Critica: Tamames y sus fachas
Tamames y sus fachas
ORQUESTRA DE VALÈNCIA. Gergely Madaras (director). Rudolf Buchbinder (piano). Programa: Obras de Xenakis (Voile), Gershwin (Concierto para piano y orquesta) y Franck (Sinfonía en re menor). Lugar: València, Teatro Principal. Entrada: Alrededor de 700 personas. Fecha: Jueves, 23 marzo 2023.
Programa raro e inesperado. De Xenakis a Franck, con recalada en el estupendo Concierto para piano de Gershwin. Como solista, un músico en apariencia y en realidad tan distante del universo cadencioso y jazzístico del creador de Un americano en París como Rudolf Buchbinder (1946), tan vinculado al repertorio pianístico vienés, a los Mozart, Beethoven, Brahms… En el podio, como oficiante de tan incombinable trilogía, el húngaro Gergely Madaras (1984), maestro de gesto resuelto y quizá efectivo; feo en cualquier caso, y artífice de versiones infladas de exageración, vértigo, estridencias y huecos decibelios. Por supuesto, ni hubo swing en Gershwin ni sutilezas en una Sinfonía de Franck que más parecía Prokófiev o Stravinski.
Lo mejor llegó al principio, en los pocos minutos que dura Voile, la obra que Xenakis escribe -emulando desde su mundo novedoso y radical las Metamorfosis straussianas- en 1995 para veinte instrumentistas de cuerda (Strauss lo hace para 23). Deslices aparte, la versión, limpia y transparente, delató el trabajo cuidadoso y meticuloso que tanto faltó luego, en el resto del programa. Buchbinder, que incluso grabó el Concierto de Gershwin con Maazel, intenta ser lo que no es -como el rubio que quiere ser moreno; o el moreno que quiere ser rubio- y sale airoso del brete de adentrarse en un estilo que está en sus antípodas naturales. Su pianismo de la mejor factura, veteranía musical y la sobresaliente factura pianística del Concierto fueron factores del interés de una versión más que digna y digna del aplauso que disfrutó en el Teatro Principal. Luego, ya en su salsa vienesa, Buchbinder hizo delicias -que no maravillas- con el virtuosismo juguetón de Soirée de Vienne opus 56, de Johann Strauss.
Tras la pausa, se sufrió más que disfrutó una versión que rozó el esperpento -¡parecía la moción de censura de Tamames y sus fachas!- de la Sinfonía en re menor de César Franck. Lo grotesco se impuso sobre la sutileza; y la exageración y descaro sobre la insinuación. Lectura de brocha gorda, poco hilvanada y mal trabajada, que dejó asomar los puntos y atriles más vulnerables y carentes de la Orquestra de València. Habrá que volver a programar pronto y en mejores manos la hermosa Sinfonía franckiana para restituir su honor sustraído. También el de la Orquestra de València. Justo Romero.
Publicado en el diario Levante el 25 de marzo de 2023.
¿Y el título?. No doy crédito a la indignante titulación de la crítica. ¿Qué tiene de relación un análisis de interpretación de la música de César Franck con el insulto a un grupo político legitimado por millones de ciudadanos?. Sin duda, la pobreza moral.¿Debemos permitir la instrumentación sectaria en las artes?