Critica: Solaun y Gutierrez, hicieron Cumbre
HICIERON CUMBRE
Fecha: 23-VIII-2023. Lugar: Claustro de la Abadía de San Telmo, San Sebastián. Intérpretes: Josu de Solaun (piano) y Adolfo Gutiérrez Arenas (violonchelo). Programa: Fantasiestücke OP 73 y Fünf Stücke in Volkston OP 102 de Robert Schumann, Arpeggione sonata de Franz Schubert y Sonata para violonchelo y piano en La mayor de César Franck.
Pese a soportar una temperatura a 32 ͦ , con humedad cercana al 100% y un espacio -abierto- inadecuado para una buena acústica, el evento musical que en esta líneas se valora resultó todo un éxito cuanto se refiere al sólido y elegante trabajo de los dos músicos intervinientes: el valenciano Josu de Salaun, a buen seguro el más importante pianista español del presente, cual digno sucesor de la mítica Alicia de la Rocha, y el violonchelista muniqués, hijo de padres españoles, Adolfo Gutiérrez Arenas -un musicazo- con su Ruggieri cremonés de 1.673.
El programa presentado mana del CD grabado por ambos bajo el título “Loss & Love” (Pérdida & Amor) y durante 82 minutos se ofreció el encantamiento que encuentran las cuatro obras creadas por tres fundamentales compositores románticos de siglo de las luces; los alemanes Schumann y Schubert y el francés Franck.
Tan solo 48 horas, del febrero de 1.849, fue el tiempo en que Schumann tardó en componer Fantasiestücke (Piezas de fantasía), su opus 73. En ella la imaginación sin límites del compositor dio luz a esta genialidad musical que fue escrita para piano y clarinete, gozando del privilegio, dado por el propio músico, de recrear la obra también para violonchelo. El trabajo interpretativo de Gutiérrez Arenas estuvo en la plenitud de elegancia y rotundidad expresiva sobre todo en la segunda pieza Lebhalf, leicht (Animado, ligero), en La mayor, donde el sostén musical llegó en el cromatismo dialogante con el piano de Solaun.
Con el violonchelista cuajado en sudor, limpiando el mástil de su instrumento mediante una pequeña toalla y soplándose las yemas de los dedos de la mano izquierda, lo que ya fue de continuo durante todo el concierto, se ofreció la preciosidad de Fünf Stücke in Volkston (Cinco piezas en el estilo popular) opus 102, que Schuman escribiera también en 1.849 que, con el tiempo, ha supuesto un modelo a seguir para la interpretación de violonchelo romántico. La tersura bucólica que ofrece la segunda pieza Langsan(Lentamente), en Fa mayor, fue propicia para que tanto el piano como el violonchelo ofrecieran una contundente y sedosa caricia de sosiego amoroso.
Si bien existe un sector de estudiosos schubertianos que califican como obra menor Arpeggione sonata, D 821, compuesta por Franz Peter en noviembre de 1.824, lo cierto es que al escribirla para ser interpretada por un arpeggione (en desuso al poco tiempo e ideado el 1823 por Johann Georg Stauffer), pese a las dificultades para adaptar este instrumento de seis cuerdas a los cuatro occidentales que tan solo tienen cuatro, los tres movimientos de esta sonata adquirieron en el piano de Solaun y en el violonchelo de Gutiérrez Arenas un vivificante dúo instrumental que tuvo su clímax en la agilidad explosiva del tercero, Allegretto en La mayor a compás 2/4 en forma de rondó, haciendo de nuevo que al público asistente les ardieran sus manos con rotundos aplausos.
Puede ser considerada la Sonata para violín y piano en La menor como señera de todas las escritas. Tal es así que no pocos violonchelistas, como Jacqueline du Prè, Yo-Yo Ma o Mischa Maisky, han acudido a su trasportación para sus instrumentos. En esta ocasión Adolfo Gutiérrez Arenas acertó de pleno con dicha versión, siendo su segundo movimiento, el tronante Allegro, propicio para que mostrar su virtuosismo en la digitalización de notas sobre las cuerdas, en arpegios fascinantes gracias a la perfección de su muñeca derecha con el movimiento del arco, y para que Solaun mostrara su rotunda capacitación realizando el contrapeso del concertante continuo. Manuel Cabrera
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