Crítica: Recital de Carmen Artaza en el Teatro Victoria Eugenia
‘Qué Carmen de Bizet se está fraguando!
Fecha: 28-III-2023. Lugar: Sala Club del Teatro Victoria Eugenia, San Sebastián. Programa: Dieciséis lieder de Franz Schubert. Solista: Carmen Artaza, mezzosoprano. Pianista: Hilko Dumno.
Dentro del nunca bien ponderado Festival Schubert que durante todo este año está programando la potente -aunque humilde en dineros- entidad Donostia Musika, arribó a su tierra natal, desde la residencia estable que tiene en Frankfurt, la mezzosoprano Carmen Artaza con la voluntad de presentar, junto con la compañía al piano de las expertas manos de Hilko Dumno, un concierto en el que se expusieran los más relevantes sentimientos del genial compositor vienés. A fe mía que el empeño tuvo un alto logro.
Cuando el emasculado Giambattista Mancini, allá en el siglo XVIII, hizo una valoración de quien -según los cronicones- fue afamada contralto, Vittoria Tesi Tramontini, alias La Fiorentina, parece como si intuyera, cuatro siglos después, la existencia de una voz, tal vez melliza, como es la de esta mujer donostiarra, que hizo gala de un estupendo portamento, expresando en modo ostentoso los affeti de cuanto estaba dentro de cada lied a través de una nítida dicción de la lengua tedesca, compleja en el canto para quienes han nacido en idiomas vernáculos de raíces latinas, como el caso de los finales silábicos terminados en ’cht’, ‘st’ o gling’.
El concierto se dividió en cuatro bloques dentro de los que los lieder en que estaban conformados obedecieron a los conceptos de ternura, dolor, tensión y luminosidad, mostrando a la vez el profundo conocimiento que Schubert tenía de la poesía alemana. El acierto de la programación, como en este caso, siempre supone muchos enteros de valor positivo para el gozo del público diletante, amén de permitir un indudable mejor acomodo para el artista. En este encuentro lirico se tuvo la dicha (al menos para quien escribe) de disfrutar visualmente de la gran técnica de canto de esta mujer, por lo que a la administración del aire inspirado se refiere, ya que su estilizada figura y la túnica que vestía permitieron observar el rigor de los movimientos externos de sus tomas de aire diafragmáticas, que fueron en todo momento rigoristas con la sutileza de los tiempos que manaban de las partituras y del bien hacer desde el piano.
Artaza sorprendió con la limpia y holgada superación que se encierra en la muy compleja partitura de In Freien (Al aire libre), mostró una voz de modulación doliente en Der Tod und das Mädchen (La Muerte y la Doncella), dejándose llevar por la poderosa expresividad que requiere el canto del lied Auflösung (Disolución) o por la limpieza emocional de desgarro que se encuentra imbricada en Du liebst mich nicht (Tú no me amas), dando plenitud de sentido al texto de Goethe cuando cantó Erlkönin (El rey de los elfos). La muy cuidada expresión en su cara fue el complemento fundamental para entrar en el fondo schubertiano de los lieder cantados.
El público, con un aforo totalmente vendido dos meses antes, agradeció el esfuerzo y la calidad de esta cantante y del pianista, haciéndoles salir en cuatro ocasiones para recibir los inequívocos loores. ¡Qué Carmen de Bizet de está fraguando en esta voz de mezzosoprano spinto! ¿Se enterará la Biquincena Musical Donostiarra? Manuel Cabrera
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