Crítica: Orquesta de Cámara Franz Liszt en Ibermúsica
Paisaje Neoclásico
Obras de Grieg, Haydn, Montsalvatge y Chaikovski. Orquesta de Cámara Franz Liszt. Ibermúsica, serie Arriaga. Auditorio Nacional. 20 de abril de 2022.
Esta formación camerística, nacida en el seno de la Academia Franz Liszt de Budapest en 1963, ha pasado gran parte de su historia con el concertino Janos Rolla al frente. Hoy se sienta en el primer atril Peter Tfirst, que tampoco es manco, como hemos podido comprobar. Aunque el director artístico del conjunto es desde 2020 el chelista István Várdai, con el que se planea seguir una estrategia artística y empresarial de nuevo cuño.
A Várdai acabamos de escucharlo y verlo el 4 de abril tocando, junto al violinista Javier Comesaña y la Orquesta de la Comunidad de Madrid, el “Doble Concierto” de Brahms. Ya nos dejó evidencia de su clase. Su sonido posee un espectro noble, enjundioso, lleno y suntuoso, de coloraciones penumbrosas y recogidas, pero, en virtud de un imponente juego de arco, de amplio y flexible registro. Exhibe en todo momento una clara articulación, una afinación ejemplar y un fraseo muy pulido pero expresivo. Rasgos que dejó evidenciados también en este caso con una impetuosa pero adecuadamente regulada, sin apartarse de una concepción clásica, lectura del “Conciero nº 1 en Do mayor” de Haydn.
Obra muy conocida y hasta sobada, encontró nuevas luces en esta interpretación, ágil, dotada del nerviosismo prescrito en los extremos y perfectamente cantada en el “Adagio”. Contribuyó a ello el conjunto, de sonoridad virada un poco hacia lo oscuro: los graves vienen servidos por dos contrabajos y cuatro chelos. Buena base para una formación de 19 instrumentistas.
Bajo la férula del elegante Peter Tfirst, el resto de la sesión nos mantuvo atentos. Se abrió con una versión bien ajustada, medida de dinámicas, cantada y con los precisos subrayados folklóricos, de ese “ejercicio de neoclasicismo”, como dice en sus notas Rafael Ortega, que es la “Suite Hollberg” de Grieg. En la segunda parte se nos ofreció una versión bien matizada de la última composición de Montsalvatge (2002), “Tres reflejos sobre una pastoral de invierno”. Sus tres movimientos, “Andantino violeta”, “Adagietto blanc” y “Spiritoso carmesí”, circulan son sobriedad por esa senda tan bien trabajada y articulada de un depurado eclecticismo, con resonancias de un Toldrá o un Blancafort.
La sesión culminó con una bien cantada e incluso bailada recreación de la conocida “Serenata para cuerdas en Do mayor” de Chaikovski, en la que el conjunto mostró su ligereza de arcos, su juiciosa aplicación del “rubato”, su estratégico y expresivo dominio de los silencios. La sección central de la “Elegía” fue dicha y fraseada con auténtico encanto. Tras el sutilísimo cierre se desembocó en la insuperable rítmica del tema ruso del “Finale”. La Orquesta puso de manifiesto su engranaje, su aplicación, su toque apasionado cuando a cuento viene y su lustrosa sonoridad, de un refinamiento relativo pero resultón. Arturo Reverter
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