Crítica: Soberbios puritanos coruñeses
I PURITANI (V. BELLINI)
Soberbios puritanos coruñeses
I Puritani, de V. Bellini (versión de concierto). Jessica Pratt (Elvira), Xabier Anduaga (Arturo), Gerardo Bullón (Ricardo), Luiz-Ottavio Faria (Giorgio), Pedro Martínez Tapia (Gualtiero), Nicole Brandolino (Enrichetta) y Enrique Alberto Martínez (Bruno). Coro Gaos (Fernando Briones, director). Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Giacomo Sagripanti. La Coruña, Teatro Colón, 4 de septiembre de 2021.
Montar hoy día I Puritani es un desafío arriegado para cualquier teatro dadas las necesidades vocales de los cuatro papeles principales. Máxime para una entidad de medios económicos limitados como los Amigos de la Ópera de La Coruña. Sólo a base de un gran conocimiento del panorama actual de voces, emergentes y consolidadas, y de capacidad de seducción, es posible culminar el empeño. Por suerte para los coruñeses, César Wonenburger es uno de los más avezados oteadores de cantantes que existen en España, lo que unido a sus conocimientos permite que años tras año las temporadas líricas coruñesas se sitúen entre las más brillantes del país, muy por encima de teatros con presupuestos más abultados pero con personas menos implicadas al frente.
Buena prueba de lo anterior han sido estos Puritani que hicieron vibrar y levantarse de sus asientos a un público incomprensiblemente reducido a la mitad del aforo del Teatro Colón (los bares de las calles aledañas estaban atestadas de personas sin respetar distancias ni aforos). Este título sólo puede salir adelante si se cuenta con una buena batuta, conocedora de las claves expresivas del bel canto y con una pareja protagonista de campanillas. De todo hubo y en abundancia en esta función. Giacomo Sagripanti es uno de los más interesantes directores a la hora de ponerse al frente de una partitura belcantista. Su dirección se caracterizó por la vivacidad y la energía de sus ataques, con ritmos bien marcados y una agógica rápida, pero con atención a las necesidades de los cantantes. Así, subrayó con relieve los ritmos danzables de tarantela o de polonesa. Pero también fue consciente del riesgo que supone una versión de concierto a la hora de equilibrar el sonido orquestal con el de las voces, sin taparlas nunca. Las acompañó con atención y sólo en breves pasajes parecieron las voces forzadas a la hora de seguir el tempo rápido de la batuta.
Jessica Pratt comenzó con la voz sin acabar de colocar en su primer duetto, con agudos forzados y leves veladuras. Pero al poco tiempo la voz empezó a correr con brillantez y en “Son vergin vezzosa” desplegó unas espléndidas coloraturas. Su capacidad expresiva se manifestó en el final del primer acto, en el que estuvo realmente conmovedora por sus acentos y por el control del sonido. Su sentido del legato le permitió firmar un “Qui la voce sua soave” de muchísimos quilates y pleno de emotividad.
Xabier Anduaga debutaba su papel y hay que reconocer que tiene el papel asumido ya al 90 por 100, a falta de ir perfilando detalles más expresivos que técnicos, porque de técnica va sobrado este sensacional donostiarra. La voz es espléndida, vibrante (en el mejor sentido del término), con amplio squillo. No es un tenor ligero al uso, porque posee cuerpo y riqueza de armónicos que le dan solidez al centro, siempre muy bien ensamblado con una zona superior que restalla como un relámpago y llena la sala. Frasea con mucha intención, con delicadeza y acentos en su momento preciso, con una línea de canto impecable y un buen dominio de los reguladores en lo técnico. Y aquí es donde tiene Anduaga que ir profundizando en la partitura. Él confía plenamente en sus facultades y no duda en prodigarlas, aunque a veces no siempre en el momento apropiado. Así, atacar en piano el Do de “A te, oh cara) y sostenerlo así es un alarde técnico, pero priva de brillantez al momento de felicidad de Arturo. Mucho más espectaculares sonaron el Do de “T’amo d’immenso amore” y el Re (algo corto de duración) de “Ella è tremante”, para coronar con un espectacular Fa sobreagudo en una emisión mixta entre voz de pecho y falsettone de gran valía. Lo dicho, espectacular en un cantante de 25 años que es ya sin duda una de las voces de tenor belcantista más importantes a nivel internacional.
Gerardo Bullón asumía el rol de Ricardo Forth. La voz es contundente (espectacular su “Cavalier!” en la escena final), de amplios medios sonoros y de proyección canónica, lo que unido a un bello timbre la hace una de las voces baritonales más interesantes de la actualidad en España. No acabó, en cambio, de hacerse al estilo belliniano, le faltó sutilidad en el fraseo y una mayor ligazón en las frases, si bien hay que decir que en “Ah, per sempre” hizo un notable esfuerzo de control de la voz y de fraseo cantabile. Algo similar ocurrió con Luiz-Ottavio Faria, una auténtico bajo de graves resonantes y amplio volumen, pero al que le cuesta por ello mover la voz en un fraseo cuidado y delicado, como se pudo comprobar en “Tacea la notte”. Ambos cantantes firmaron un poderoso y marcial “Suoni la tromba”. Bardolino posee una bella voz de mezzo lírica y frasea con gusto, pero la voz es pequeña y su emisión trasera hizo que en los números de conjunto su sonido se perdiera. Correctos y buenos cumplidores los demás cantantes, de la propia cantera local. El coro cumplió su cometido con plena solvencia, mejorando en empaste conforme avanzaba la función. Andrés Moreno Mengíbar
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