Crítica: Un Rigoletto irregular vocalmente
RIGOLETTO (G. VERDI)
Staatsoper de Berlín. 16 Junio 2019.
Llega a su fin este viaje a Berlín con esta representación de Rigoletto, que no ha levantado entusiasmos, especialmente por un reparto vocal con claras lagunas, habiendo contado con una dirección musical no más que correcta y una producción sin mucho interés.
Se trata de una nueva producción que lleva la firma del director de escena americano Bartlett Sher y que se anuncia como cooperación con el Metropolitan de Nueva York, aunque no sé en qué puede consistir dicha cooperación, ya que en el Met hay una producción de Rigoletto moderna y rompedora que no llevará 5 años de vida.
La producción ofrece un telón inicial y otro al fondo de la escena, que parecen ser un homenaje a los pintores alemanes George Grosz y Otto Dixy, especializados en caricaturas críticas sociales. Aparte de esto, la escenografía de Michael Yeargan nos lleva a un palacio con columnas en la parte de atrás, que sirve tanto para la primera escena de la ópera como para el segundo acto. La segunda escena del primer acto, así como el último acto, se resuelven con unos practicable móviles, que se ofrecen en la parte delantera del escenario. En el primer caso estamos ante la casa de Rigoletto con dos alturas y en el segundo con una especie de taberna, en la que viven Sparafucile y su hermana. Nada original en cualquier caso.
La acción se traslada a los años 20 y el vestuario de Catherine Zuber resulta atractivo en la fiesta del Duca. Cuenta la producción con un buen trabajo de iluminación de Donald Holder. La dirección de escena de Bartlet Sher resulta adecuada, llamando la atención la defensa que hace Gilda de sí misma al ser raptada, así como la deficiente resolución de la muerte de ésta a su llegada a la casa de Sparafucile.
La dirección musical corrió a cargo del colombiano Andrés Orozco Estrada, cuya actuación no me pareció muy brillante. Llevó la obra bien, pero eché en falta mayor carga dramática y su lectura se me hizo un tanto monótona. Buena la prestación de la Staatskapelle Berlín y correcto el Coro de Hombres de la Staatsoper.
Rigoletto fue interpretado por el barítono británico Christopher Maltman, quien seguramente debutaba en el personaje. Al menos, yo no recuerdo que lo hubiera cantado anteriormente. Su actuación se puede considerar como positiva, con una voz amplia y bien timbrada, adecuada a las necesidades del personaje. En mi opinión hubo exceso de sonidos abiertos, ya que cantó prácticamente todo a plena voz. Si presta más atención a los matices, puede ser un personaje muy habitual en su repertorio.
La parte de Gilda fue cubierta por la soprano americana Nadine Sierra, que lo hizo de manera destacada. Se trata de una soprano ligera, quizá demasiado para la segunda parte de la ópera, que resulta una cantante muy destacada en todas sus intervenciones. Su Caro no me fue lo mejor de la noche, donde hizo una auténtica demostración de control de respiración en una nota final interminable. Hay que destacar también su actuación en los dúos, tanto con Rigoletto como con el supuesto Gualtier Maldé.
El borrón vocal de la representación vino de la mano o más bien de la garganta del tenor americano Michael Fabiano, a quien he encontrado en un sorprendente y decepcionante estado vocal. He tenido ocasión de verle en bastantes ocasiones y siempre me ha parecido un tenor de voz atractiva y muy bien manejada, aunque apretado en las notas más altas. Sigue siendo un notable cantante, pero en los últimos tiempos su voz se ha ensanchado notablemente en detrimento de sus notas altas, que ya estaban comprometidas. Ahora sus sonidos son muy abiertos y no hay armónicos por arriba, siendo una entelequia cualquier aproximación al DO o al SI sobreagudo e incluso al LA. En estas condiciones, Il Duca resulta casi un sufrimiento. Evidentemente, tuvo que irse abajo en el Addio, addio del primer acto como en la cabaletta del segundo. No lo hizo, evidentemente, en La Donna è
Mobile y así no se puede salir triunfante de esta prueba, no faltando algún abucheo tras esta archiconocida página. Me temo que este excelente cantante en un tiempo va a pasar a otra vida muy pronto, ya que me temo que no es recuperable. Me pregunto qué va a pasar el mes próximo en Madrid, cuando está anunciado en la Giovanna d’Arco en concierto, acompañando a Plácido Domingo.
Correcto, aunque un tanto modesto vocalmente, el Sparafucile de Jan Martinik y lo mismo se puede decir de la Maddalena de Elena Maximova.
En los personajes secundarios Giorgi Mtchedlishvili fue deficiente Monterone, con voz insuficiente y mal emitida. Lo hizo bien Adam Kutny como Marullo. Correcta la Giovanna de Corinna Scheurle. Sin mayor interés, Andrés Moreno García (Borsa), Erik Rosenius (Ceprano) y Serena Sáenz (Condesa Ceprano y Paje).
La Staatsoper ofrecía una entrada de alrededor del 90 % de su aforo, aunque la mayor parte de los huecos estaban en las localidades de visibilidad reducida o nula. El público se mostró cálido con los artistas en los saludos finales, siendo los mayores aplausos para Nadine Sierra y Christopher Maltman.
La representación comenzó con 4 minutos de retraso y tuvo una duración de 2 horas y 38 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 4 minutos. Cinco minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 97 euros, costando la más barata 37 euros. José M. Irurzun
Fotos: Brinkhoff/Mögenburg
Últimos comentarios