Crítica: Un réquiem alemán por laEuskadiko Orkestra: Un Réquiem entre isobaras
EIN DEUTSCHES REQUIEM (J. BRAHMS)
Un Réquiem entre isobaras
Fecha: 28-III-2022. Lugar: Auditorio Kursaal, San Sebastián. Programa: Ein Deutsches Requiem, Op. 45, de Johannes Brahms. Voces solistas: Olga Pasichnyk (soprano), Johann Kristinsson (barítono). Coro: Orfeón Pamplonés. Orquesta: Euskadiko Orkestra. Director musical: Georg Marck.
Cierto que en el mundo de la música clásica -a ella nos ceñimos ahora- el factor humano es fundamental, máxime desde el punto de vista donde pueden producirse acontecimientos que obligan a variar lo previsto y concertado en un momento inicial, al acontecer con la realidad más inmediata. Pasa como en las predicciones meteorológicas, pues, cuando estás esperando con ansiedad la bonanza de un espléndido anticiclón, se te descuelga una borrasca tremebunda por un pequeño hueco que está abierto desde el Ártico, y se convierte en tormenta lo que estaba previsto para un hermoso día de solaz climático.
En el programa de la Euskadiko Orkestra, previsto para la temporada 21/22, estaba concertado que esta magna obra de Brahms estuviera en las voces de la soprano Ainhoa Arteta y del barítono Michel Nagy. Pues bien, ni ella ni él actuaron en el concierto que aquí se valora. La soprano por una afección fonal ya conocida y cacareada -con bastantes dosis de mala fe colaterales- por cuantos medios quisieron meterse en su intimidad, aunque se debió dar cuenta de ello a la E.O. con más tiempo de antelación con el que lo hizo su agente artístico. Del barítono convenido, Michel Nagy, se desconoce la causa de su ausencia, pese a tener compromisos muy cercanos y posteriores a la cancelación. Hay veces que la luz y los taquígrafos serían de agradecer.
Ein Deutsches Requiem, Op.45 (Un réquiem alemán) es un oratorio fúnebre católico pero no cristiano, basado en textos luteranos, lo cual no le resta un ápice de grandiosidad musical (incluso ha sido interpretado en importantes eventos religiosos que obedecen al credo apostólico romano)
Cómo se nota el especial sello de calidad que a la E.O. le viene imprimiendo su director titular Robert Treviño, pues en esta ocasión la ausencia de la paleta de colores con la que trabaja el maestro norteamericano fue apreciable, sobre todo en los ensamblajes de las modulaciones que tan bien están escritas por el compositor y que, en la presente ocasión adolecieron de la exquisita ductilidad sonora que últimamente nos presenta nuestra orquesta autonómica. Marck -con todos mis respetos- mantuvo una concepción muy uniforme y especialmente rígida en el movimiento 4 del coro “Wie lieblich sind deine Wahnungen” en la expresividad de la obra, ya que faltaron valoraciones armónicas sentimentales de fulgor, hacia lo eterno, tan resaltadas por el propio compositor. ¡Qué pena!
El Orfeón Pamplonés (42 años más vetusto que el Donostiarra) adoleció de ciertos desajustes en las rotundas y unívocas entradas establecidas en el pentagrama y le faltó una pizca de regusto en determinados fraseos, tal vez causado ello por la especial rigidez que la batuta imprimió constantemente a la obra. No todo es cantar a potencia abierta, como fue el caso del impactante final, el postrero el 7º “Selig sind die Totem”; un poquito más de mimo hubiese dado mayor brillo a este impactante cierre.
Los dos solistas, Pasichnyk y Kristinsson, fueron fieles discípulos de la batuta y resultaron notables -sin llegar al sobresaliente- sus participaciones en la obra, con unas estructuras fonales en verdad interesantes. Manuel Cabrera
“oratorio fúnebre católico pero no cristiano, basado en textos luteranos”
No será “cristiano pero NO católico” ?