El Anillo concluye con un estrepitoso fracaso

FESTIVAL DE BAYREUTH 2022. Wagner: Siegfried. El ocaso de los dioses. Reparto: Andreas Schager y Stephen Gould (Siegfried), Tomasz Konieczny (Wotan), Daniela Köhler e Iréne Theorin (Brunilda), (Brunilda), Olafur Sigurdarson (Alberich), Arnold Bezuyen (Mime), Wilhelm Schwinghammer (Fafner), Okka von der Damerau (Erda y Norna I), Alexandra Steiner (Pájaro del bosque); Albert Dohmen (Hagen), Michael Kupfer Radecky (Gunther), Elisabeth Teige (Gutrune), Christa Mayer (Waltraute), Okka Von Der Damerau (Norna I)…. Dirección escéni­ca: Valentin Schwarz. Escenogra­fía: Andrea Cozzi. Vestuario: Andy Besuch. Iluminación: Reinhard Traub. Di­rec­ción musi­cal: Cornelius Meister. Lugar: Festspielhaus de Bayreuth. Fechas:13 y 15 agosto 2022.

Albert Dohmen (Hagen), Michael Kupfer-Radecky (Gunther) y Clay Hilley (Siegfried) © DG Stage

Como estaba cantado, el lunes concluyó el nuevo Anillo del Nibelungo del Festival de Bayreuth con un estrepitoso fracaso. Los 1.974 wagnerianos que, como siempre, abarrotaron el mítico Festspielhaus inaugurado por Wagner en 1876, manifestaron sin vacilación su claro rechazo al disparate escénico perpetrado contra la obra maestra de Wagner por el joven regista austriaco Valentin Schwarz, al que se le nota demasiado su absoluta bisoñez en estas lides. De hecho, Wagner ni siquiera figura en su currículo ni carrera. A sus 33 años, además de vulnerar y destrozar la Tetralogía, el intruso Schwarz ha cosechado el mayor fiasco de su vida profesional.

Y con pleno merecimiento. De hecho, no exageraba el melómano que al salir el jueves por la noche del legendario Festspielhaus de Bayreuth tras asistir a La Valquiria -segunda cita del Anillo- calificó el trabajo de Schwarz como “una mierda” De hecho, todo es capricho y estupidez en su empeño iconoclasta de romper cualquier tradición o vínculo con la dramaturgia y parafernalias wagnerianas. Se burla de todo lo que tenga algo que ver con el mundo del creador de Parsifal, para así trasladar todo a su propio caos y capricho mental. El resultado, claro, es una desnortada empanada mental sin sentido ni razón, que comienza en El Oro del Rin y concluye una semana después, en un proceso siempre decadente y a peor, con un Ocaso de los dioses absolutamente disparatado, donde cualquier parecido con la realidad es imposible. Inventa personajes, hace sobrevivir a otros y crea acciones paralelas o absolutamente ajenas sin ton ni son. Palos de ciego que no conducen a nada.

Tampoco musicalmente, este chusco final logra levantar el vuelo. La Orquesta volvió a mostrarse en El ocaso de los dioses tan desconocida y errática como en las tres entregas anteriores. Cargada de instrumentistas muy jóvenes e inéditos en el selecto foso de Bayreuth, como consecuencia de bajas por COVID, sí, pero también por la caída en el nivel de los directores invitados. En esta ocasión, lo ha hecho bajo la dirección rutinaria, sin vuelo, ambición ni suntuosidad de un discreto Cornelius Meister que apenas rozó la corrección. Pasajes orquestales tan prodigiosos como el Viaje de Siegfried por el Rin, la Marcha fúnebre o la Inmolación de Brunilda quedaron reducidos a la intrascendencia.

En el ponderado capítulo vocal destacó la entregada y veterana wagneriana Iréne Theorin, que, no obstante, pasó apuros en una Inmolación en la que, más que emoción tetralógica, hubo vibrato, agudos destemplados y hasta gritones y un fraseo más pendiente del acomodo vocal que del sentido musical. Como contrapunto, la soprano sueca, nacida en 1963, lució dignidad y buenos momentos en un bien cantado segundo acto. Tuvo que pasar el mal tragó de escuchar una sonora pitada cuando salió a saludar en solitario, que no lograron disimular los aplausos de sus incondicionales seguidores.

Otra de las curiosidades y rarezas de este Ring es que los personajes de Brunilda y Siegfried aparecen encarnados por distintos cantantes. En Siegfried el rol protagonista fue defendido por el alemán Andreas Schager que capeó con arte vocal, clase wagneriana y profesionalizada disciplina la tontería escénica. Fue un Siegfried natural, brillante y encendidamente descarado y entusiasta, indemne al enjambre de intereses y tonterías que le envuelven. A su lado, tuvo a la Brunilda debutante de Daniela Köhler, que a pesar del entusiasta aplauso que escuchó al final de la función, encarnó una deslucida Brunilda, corta de vuelo, apoyo y raigambre. Decepcionó y mucho el sobresaltado, más que irregular y poco ligero Pájaro del bosque de Alexandra Steiner. La mezzo Okka von der Damerau fue una Erda bien cantada, pero sin fuelle ni la amplitud de contralto que requiere la profunda diosa de la tierra.

En el haber vocal de este Siegfried tan malogrado como toda esta nueva Tetralogía, destacaron el renovado Mime de Arnold Bezuyen, el dispuesto Alberich de Olafur Sigurdarson y el desvencijado y en esta producción maltratado Fafner de Wilhelm Schwinghammer. Siegfried y El ocaso de los dioses fueron las dos últimas jornadas de este nuevo y ya fracasado Anillo del Nibelungo que representa el peor espectáculo wagneriano presentado en el Festival de Bayreuth desde su refundación en 1951, tras el cierre derivado del fin de la Segunda Guerra Mundial y los años de galera derivados de la cercanía entrañable de la familia Wagner con un confeso wagneriano llamado Adolf Hitler. Justo Romero

Publicada el 17 de agosto en el diario Levante.