Critica: OSM: eclecticismo programado
OSM: eclecticismo programado
Obras de Mozart, R. Strauss, Álvarez Alonso y Halffter. Orquesta Sinfónica de Madrid. Dirección musical y oboe: Hansjörg Schellenberger. Auditorio Nacional, Sala Sinfónica, Madrid. 14-XI-2019.
El segundo concierto del ciclo musical de la Orquesta Sinfónica de Madrid mostró un programa ecléctico desde su base y que paraba en sinfonías clásicas, obras post-románticas de senectute o pasodobles arreglados, dentro del ámbito festivo del Concierto de Santa Cecilia. A la batuta/oboe, Hansjörg Schellenberger, el que fuera oboe solista de la Berliner Philharmoniker durante dos décadas y hoy profesor de la Cátedra de Oboe de la ESMRS. La primera parte arrancó con la Sinfonía n.º 29 en La mayor de Mozart, con una formación ajustada al repertorio (menos de treinta instrumentistas) y un intento encomiable de adaptación estilística. Si bien en lo estrictamente filológico la idea pudo funcionar –atenuación de vibrato, equilibrio tímbrico entre viento y cuerdas y ataques marcados), el resultado sonoro fue algo insustancial, más allá del brioso arranque. Faltó el sentido de la intimidad que propugna Mozart en el Andante y la chispa inherente del Menuetto. Mejor el cuarto movimiento, cuya forma sonata proporciona a la sinfonía una solidez que Schellenberger subrayó.
Tras ello llegó el Concierto para oboe y orquesta en Re mayor de R. Strauss, una de esas pocas últimas obras del compositor que escapan del espíritu otoñal de sus años finales. Ese relativo optimismo va acompañado de una distribución orquestal clásica, para reforzar esa sonoridad cristalina y nítida que propone su paisaje creativo. Con todo, su inspiración se antoja menor a la de otras obras de la época. En esta ocasión Schellenberger sacó a pasear su oboe dúctil y de elegante fraseo, a la par que daba ligeras indicaciones a la orquesta, una situación que funcionó sólo a medias por las mayores atenciones que requiere la escritura orquestal de Strauss. En el Andante se encontraron los mejores hallazgos musicales de la velada.
Para la segunda parte había alternancia entre lo famoso y lo popular. La primera dificultad que debe afrontar Also sprach Zarathustra es la de superar el monumental y carismático Sonnenaufgang (“Amanecer”), tan instalado en nuestro imaginario como poco representativo del resto de la obra, que destaca por sus hermosas relaciones tímbricas, más propias de la música de cámara. La OSM resolvió bien en lo técnico y en lo expresivo, pero su lectura quedó algo corta de vuelo poético y gradación dinámica. En resumen, resultó bien en lo grande y algo menos lúcida en lo pequeño. Con el arreglo de Halffter de Suspiros de España se volvió al tono festivo para acabar con sonrisa la celebración. Mario Muñoz Carrasco
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