Crítica: Lo nunca visto: Supermán enfermo
LA TRAVIATA (G. VERDI)
Nationaltheater de Munich. 1 Julio 2019.
No empezó con buen pie mi estancia en Munich, ya que el día anterior tuvo lugar la cancelación de una figura como Sonya Yoncheva en Norma. El caso es que las cancelaciones siguen y en esta ocasión la defección ha venido inesperadamente y de quien era el gran atractivo de estas representaciones de La Traviata en Munich. Me estoy refiriendo a Plácido Domingo, de cuya cancelación nos enteramos al salir alguien de la organización al escenario a comunicarlo, ya que no había habido ningún aviso anterior. No nos pudimos enterar en su comunicación quién le iba a sustituir, ya que todavía no había llegado al teatro y no quiso adelantar acontecimientos. Esperemos que sea la última cancelación y, de no serlo, que no le toque el turno a Kirill Petrenko en Salomé.
Munich nos ha vuelto a ofrecer una vez más la producción de Günter Krämer, que se estrenara en este teatro en Julio de 1993, es decir que ya ha cumplido más de 25 años. Creo que es el 5º año que tengo oportunidad de verla y no hay nada de nuevo a lo que referirme. Más adelante hablaré de la citada producción.
Siempre he dicho que Marco Armiliato es uno de los directores que prefieren las grandes figuras de la ópera y no cabe duda de que sus buenas razones tendrán para ello. Ya le había visto dirigir esta ópera en Munich y lo había hecho de manera notable, como también lo ha hecho en esta ocasión y siempre que dirige, de hecho. Cuidó bien el foso y apoyó siempre a los cantantes en el escenario, sacando un notable partido de la Bayerisches Staatsorchester, así como del Coro de la Bayerische Staatsoper.
La nueva Violeta era la soprano americana Ailyn Pérez, cuya actuación fue convincente como intérprete y un tanto irregular como cantante. Se ha dicho muchas veces que La Traviata es una ópera que requiere prácticamente tres sopranos: una ligera para el primer acto, una lírica para el segundo y una dramática para el último acto. Hay bastante de verdad en esa afirmación. En el caso que nos ocupa Ailyn Pérez fue una soprano perfectamente adecuada y destacada como la Violeta del segundo acto, que fue lo mejor que ofreció en toda la ópera. En cambio, en el primer acto las cosas no rodaron de igual manera, ya que no es ella la soprano ligera que requiere ese acto y en más de una ocasión bordeó el grito y, por supuesto, no hubo el famoso MI sobreagudo que cierra el acto ni tampoco su alternativa, sino que simplemente se fue abajo. Hizo bien el último acto, aunque eché en falta una voz más ancha que la suya. Como intérprete poco se le puede reprochar.
Alfredo fue interpretado por el tenor brasileño Atalla Ayan, que ofreció una actuación correcta. Es un tenor lírico-ligero, de voz atractiva y con cierta soltura en escena. A veces empuja un tanto. Tampoco está muy sobrado en las notas altas. De hecho, cantó la cabaletta del segundo acto, pero con solo un verso, y terminó también abajo.
No cabe duda de que el gran atractivo popular de estas representaciones de La Traviata era la presencia de Plácido Domingo como Germont. De ahí la decepción del público al enterarse en el propio teatro de su cancelación por enfermedad. Solo en el primer entreacto pudimos saber que su sustituto sería George Petean, lo que prueba la altura de la Bayerische Staatsoper para hacerse con un barítono de solvencia probada en estas circunstancias. La actuación del barítono rumano fue francamente buena, cantando con gusto y dando sentido a sus frases. En las circunstancias uno no puede ponerse a hilar demasiado fino y hay que saludar su interpretación.
Los personajes secundarios fueron bien cubiertos en todos los casos. Niamh O’Sullivan lo hizo bien como Flora, así como Corinna Scheurle como Annina. Sonoro el Doctor Grenvil de Kristof Klorek. Buena impresión la dejada por el tenor Galeano Salas como Gastón. Correcto, Christian Rieger como Barón Douphol, así como Hubert Zapiór en el Marqués d’Obigny.
La producción de Günter Krämer resulta muy oscura y con algún toque simbolista. La escenografía de Andreas Reinhardt presenta un primer acto en la parte delantera del escenario, con unas puertas, por las que deambulan los invitados a la fiesta de Violeta. En el segundo acto se abre el escenario para mostrarnos un gran espacio con hojas por el suelo, alguna silla y un gran columpio, que parece representar los tiempos felices de la pareja de enamorados. Nuevamente, volvemos a la oscuridad en la fiesta de Flora, con la presencia de una gran lámpara a un lado del escenario. Finalmente, la muerte de Violeta se desarrolla en corbata, donde se coloca un colchón por todo atrezzo. Detrás se puede ver la gran lámpara caída y el columpio en la oscuridad. El vestuario de Carlo Diappi no tiene mucho interés, abusando de tonos oscuros en la fiesta de Flora.
La dirección escénica de Günter Krämer resulta decepcionante, sobre todo en el manejo del coro. El segundo acto tiene mayor interés dramático, pero basado fundamentalmente en la capacidad escénica de Papá Germont y Violeta. A Krämer se le ocurre incorporar a la escena el personaje mudo de la hermana de Alfredo. Tampoco hay vida en la fiesta de Flora, con los coros de zíngaras y toreros inexistentes, además de totalmente estáticos. Me sorprende que esta producción haya aguantado 26 años.
El teatro estaba prácticamente lleno, aunque no se hubiera colgado el cartel de No Hay Billetes, si bien la ocupación sobrepasaba el 99 % del aforo. El público se mostró muy complacido con el resultado de la representación, ofreciendo un triunfo a los tres protagonistas principales y al director. Los mayores aplausos fueron para Ailyn Pérez y George Petean.
La representación comenzó con el habitual retraso en Munich y la salida de mensajero comunicando la cancelación de Supermán. La duración total fue de 3 horas y 8 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 2 horas y 2 minutos. Ocho minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 264 euros, habiendo butacas de platea desde 148 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 69 euros. Indudablemente, los precios tenían que ver con la supuesta presencia de Plácido Domingo. José M. Irurzun
Fotos: W. Hösl
Muy buen artículo…sólo les faltó agregar un trocito musical de esta ya famosa Ópera . Saludos de Perú.