ORQUESTRA DE VALÈNCIA Y JAVIER PERIANES

Genio luminoso

Javier Perianes (piano). Ramón Tebar (director). Programa: Obras de Grieg (Concierto para piano y orquesta) y Chaikovski (Cuarta sinfonía). ­Lu­gar: València, Palau de les Arts (Auditori). Entrada: Alrededor de 900 personas. Fecha: viernes, 11 junio 2021.

Javier Perianes y Ramón Tebar con la Orquesta de València (c)Live Music Valencia

Comenzó sucio, rutinario, emborronado, vacío de rumbo y calidad sinfónica el adagio central del Concierto para piano de Grieg. Justo hasta el compás 29, cuando irrumpió el piano solista de Javier Perianes. En un instante, nada más cantar su mano derecha el Re bemol agudo y la izquierda trazar ese lento arpegio ascendente que sirve de colchón sonoro al prodigio melódico, el pulso emocional y musical se elevó para instalarse en el universo de la emoción y las sensibilidades. Ramón Tebar, desde el podio de la Orquestra de València, escuchó con atención y disposición la expresiva, coloreada y dúctil atmósfera generada por el pianista onubense, al que brindó un acompañamiento atento e involucrado. Pero eran naturalezas antagónicas, abismalmente remotas. Donde Perianes hacía arte, Tebar no iba más allá de la solfa, sin preocuparse –o percatarse- de que la sucumbida orquesta de la que ya no es titular -este programa fue el último como tal- hiciera aguas por casi todas sus secciones.

Javier Perianes, que precisamente inauguró el Auditori del Palau de les Arts, el 22 de diciembre de 2007, cuando hizo doblete tocando las Noches de Falla y la Fantasía Coral de Beethoven con Lorin Maazel y la Orquestra de la Comunitat Valenciana, ha vuelto a dejar testimonio de su crecida alcurnia como pianista y artista, con esa manera inconfundible de decir y expresar, franca, directa y natural, que él apoya en un pianismo colmado de recursos, volcado en su función esencial de ser servidor y portador del misterio del mejor arte. Perianes, genio luminoso del pianismo contemporáneo, hizo de nuevo cantar al teclado con esos matices infinitos que en él son siempre renovados, reiteradamente nuevos.

Su sonido a un tiempo ancho y fino, denso y ligero, como ese fraseo cantable que puede ser hasta belcantista, son señas de identidad. También la variedad dinámica y la matizada claridad con la que subraya detalles y motivos … Todo en Perianes delata un artista cuya poderosa personalidad radica precisamente en su insobornable vocación de plegarse a la lógica de la partitura, a la inspiración del compositor. Hoy Grieg, cualquier otro mañana. En el lírico movimiento central de su célebre único concierto para piano, pero también en los vibrantes allegros iniciales y finales, dichos con intensidad y vehemente aliento romántico. Luego, tras el aplauso unánime y entusiasta de un Auditori prácticamente abarrotado en su aforo ya casi post-pandémico, el sortilegio se prorrogó con el regalo de un nocturno (opus 54 número 4) de Grieg cargado de “nuances” y reflejos.  

El programa se cerró con una Cuarta de Chaikovski para cuya escucha casi se precisaron tapones para los oídos. Y no solo por sus excesos decibélicos. La titularidad concluida de Ramón Tebar se cierra con este Chaikovski en bruto plagado de desajustes, trompicones y sinsentidos. Alexander Liebreich tiene un arduo y delicado trabajo por delante como sucesor de Tebar. No solo tendrá que cerrar las heridas abiertas en el seno de una orquesta hoy fracturada. También habrá de recomponer una calidad sinfónica que en estos meses finales se ha deteriorado severamente hasta tocar fondo en esta infortunada Cuarta de Chaikovski. Justo Romero

Publicada el 13 de junio en el diario Levante.