Critica: Recuperar a Manuel García
RECUPERAR A MANUEL GARCÍA
Manuel García: “Il finto sordo”. Dirección de escena: Paco Azorín. Dirección musical y piano: Rubén Fernández Aguirre. Fundación March, Madrid, 6 de mayo de 2019.
Siempre es bienvenida una creación de Manuel García por cuanto en ella es posible encontrar las claves de un belcantismo estilizado, en la línea de Rossini con inevitables aromas mozartianos, al menos en la superficie. Se trata de la quinta de las partituras de salón escritas por el ilustre artista, que supo condensar en ellas todo un cúmulo de conocimientos y reglas del canto más depurado. Hemos podido escucha esta obrita gracias a la colaboración del Teatro de la Zarzuela y la Fundación March.
La norteamericana Teresa Radomski, que con su hermano James se ha constituido en una de las mayores conocedoras de la figura y la música del compositor sevillano, sitúa a la obra en la estela de la “commedia dell’arte”, nos señala puntualmente, en un riguroso análisis, los entresijos y pormenores de la operita. En la sesión desarrollada el 6 de mayo, bajo la experta mano del incansable y conocedor pianista-director Rubén Fernández Aguirre, se supo dar forma a la epidérmica y convencional anécdota que ilustra música tan galana y que cuentalos prolegómenos de la boda entre la joven Carlotta y el viejo pero adinerado Don Pagnacca. Las complicaciones sobrevienen con la llegada de Capitano, un joven enamorado de Carlotta que finge ser sordo para unirse a la muchacha. Azorín otorga a la escena –que se desarrolla en el vestíbulo de un hotel de nuestros días que se abre a cuatro ascensores- una movilidad y un dinamismo fuera de serie con una idea esencial: “trazar un puente entre el momento de la creación y la actualidad para no realizar un ejercicio de estilo”.
Brillante sin duda, como lo son muchas ideas que se van desarrollando a medida que la narración próspera y en la que pululan los seis personajes. Cristina Toledo, soprano ligera de timbre penetrante y de emisión no muy templada en la zona aguda, pechó con la parte de Carlotta, que defendió bastante bien en la reproducción de una coloratura nada fácil. Carol García (Lisetta), mezzo muy lírica de sonoridades bien redondeadas y homogéneas, prestó encanto a su menos comprometida línea vocal. En el capítulo masculino lo menos afortunado estuvo en la actuación del tenor Francisco Fernández-Rueda (Capitano), un ligero o lírico-ligero de timbre opaco y emisión más bien esforzada, con agudos abiertos.
Teníamos nada menos que a tres de los mejores barítonos jóvenes españoles de este tiempo. Damián del Castillo (Francuccio, el conserje), está dotado de metal bien sonante, con tintes ligeramente nasales y volumen más que apreciable. César San Martín (Pagnacca), demasiado joven para dar verosimilitud al viejo pretendiente, tiene presencia y enjundia, aunque su timbre es más opaco y no acaba de centrarse por completo en los sonido altos. Pero cantó con vis cómica y mostró talento escénico. El mejor instrumento de los tres es el de Gerardo Bullón (Pandolfo), lírica y ricamente esmaltado, homogéneo y grato, ortodoxamente manejado. Lástima que cante más bien poco. Adecuada y graciosa la prestación, cosecha de Azorín, de Riccardo Benfatto, personaje mudo (recepcionista, botones, camarero, jardinero y cocinero). Arturo Reverter
Sorprendente su percepción y descripción sobre los cantantes. Deja mucho que desear, sinceramente. Sin ningún tipo de argumento ni conocimiento sobre técnica vocal, y para colmo a degüello. Es de pena que dejen publicar críticas de este estilo a personas sin un criterio más fino.