Críticas en la prensa: Orlando en el Teatro Real
ORLANDO (G .F. HÄNDEL)
Consulte a continuación los comentarios de los críticos de los diarios nacionales respecto al estreno de Orlando de Händel. Con montaje de Claus Guth, la ópera sube a escena un día antes de la representación en versión de concierto de Orlando paladino de Haydn. La opinión de los expertos difiere respecto a la dirección musical pero es unánime en la impresión del reparto y la propuesta escénica de Guth.
Reparto: Christophe Dumaux, Anna Prohaska, Anthony Roth Costanzo, Giulia Semenzato, Florian Boesch. Dirección musical: Ivor Bolton. Dirección de escena: Claus Guth. Orquesta Sinfónica de Madrid, Titular del Teatro Real. Teatro Real, Madrid.
EL MUNDO 02/11/2023
¿Es el amor una enfermedad? Los ‘Orlandos’ de Händel y Haydn en el Teatro Real
El Teatro Real reúne dos Orlandos, de Händel y de Haydn, separados por los 49 años que separan el final del Barroco y el inicio del clasicismo
La figura literaria de Orlando, paladín de Carlomagno, sirvió de protagonista a Ludovico Ariosto para su gran poema renacentista. No es Orlando un personaje, sino una figura o arquetipo, igual que el abundante elenco que lo acompaña, desde la maga Alcina hasta pastorcillas como Eurilla. Tales entes de ficción alcanzaron una grandeza literaria que se prolongó para nutrir la ópera del siglo dieciocho. El Teatro Real ha reunido dos Orlandos, de Händel y de Haydn, separados por los 49 años que señalan la distancia entre el final del Barroco y el inicio del clasicismo, ofrecidos en versión representada y en concierto.
La ópera de Händel concentra la situación en el despego de Angélica que manifiesta su preferencia por Medoro, y lo que interesa al compositor es la gama inagotable de tristezas, alarmas, impaciencias, furias y arrebatos que unos y otras sufren por culpa del famoso Amor, que aquí se concibe como una enfermedad. La versión representada ambienta la peripecia en lugar playero que muestra sus varias caras gracias a un escenario giratorio, por donde los intérpretes se pasean, corren, suben y bajan, siguiendo las órdenes de Claus Guth, empeñado en dotar de variedad y movimiento a arias interminables, unas más inspiradas que otras. Del reparto destacan la Dorinda de Giulia Sermenzato y el Medoro de Anthony Roth Costanzo. Ivor Bolton nos ofrece un recital barroco que a tal suena en la dúctil orquesta, un rigor que no se despega de una cierta monotonía en el tratamiento de cada pieza.
La versión en concierto del otro Orlando, el “paladino” de Haydn, representa un muy sugestivo contraste, tanto por la diferencia entre una y otra música como la forma de su presentación. La ópera de Haydn se califica de “eroicomica”, lo que significa que lo que aquí interesa no es el amor como enfermedad sino un festivo despliegue de muy exquisita música, grave y festiva, que Il Giardino Armonico y sus excelentes componentes desgranan con una vivacidad y un entusiasmo que se distancian de la sombría seriedad barroca. Álvaro del Amo
ABC 01/11/2021
‘Orlando’ en el Real enloquece y con razón
[…] Este ‘Orlando’ insufla vida porque se mueve por los entresijos de una casa cualquiera, quizá en la Florida americana, en donde tiene viso la presencia de un enajenado, la provocadora presencia femenina, la pusilanimidad del enamoradizo, la embriaguez de portero, la frescura de hamburguesera en su quiosco y el azote de un huracán. […]
El podio pertenece al maestro Ivor Bolton quien siente está música de manera distinta. Su barroco es más aparente, cuida a los cantantes, mantiene el volumen a nivel muy aceptable en correspondencia con varias voces no muy grandes y, según se acerca al final se recrea en algunos encantos, lo que ayer significó conseguir remontar una función que comenzó con el pie izquierdo.
Está, por supuesto el arioso ‘Già l’ebro mio ciglio’, con el que se proclama el Orlando de Christophe Dumaux, quien además de someterse a un esfuerzo físico sobresaliente canta con brillo y remata la escena de la locura con estupenda decisión. Pertenece al equipo vienés y se nota en la agilidad escénica que comparte con Florian Boesch, una voz de categoría, de quien queda el ejemplo de su borrachera, eructo incluido, en el aria de Zoroastro ‘Tra caligni profonde’. Anthony Roth Costanzo canta con meliflua limpieza el blandengue papel de Medoro. Pone encanto, con recursos todavía en la recámara, Giulia Semenzato en su representación de Dorinda. Y se estrella, vocalmente desdibujada y poco afirmada en el papel de Angelica, la soprano Anna Prohaska […]. Alberto González Lapuente
LA RAZÓN 01/11/2023
Orlando, un fino aburrimiento
El Teatro Real presenta esta versión del “Orlando” de Haendel, una producción del Theater an der Wien firmada por Claus Guth
El Teatro Real dedica una atención especial esta temporada a la figura de Orlando, con el título de Haendel y el Orlando Paladino de Haydn, la primera escenificada y la segunda en concierto. Haendel estrenó su Orlando en el King’s Theatre de Londres en 1733, en su segunda etapa londinense. Como hombre práctico que era, se percató de los cambios de gusto que experimentaba el público y por eso esta ópera es algo raro en su catálogo. De entrada, no era fácil componer una obra sobre alguien que pierde la razón, aunque bien es cierto que en décadas anteriores se hubiera visto favorecida la idea gracias al parlar cantando que se empleaba y, de hecho, Haendel también se aprovecha de ello y el ejemplo más claro es la intervención del protagonista en el final del segundo acto. Haendel trató de añadir un algo más a aquella ópera italiana que empezaba a aburrir a las audiencias y esto representa Orlando con su fantasía, las innovaciones en la instrumentación, la reducción de personajes a sólo cinco, la incorporación entre ellos del gran castrato Senesino, la presencia de un guía como es Zoroastro, etc. Tuvo éxito en su época, pero no en la historia posterior, donde son otras las óperas que se programan desde hace lustros. En definitiva, tiene mayor interés por lo que representó en su momento que por lo que es intrínsecamente, aunque esta opinión la podría rebatir yo mismo con argumentos opuestos.
El Real presenta una producción del Theater an der Wien firmada por Claus Guth, un regista serio, siempre con ideas y muy conocido en el teatro. Traslada la acción a las postrimerías de la guerra de Vietnam, transformando a Orlando en un veterano que vuelve de ella, lo que le resulta útil a efectos de reflejar su demencia. Un escenario giratorio, como el de otras de sus producciones, permite un cambió rápido entre seis escenas. Resulta ágil. Perfila también a los otros cuatro personajes y muy especialmente a Zoroastro, convirtiéndole en una mezcla entre un burócrata adusto y un vagabundo indigente, como comenta Joan Matabosch en sus notas en el programa de mano. Y Guth es muy detallista. Traeré aquí sólo un momento, su escena al inicio del segundo acto, cuando mea en una palmera y mea fuera, mojándose el pantalón y cuando, en medio de la peculiar aria cantada como un borracho, emite un sonoro eructo. Dejo a ustedes comentario y opinión sobre tanto verismo en una obra barroca.
Es precisamente Florian Boesch lo más interesante tanto vocal como actoralmente de la producción. Domina por completo el personaje y luce su sonoro timbre de barítono-bajo, ya sea en «Lascia Amor e siegui Marte» como en «Sorge infausta». Cumple el resto del reparto, destacando la Dorinda de Giulia Semenzato, perfecta en «Quando spieghi i tuoi tormenti» con el atractivo de los violines simulando el canto de un ruiseñor. Anna Prohaska encarna a Angelica con alguna nota al borde del grito y el contratenor Anthony Roth Costanzo salva bien «Vorrei poterti amar» del tercer acto. Christophe Dumaux es uno de los contratenores más en boga y tiene ocasiones en donde demostrar los motivos, como en las agilidades de «Fammi combattere» o en la ya citada escena de su locura «Ah, Stigie larve!», aunque en alguna ocasión se eche de menos un mayor caudal vocal y a su interpretación global le falte algo de garra.
Y es que en este Orlando hay un problema serio, que afecta a toda la representación y es la dirección musical de Ivor Bolton. El maestro, tantas veces admirado en este repertorio -muy especialmente recuerdo sus direcciones en la Bayerische Staatsoper– lo ama demasiado. Quiere acariciar la música y la cuida demasiado, con primor, y ello va en perjuicio de su lozanía, de su ágil vuelo. Basta buscar en Youtube para darse uno cuenta de que esta partitura puede sonar -y nada que objetar a la prestación de la Sinfónica de Madrid– y ser cantada con mucho más brío y viveza a fin de que no aburra hasta a las ovejas. Gonzalo Alonso
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