Crítica: El oro del Rin y La Valquiria en el Festival de Bayreuth
Agridulce comienzo de El Anillo del Nibelungo
Festival de Bayreuth 2023. Wagner: El oro del Rin. La Valquiria. Reparto: Tomasz Konieczny (Wotan), Christa Mayer (Fricka), Ólafur Sigurdarson (Alberich), Arnold Bezuyen (Mime), Daniel Kirch (Loge), Catherine Foster (Brunilda), Elisabeth Teige (Sieglinde), Klaus Florian Vogt (Siegmund), Georg Zeppenfeld (Hunding). Dirección escénica: Valentin Schwarz. Escenografía: Andrea Cozzi. Vestuario: Andy Besuch. Iluminación: Reinhard Traub. Dirección musical: Pietari Inkinen. Lugar: Festspielhaus de Bayreuth. Fechas: 5 y 6 agosto 2023.
Cuando la música golea a la escena… El caprichoso montaje de El Anillo del Nibelungo del austriaco Valentin Schwarz sigue tan disparatado como cuando se estrenó el añado pasado en el Festival de Bayreuth. El templo sagrado del arte y del canto wagnerianos se ha visto violentado por el capricho y la estulticia que por no ser, no es ni siquiera provocador. La estupidez es la nada, y la nada es lo que son las historias y “pajas mentales” que escupe Schwarz (negro en español) en este negro Anillo en el que todo es al revés. Por fortuna, la dirección del finlandés Pietari Inkinen (que debuta en Bayreuth tras haberse visto obligado a cancelar sus actuaciones del año pasado por Covid) ha salvado musicalmente esta primera entrega con los dos primeros títulos: El Oro del Rin, y La Valquiria, representados el domingo y el lunes, respectivamente, ante un -como siempre- abarrotado Festspielhaus que aplaudió todo y a todos.
Pietari Inkinen (1980), que ha sido una apuesta personal de Katharina Wagner, bisnieta del compositor y directora del festival, marca una diferencia sustancial con su predecesor Cornelius Meister. Se ha revelado como un consumado maestro wagneriano, con una dirección cálida, efusiva, matizada, de admirable coordinación entre foso y escenario. Cargada de autoridad y criterio. Desde el inicio, desde el grave pianísimo de los metales procedente de los fondos del Rin, se palpaba un sonido nuevo, extremadamente cuidado y pulido, que más tarde se ensancharía a cotas de alta intensidad y dramatismo. Fue la tónica de una dirección que supo respetar partitura y sus sentidos no escritos. La orquesta hizo alarde de sus mejores calidades y cualidades, con una cuerda de limado fraseo, unas maderas volcadas con la batuta y un metal que, deslices puntuales aparte, sonó con brillantez y suntuosidad propiamente wagnerianas.
En el reparto vocal, hubo de todo, como en botica. Pero la palma de estas dos primeras funciones se la lleva por goleada el Siegmund ideal de Klaus Florian Vogt. Su canto lírico, volcado, abierto y cálido cargó de emoción y sensaciones el ambiente. Desde las primeras notas en La Valquiria se constató que el tenor alemán, de 53 años, se encuentra en un momento álgido de su importante carrera. El lunes, además, tuvo una noche particularmente redonda. Su ideal “Canción de la primavera” refunde y resume su perfecta caracterización, que le sitúa entre los grandes Siegmund de la historia y, sin duda, el mejor actual.
A diferencia del año pasado, cuando contó con el complemento perfecto de la Sieglinde de Lise Davidsen, en esta ocasión su hermana melliza y enamorada ha sido la también noruega Elisabeth Teige, cantante cuyos valores quedan mermados por un vibrato que emborrona la cuidada y valiente emisión. El Wotan del barítono-bajo polaco Tomasz Konieczny transitó desde la corrección en El Oro del Rin a lo sobresaliente en La Valquiria, donde cargó de intensidad y fuerza el impresionante monólogo del segundo acto, para cerrar la función con un “Adiós de Wotan” pleno de emotividad, dolor y rabia contenida.
La soprano inglesa Catherine Foster, que ya triunfó en el mismo escenario con su abrasadora Brunilda de hace una década, dirigida por Kiril Petrenko, mantiene muchas de las cualidades de entonces. Su irrupción en el segundo acto, con los famosos “¡Joho Joho!” marcaron una interpretación de altos quilates, culminada en su perfilado y sentido “Anuncio de muerte” del segundo acto y en el dúo con Sieglinde del tercero. En el haber musical del comienzo de este Anillo de tantos méritos musicales como deméritos escénicos, hay que destacar también el trabajo notable cuando no sobresaliente de Christa Mayer (Fricka), Ólafur Sigurdarson (Alberich), Georg Zeppenfeld (Hunding) y Jens-Erik Aasbø (Fasolt). Aplausos de todos y para todos del nuevo público bayreuthiano, generoso sin pretéritas exigencias, pero certero al aplaudir y bravear a Inkinen y a Vogt más que a nadie. Al salir, ya cerca de las diez de la noche, arreciaba la lluvia y el frio, que parecen que van a ser marco permanente de este agridulce Anillo del Nibelungo en el que la música golea a la escena. Justo Romero
Publicada en el diario Levante el 8 de agosto.
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