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Por Publicado el: 06/03/2022Categorías: En vivo

Crítica: Leonard Slatkin y el pianista George Li con la OV. Pomposa y banal

ORQUESTRA DE VALÈNCIA (L. SLATKIN)

Pomposa y banal

George Li (piano). Leonard Slatkin (director). Programa: Obras de Cruixent (Cyborg), Ravel (Concierto para piano y orquesta en Sol), y Elgar (Variaciones Enigma). Lugar: València, Palau de les Arts (Auditori). Entrada: Alrededor de 1.200 personas. Fecha: miércoles, 2 marzo 2022.

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Slatkin dirige la OV. George Li, solista (c) Live Music Valencia

Debutó Leonard Slatkin (1944), batuta de renombre universal, con la Orquestra de València. Y fue llegar, y crecer como por arte de magia el nivel de la formación valenciana. No es Slatkin artista que fascine por carisma o la impronta personal de sus versiones, pero admira su competencia sobre el podio, su efectividad con parcos medios y la honestidad de un maestro que esquiva el artificio para centrar su hacer en el leal servicio a la música. La OV se creció ante la llegada del célebre director, quien encontró una respuesta entusiasta y generosa de una formación que, cuando vienen maestros de este calibre, se dignifica tanto como se hunde cuando lo que arriba es una batuta chiquilicuatre.

Fue un buen concierto, que encontró su punto álgido en una segunda parte toda ella integrada por esa prueba de fuego para cualquier orquesta que son las Variaciones enigma de Elgar, obra que el crítico lleva medio siglo tratando de apreciar, pero que sigue sintiéndola tal como la definió un vecino de localidad al final del concierto: “Pomposa y banal”. Ni siquiera ante una versión tan pulida y bien trabajada, tan leal al pentagrama, como la que planteó Slatkin, en la que la orquesta, volcada con él, lució sus mejores y menos mejores mimbres. En el haber, los solos de viola, clarinete, violonchelo, la segura brillantez de los timbales de Javier Eguillor y el buen hacer de Enrique Palomares como concertino de fuste. Del debe, y sin hablar individualizadamente, es inevitable referenciar momentos de palmario desconcierto en unos violines -primeros y segundos- con mucho margen por delante para mejorar.

Antes, en la primera parte, porticada con palabras emotivas del concertino Palomares en denuncia de la guerra, de la invasión de Ucrania, el maestro californiano -él mismo descendiente de ucranianos- tuvo el detalle de abrir el programa con el estreno en València de Cyborg, obra de mérito cuya fina escritura cargada de destellos y fulgores nace de la pluma creativa del barcelonés Ferrán Cruixent (1976). Slatkin, que aprecia particularmente esta obra amena y atractiva, que ya estrenó en Estados Unidos con la Sinfónica de Detroit en 2013, la concertó con evidente maestría y subrayó sus particulares matices, cargados de brillantez, amenidad y singulares efectos acústicos. Aplauso decidido y sin reserva merecen los profesores de la OV, quienes abordaron la obra -en la que tienen que cantar y hasta recurrir a los sonidos de sus teléfonos móviles- con talante abierto, generoso y de alta profesionalidad. ¡Un diez! Compositor, orquesta y maestro recogieron la sonora y bien labrada ovación del público.

En medio, entre la originalidad de Cyborg y la “pomposa banalidad” de Elgar, el pianista también estadounidense George Li (Boston,1995) tocó el Concierto de Ravel con impecabilidad técnica, rigor estilístico y corto sonido, pese a que su compatriota Slatkin, quizá consciente de ello, redujo sensiblemente la cuerda de la orquesta para procurar no taparle. Pero más que sonido, a Li le faltó lo esencial: la secreta emoción de la música. Las dinámicas, tan fundamentales en este concierto, fueron, más que graduadas, escalonadas, mientras que el sereno comienzo en solitario del Adagio assai central, se convirtió en un soliloquio ayuno de magia e incapaz de conmover. Luego, en el tercer movimiento -quizá lo mejor del concierto- Li se creció, apoyado en un virtuosismo de alto vuelo, que encontró la sintonía cómplice de un Slatkin siempre con los oídos y el talento bien próximos al solista. De propina, una Campanella de Liszt tan impecable y brillante como banal y corta de vuelo lírico. Éxito de todos. Pero sobre todo de Slatkin: Maestros como él hacen orquesta. Justo Romero

Publicada el 4 de marzo en el Diario Levante

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