Crítica: Trifonov, tan apabullante como desconcertante
Trifonov, tan apabullante como desconcertante
Obras de Brahms y Beethoven. Daniil Trifonov, piano. Orquesta y Coro Nacionales de España. David Afkham, director. Auditorio Nacional, Madrid, 21 de febrero de 2021.
Programa de los más atractivos de la temporada de la OCNE, con el cambio de Mitsuko Uchida por Daniil Trifnov, quien tenía más fácil llegar a Madrid. Se abrió con dos páginas corales de Brahms, la “Canción del destino” y
“Nänie”. La primera pieza recuerda su “Requiem alemán”, con un pasaje intermedio dramático rodeados de dos partes íntimas. Aún mayor carácter funerario posee la más breve “Nänie”. Aunque de sólo hora y media de duración, como viene siendo habitual durante la pandemia, no lo tuvo fácil y ahí radica el mérito adicional, compartido con Miguel Ángel García Cañamero, de sus lecturas. No era fácil coordinar y empastar un coro de unas cuarenta voces distribuidas por su bancada habitual, las butacas superiores a los lados del coro y los laterales del primer anfiteatro. Y el coro y la orquesta sonaron primorosamente, trasladándonos además la emotividad de ambas páginas. David Afkham demostró el grado de compenetración con los conjuntos de los que es titular.
Fue justo lo que le faltó a la apabullante versión de Trifonov del primer concierto de Beethoven que, en realidad, es el segundo. Estamos ante un Beethoven que se aproxima más a Mozart que a Liszt y eso es lo que el extraordinario pianista ruso no ha llegado aún a asimilar. Le falta un hervor para adentrarse en el compositor de Bonn. Y es que su técnica sobresaliente, descomunal, se impuso por encima del poso, del vuelo lírico que encierra esta partitura y no sólo en su tiempo central, sino incluso en el rondó final. Este Beethoven no se puede tocar como si se tratase de una lucha del solista con el piano hasta domar el instrumento. No, necesita hacerlo cantar, y no bastan los fortísimos o los pianos descomunales, aunque dejen al público con la boca abierta, porque hay en él mucho lirismo y gracia mozartiana y no sólo energía. Anotemos, como anécdota, que Beethoven tocó en el estreno de la obra y que el programa, como era habitual en la época, fue mucho más largo que el de nuestra sesión, incluyendo “Concierto en Do”, el adagio y el rondo grazioso de la “Sonata en La” e incluso una improvisación sobre un tema de “La clemencia de Tito”.
Acertó con la propina bachiana, ya que Bach conlleva más matemática que expresividad y Trifonov la tocó con digitación precisa y transparente. Éxito enorme. Gonzalo Alonso
Aquí tienen a Trifonov tocando un Bach
Últimos comentarios