Critica: Relucía bien bonito el Palau de la Música
Relucía bien bonito el Palau de la Música
CONCIERTO REAPERTURA PALAU DE LA MÚSICA. Orquestra de València. Álvaro Albiach (director). Maite Alberola (soprano), Sandra Ferrández (mezzosoprano). Programa: Obras de Ricardo Lamote de Grignon, Serrano, Barbieri, Bizet y Kodály. Lugar: Palau de la Música (Sala Iturbi). Entrada: 1781 personas (lleno). Fecha: jueves, 5 octubre 2023
Relucía bien bonito el Palau de la Música el jueves en el concierto de reapertura. No solo por rezumar la impecabilidad de lo nuevo, sino también por una iluminación muy mejorada y la emoción de volver a ver a la Orquestra de València en su hogar, ante una brillante temporada de conciertos por delante en la recuperada acústica de la Sala Iturbi. Menos esplendor tuvieron el programa inaugural y el acto en sí, que recobraba maneras y hábitos ya pretéritos, incluido discurso tópico, manido, cargado de ausencias y no exento de patinazos de la Alcaldesa. Derroche de flores, coches oficiales, arregladitas y despistadas azafatas de agencia modelo sonrisa-Profidén… En definitiva, el endomingado “todo València” con sus escandalosos teléfonos, abanicos, cuchicheos y no saber estar. Un espectáculo hasta con colofón de fuegos artificiales. ¡València! Sí, se notaba la vuelta a los tiempos de la alcaldesa “honoraria” del Puente de Las Flores… Tal como ha querido el poble soberanísimo. Amén.
En el escenario, daba gusto reencontrarse con la Orquestra de València, ante un programa extraño y extremadamente desigual, dirigido por ese maestro siempre competente y eficaz que es el edetense Álvaro Albiach, actual principal director invitado de la formación. Para la primera parte del desigual contenido, se seleccionaron tres romanzas del suecano José Serrano, con motivo de cumplirse los 150 años de su nacimiento, y una cancioncilla sin más mérito ni interés que titularse “La Valenciana” y estar dedicada por el creador de La canción del olvido al gran Ruperto Chapí. Antes, la brillante -y nada más- Fantasía sobre temas de Serrano de Ricardo Lamote de Grignon, en entonada traducción de Albiach y de una orquesta a la que se veía, escuchaba y sentía contenta de la vuelta a casa.
Flaco favor se hace a la música lírica y sin vericuetos de Serrano al ubicarla como preámbulo de la genialidad abrasadora de Bizet y su Carmen, ópera de la que se escucharon el tercer entreacto (“Les Toreadors”), la seguidilla, la habanera y la joya del aria de Micaela (“Je dis que rien…”). Mucho mejor hubiera sido extender el programa en obras de certero interés del repertorio comunitario, como las sinfonías de Chapí o Esplà. La soprano valenciana Maite Alberola (quien lució varios trajes en la noche, cual desfile de modelos; a juego con el de la Alcaldesa, ataviada de blanco cisterciense), y la mezzo crevillentina Sandra Ferrández fueron Carmen y Micaela. Ferrández se excedió en chispa e impostación (sobró el vulgarísimo siseo en la seguidilla), y la Alberola dejó pruebas de sus solvencias y sólida carrera. Protagonizó el mejor momento de la noche en el aria de Micaela. A ninguna de las dos se les entendió ni jota. Como a la Caballé, pero distinto.
Antes de todo y a modo de sorpresa, cuando el público aún estaba casi acomodándose en las flamantes butacas, el organista Arturo Barba hizo brillar el también puesto a punto órgano del Palau de la Música. Apenas dos o tres minutos, casi a modo de feliz fanfarria, durante los que órgano y organista dejaron sonar los secretos tubulares del instrumento en una luminosa interpretación de la Danza del Acha, página anónima recogida en el manuscrito Flores de Música, recopilado entre por Antonio Martín y Coll a principios del XVIII. Fue el brillante preludio de la noche reinaugural. Al final, claro, el Himno de València, bien tocado por la orquesta, bien dirigido por Albiach, y terriblemente mal cantado por todos. ¡Y todos contentos! ¡Larga vida al Palau de la Música! Justo Romero
Publicado en el diario Levante el 7 de octubre de 2023.
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