Crítica: Il Re Pastore, recuperando una joya
IL RE PASTORE (W. A. MOZART)
Recuperando una hoya
Semana de Música de Cámara de San Sebastián. Fecha: 24-VI-2021. Lugar: Teatro Vitoria Eugenia. Programa: Il Re Pastore, KV 208, ópera seria en dos actos de Wolfgang Amadeus Mozart. Intérpretes: Arantza Ezenaro (soprano – Aminta/Rey Pastor), Elena Sancho Péreg (soprano – Elisa), Paula Iragorri (soprano – Tamiri) Antoni Lliteres (tenor – Alejando Magno), Imanol Laura (tenor – Agenor). Orquesta: Master de Musikene. Director de escena: Guillermo Amaya. Director: José Luis Estellés.
Para abrir boca han de sostenerse -firmemente- dos cosas. Sea la primera para significar que esta ópera, ha sido el epicentro de la Semana de Música de Cámara de San Sebastián, organizada por la entidad (poco valorada institucionalmente) ‘Donostia Musika’, cuyo ilusionante partero y alma pater es el doctor en medicina y analista clínico Carlos Benito. Entiéndase la segunda como un aldabonazo a la petulante Quincena Musical Donostiarra, que este año nos priva del arte lirico en escena y sigue en sus trece de ofrecer sota caballo y rey. O sea más de lo mismo.
Siendo de justicia escribir el párrafo precedente, la dirección escénica de Guillermo Amaya, se llevó de un plumazo todos los recitativos compuestos por el joven Wolfi (a la sazón con 19 años) escritos por el gran Matastasio, poniéndonos en escena a un pretendido actor (de nombre ignoto), que fue el que tomó casi el protagonista de la obra, moviéndose de un lado para otro, con una vocalidad un tanto chilloncilla, sin empaque de recitador, con exagerada carga escénica, con declamación defectuosa (poco audible) sin base de rapsoda. Y punto. Eso sí, resultó sorprendente y de impacto el gran torso despiezado de varón que figuraba en el friso del Partenón ateniense, que hoy en día, gracias a la rapiña expoliadora de la Pérfida Albión, puede contemplarse en el Museo Británico, que como tenga que devolver todo lo robado en pugnas bélicas puede quedarse en paños menores. A la batuta -impuesta- de Estellés (otrora director artístico de Musikene que salió haciendo ‘fú’ como el gato, cuestión ésta que ahora no viene al caso) le quedó grande este rotundo Mozart, llevando a la orquesta con determinados descuadres, sobre todo en el viento madera, y concertando con limitaciones a quienes arriba ponían su voz. Empero, sí resultó buena la sonoridad de los alumnos de Musikene que, actuando con total gratuidad, han superado sus masters de especialización.
Vuelta al ruedo y salida a hombros por la puerta grande para las tres voces femeninas. Arantza Ezenarro, desempeño su rol de Aminta (estrenado en su día por el castrato Tommaso Consoli) con una brillantísima lección de canto, llevando la voz sin alteración tímbrica alguna en las complicadas modulaciones exigidas en el pentagrama y regalándonos la hermosura del aria L’ameró, sarò constante, sin que en el foso se tuviera el acierto de darle la oportuna réplica concertante del violín solista y de los dos cornos ingleses. Elena Sancho Péreg (¡qué dulzura de voz!) dejó el espaldarazo de su calidad -reconocida internacionalmente- en el aria Barbaro!, oh Dio, mi vedi. Paula Iragorri, no es que estuviera bien, estuvo requetebién. Pena que las voces masculinas no fueren de la altura de las damas. Antoni Lliteres tuvo momentos de canto con evidencias calantes como en las tensiones a que obliga Si spande al sole in faccia, e Imanol Laura, se perdió en su Si puo dir, come si trova. Por el contrario sí resulto lujoso y lustroso el quinteto final Viva L’invitto duce! Resumen: tiene mucho mérito programar este Mozart, con una calificación genérica de alto notable.
Permítaseme por Herr Beckmesser hacer unas sucintas valoraciones de los eventos musicales que hubo en esta Semana de Música de Cámara, antes y después del importante impacto lírico que ha sido Il Re Pastore. Conmemorando el centenario del nacimiento del gran compositor argentino Astor Piazzola, el conjunto Iberotango, el día 19 sacó las esencias sinfónicas del viejo baile porteño ofreciendo 12 piezas de este compositor de entre las que brilló la titulada Milonga del ángel. Todo un disfrute para los sentidos. El día 20 el profesor de Musikene y gran violinista Aitzol Iturriagaboitia, con sus alumnos, nos presentó una sugerente versión comentada de Las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi, dentro del ‘Proyecto sueño’ que resultaría ideal para llevar la música clásica a los centros de enseñanza, pesé el cerrojazo dado al arte de Euterpe por la señora Celaá. Resultó sorprendente, el día 22, conocer obras compuesta para laúd por J.S. Bach, pulsadas por ese genio que es Enrique Solinis. ¡Qué tío! tañendo el laúd renacentista, la tiorba, el laúd barroco alemán y el archilaúd. Pasado Mozart, la semana se cerró el día 27, por la mañana con el Dúo Casadó, a través del cello de Damián Martínez y el piano de Marta Moll, iluminando con su buen hacer en Adagio para cello y piano de Zoltan Kodali; por la tarde, los dos pianos pulsados por Marta Zabaleta y Miguel Borges, se lucieron presentando la exquisitez emotiva de Ígor Fiódorovich Stravinski (50 años de su fallecimiento) con sus geniales creaciones para ballet El Pájaro de Fuego, Petrushka y La consagración de la Primavera, cerrando así, con semejante hermoso broche, un ciclo de cámara muy alto nivel. Manuel Cabrera.
Leyendo la crítica de “Il re pastore”, resulta comprensible que alguien no esté de acuerdo con la supresión de algunos recitativos. Pero en este caso, en mi opinión, el excelente actor Gerardo Quintana ayudó mucho a la comprensión del enrevesado argumento. Mucha gente comentó al finalizar que esto habría que hacerlo más a menudo, en especial en las versiones no completamente escenificadas. Lo que es más sorprendente es la opinión del crítico sobre el enorme músico y director que es José Luis Estellés. Estuvo “a todas”, maduro, y no se entiende el resultado musical sin su espectacular dirección, a la altura de los más grandes. Los que estuvimos comentábamos al acabar que apenas miró la partitura durante toda la representación y ayudó en todo momento a los cantantes y a la orquesta, que le aplaudió a rabiar en los saludos. Por cierto, magnífica puesta en escena, considerando que era una versión semiescénica. Me encantó!