Crítica: Dos magníficos conciertos de Järvi en Ibermúsica con la Tonhalle-Orchester Zürich
Dos magníficos conciertos de Järvi en Ibermúsica con la Tonhalle-Orchester Zürich
Obras de Mozart, Prokofiev, Shostakovich y Mahler. Lisa Buniatishvili, violín. Tonhalle-Orchester Zürich. Paavo Järvi. Director. Ciclo Ibermúsica. Auditorio Nacional. Madrid, 29 y 30 de octubre de 2024.
El ciclo Ibermúsica recibió en el Auditorio Nacional a una de las agrupaciones más brillantes de Europa, aunque o tan conocida como otras: la Tonhalle-Orchester Zürich. La formación suiza llega bajo la batuta de su titular Paavo Järvi, siendo esta la primera visita del director a España desde que asumió la dirección de esta agrupación en 2019.
El martes 29, la orquesta ofreció un programa formado por la obertura de la ópera Don Giovanni de Mozart, la Sinfonía núm. 6 de Shostakóvich y el Concierto para violín núm. 2 de Prokófiev, con la violinista Lisa Batiashvili. El miércoles 30 el protagonismo recayó sobre Mahler, con su Sinfonía núm. 7, una de las más “difíciles” del compositor. Además de Madrid, se presentaron también en Alicante, Zaragoza y Barcelona.
Tras una correcta obertura de Don Giovanni, Lisa Buniatishvili nos recordó su intervención hace seis años con la misma obra en el mismo ciclo. Su virtuosismo técnico acompañado de sensibilidad, sigue impecable, limpio y preciso, con sonido matizado y rico, que ha ganado volumen en estos años. Mostró una amplia gama dinámica y de colores con su Guarneri del Gesù de 1739.
En una placa en el Teatro Munumental se recuerda que en él se estrenó este concierto de Prokofiev el 1 de diciembre de 1935, con la presencia del propio compositor, el maestro Fernández Arbós y la Sinfónica de Madrid. A Prokofiev le gustó la ciudad y así se lo contó a su esposa española, Lina Codina. Posiblemente fue su influencia causa de las castañuelas en el último movimiento, dotándole de cierto sabor español. No dejen de leer el libro Una pasión rusa si aún no lo han hecho.
La Sexta sinfonía de Shostakovich fue compuesta en 1939, siendo una de las menos interpretadas del compositor, a pesar de su belleza e interés. Tres movimientos con un extenso Largo inicial, que Järvi dirigió con dedicación e inspiración, como conteniendo la respiración, intenso. Luego los dos movimientos breves con los compases finales de trinos de la celesta. A lo largo de ella buenos solos de flautín, corno inglés, flauta, oboe y trompeta. Gran éxito, coronado por la sorprendente propina del Tea for two.
La Séptima de Mahler es quizá su sinfonía más “complicada”, muy difícil de llevar a buen término dada sus especiales características, con un Mahler que parece buscar una y otra vez algo que no acaba de encontrar. Es quizá por ello que ha supuesto un reto para muchos directores. Sin ir más lejos, en Ibermúsica la han dirigido Abbado, Fischer, Askebazy, Mehta, Boulez, Chailly, Barenboim, Salonen, Nagano y Jurowski. Paavo Järvi, por cierto hijo del otro gran maestro Neeme Järvi, buscó más la brillantez que el trasfondo dramático y opresivo de la página en el descomunal primer movimiento, para dotar de una apreciable dosis de poesía y sensualidad ese Nocturno que no acaba de sustituir los célebres adagios malherianos.
Gran prestación de la Tonhalle-Orchester Zürich a lo largo de sendos conciertos, una orquesta no muy conocida, que sólo se ha presentado anteriormente en Ibermúsica en 2018, pero que hay que tener en cuenta. Éxito arrollador en amos conciertos.
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