Crítica: Paul Lewis, “el Schubert más humano”
73 FESTIVAL DE GRANADA. Integral de las sonatas completas para piano de Schubert. Paul Lewis (piano). Lugar: Granada, Hospital Real (Patio de los Mármoles). Fecha: 25 junio 2023.
Entre los diversos ciclos integrados en la vertebrada programación del actual Festival de Granada, el que protagoniza el pianista inglés Paul Lewis (Liverpool, 1972) con las doce sonatas para piano completas de Schubert constituye un hito. No solo por la hazaña que en sí es abordar esta integral en cuatro recitales concentrados en la que ya es la semana más schubertiana de la historia del Festival, sino por el esfuerzo mental e intelectual de plantear un ciclo de esta envergadura. Una serie y un compositor cuya música Lewis, artista en residencia de esta edición, considera “de alguna manera, como la más real y humana”.
Lo cuenta Rafael Ortega Basagoiti en el programa de mano, y lo demostró Lewis con consecuencia y palmariamente en la jornada inaugural, el martes, con tres sonatas en las que la música pura de Schubert se sintió natural, fresca y viva, exenta de retóricas y monsergas estilísticas. Schubert claro y directo, envuelto en músculo pianístico y en calor de artista. Grande Schubert. Grande Paul Lewis.
Discípulo y heredero del inmenso schubertiano que es y será Alfred Brendel, Lewis mira al Schubert “más humano”, desde su naturaleza de “artista de honda implicación” (de nuevo Ortega Basagoiti). Matiza y recrea los aires más populares, incluso callejeros, y se adentra en sus desarrollos desde un pianismo orgulloso de sus nuevos recursos, con sonoridades plenamente románticas y anchurosamente expandidas. Lewis canta con la música y la proyecta al gran siglo romántico. Y con ello, pierde sus complejos y traumas con el contemporáneo Beethoven.
Nunca Schubert se sintió tan propio, tan “es lo que es”, como en los dedos genuinos de Lewis. Al mismo tiempo, tan cercano a la “alargada sombra” del genio beethoveniano. Un Schubert que, desde su esencia, se jacta de su adscripción romántica y se recrea en los recursos inéditos que brinda el moderno piano.
En la jornada inaugural, ante el silencio maravilloso del público que se concentró en el descubierto Patio de los Mármoles del Hospital Real -roto solo por el aleteo de un par de palomas empeñadas en no perderse ni un segundo del recital-, se sucedieron las sonatas D 568, D 784 y D 850, nacidas, respectivamente, en 1817, 1823 y 1825. Es decir, en un periodo de ocho años en el que Schubert y su manera compositiva se afianzan en el futuro. Todos los Schubert, sus mundos, situaciones y circunstancias, aflicciones y alegrías, dolores, sombras y sueños, temor y enfermedad, angustia y serenidad, desamor y amor, dudas y certezas… latieron en la interpretación de Lewis.
Todo palpitó y convivió en su visión directa, natural y extravertida, apoyada en un pianismo de medios y escuela, erigido en portavoz y oficiante de este caudal sonoro de sentimientos y vivencias. Las sombras y nostalgias de la Sonata en la menor D 784 quedaron enmarcadas entre la amabilidad de la Sonata en Mi bemol (D 568) y el increíble final de la Sonata el Re mayor, D 850, en el que la sonata se diluye serenamente en el silencio absoluto. Incluso las palomas tortolitas enmudecieron en la serenidad contagiosa de este final simple y genial. Humano, humanísimo.
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