formado por cantantes que dominaban perfectamente la partitura y las exigencias escénicas. Una auténtica compañía de canto perfectamente rodada y sin fallos.  El protagonista Orlando era la mezzo soprano francesa Delphine Galou, a quien ya pudimos ver en el mismo personaje en Madrid. Su actuación escénica ha sido irreprochable con un dominio absoluto del personaje. Vocalmente, no está a la misma altura, sobre todo porque no es la contralto que requeriría el personaje. En el estreno de
la producción cantó Sonia Prina y la diferencia de voz entre ambas cantantes es clara. En cualquier caso, Delphine Galou fue una convincente intérprete en todo momento.

Daniela Pini tuvo también una buena actuación en el personaje de Alcina. Muy adecuada escénicamente y sin problemas vocales, aunque prefiero una mezzo soprano con un centro de mayor entidad que el suyo.

La soprano rusa Sofia Fomina es una de las últimas incorporaciones a la compañía de Frankfurt y su Angélica estuvo francamente bien. La voz es muy atractiva, con gran frescura, no excesiva en cuanto a volumen se refiere, resultando suficientemente desenvuelta en escena y cantando siempre con gusto.

Paula Murrihy tuvo una notable actuación en el personaje de Medoro. Esta mezzo soprano es un valor muy seguro, que siempre resuelve bien sus cometidos. El contratenor Lawrence Zazzo cumplió bien en el personaje de Ruggiero, siendo lo más destacado por su parte el aria del primer acto, ofreciendo unas desconocidas dotes cómicas en el segundo. Katharina Magiera ofreció una voz amplia y atractiva en el personaje de Bradamante. Finalmente, Björn Bürger ofreció una voz agradable en el personaje de Astolfo, aparte de habilidades escénicas.

El teatro ofrecía una entrada de alrededor del 70 % del aforo. El público tuvo una acogida cálida para los artistas, aunque no hubo mucho entusiasmo.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 13 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 44 minutos. Cinco minutos de aplausos.

La entrada más cara costaba 82 euros, habiendo butacas de platea desde 49 euros. La entrada más barata costaba 13 euros.   José M. Irurzun

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