Crítica: Pablo González inicia la temprada 22/23 de la OCRTVE con Mahler
Guardianes de la luz
Obra de Mahler. Stefanie Irányi (contralto). Coro de niños Sinan Kay. Orquesta Sinfónica y Coro RTVE. Directora del coro de niños: Mónica Sánchez. Director del coro: Marco Antonio García de Paz. Director musical: Pablo González. Teatro Monumental. 7 de octubre
Desde hace unos años se ha impuesto en España la costumbre de iniciar o finalizar las temporadas Mahler mediante. Tiene su sentido, ya no por la reivindicación de la figura del compositor, por suerte hoy totalmente integrado en las programaciones de las orquestas españolas, sino por la potencia del aparato orquestal, la motivación del intérprete y, desgraciadamente desde la pandemia, por el sentimiento casi catártico que nos provoca ver tantos músicos a la vez en el escenario. La Orquesta Sinfónica y Coro RTVE decidió abrir formalmente la temporada con la Sinfonía n.º 3 de Mahler, lo que equivale a arrancar con una de las construcciones metafóricas más potentes del cambio de siglo, que explora el secreto, la trascendencia, la transmutación de lo divino en emoción y el propio pálpito de la naturaleza. Casi nada. Normal que la obra ronde las dos horas de duración, y camine por tantos estadios anímicos dispares.
Pablo González optó por una visión de la sinfonía que separaba las partes confiando en las atmósferas particulares que plantean sin necesidad de intersecciones motívicas o subrayados, evitando caer en puntos ciegos —el gran riesgo de esta obra—. El largo primer movimiento ofreció un sonido compacto, aprovechando el empuje de los metales y marcando las múltiples aristas de la partitura. El segundo movimiento quedó algo más oscurecido entre el entusiasmo del primero y la magnífica y colorida lectura del tercero (el canto de los animales). Sobresaliente con todas las letras la intervención desde fuera de la sala de Germán Asensi con el post horn, en lo que supuso el momento más onírico del concierto. Grandes intervenciones de Stefanie Irányi (mucho más mezzosoprano que contralto) y los coros femenino e infantil en los momentos centrales, optando por un ambiente más expresionista para la cantante alemana y algo más de amabilidad para el coro angelical, sin entrar en fraseos almibarados.
Si la Segunda Sinfonía de Mahler tenía ese increíble cuarto movimiento titulado “Urlicht” —algo así como “Luz primigenia”—, este movimiento final de la 3ª, esa casi media hora resumida bajo el subtítulo “Lo que me dice el amor”, es una defensa de esa luz y de su camino. Requiere de más concentración que virtuosismo, para conseguir mantener a flote una intensidad abrasadora y una carga poética que a menudo queda sepultada por el volumen o la visión demasiado contemplativa. No ocurrió así. La Orquesta Sinfónica RTVE consiguió ese gradiente de intensidad, incluso en la desbordada percusión, y un lirismo de trazo amplísimo.
Al acabar la interpretación la acogida fue la de las noches grandes, con ovaciones para todos los solistas y secciones. Es un justo reconocimiento, porque otras sinfonías mahlerianas defienden creaciones, muertes o resurrecciones. Pero esta es la sinfonía de los músicos, y Mahler escribe para ellos como si fueran los guardianes de la luz. Mario Muñoz Carrasco
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