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Por Publicado el: 27/04/2023Categorías: En vivo

Crítica: Tristán e Isolda en el Teatro Real

Drama musical en su punto

Wagner: Tristán e Isolda. Reparto: Catherine Foster, Andreas Schager, Franz-Josef Selig, Ekaterina Gubanova, Thomas Johannes Mayer, Neal Cooper, Jorge Rodríguez-Norton, Alejandro del Cerro, David Lagares. Coro y Orquesta del Teatro Real. Dirección musical: Semyon Bychkov. Coordinación escénica: Justin Way.

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Catherine Foster (Isolda), Andreas Schager (Tristán) (c) Javier del Real – Teatro Real

Tristán e Isolda” es una ópera que admite perfectamente, como alguna otra de Wagner, su escucha concertante, sin escena propiamente dicha. Su estatismo, su sondeo de psicologías y emociones, su lenta elaboración temática, su empleo del “leitmotiv”, su desarrollo interno se prestan a ello. En este caso se ha contado con un apunte escénico del director de producción del Teatro, Justin Way, que ha sentado unas bases mínimas para que lo que sucede sea en mayor medida inteligible; aunque no habría hecho falta porque, en todo caso, el espectador ha debido poner bastante de su cosecha para completar el apunte.

Casi habría sido mejor que este no existiera porque la imaginación ha debido de actuar en gran medida para subsanar el hecho peregrino de que Tristán se moviera de aquí para allá con unas gruesas gafas de miope que se ponía y se quitaba. Se murió con ellas en la mano. Isolda, con toquillas y una larga bata negra quedaba mejor situada. Lo mismo que los demás personajes. Pero en todo caso la música, y qué música, es la que importa; con sus variaciones y matices, con su armonía rompedora y su coloración, con su trabajo sobre la llamada melodía infinita, tan elaborada en el extenso dúo de amor, que se escuchó, como toda la obra, creemos, sin cortes.

La base sinfónica, tan fundamental aquí, fue muy bien trabajada, aquilatada, matizada y desarrollada por la sabia batuta -adminículo que no se empleó en el “Preludio”- de Semyon Bychkov, un wagneriano acreditado, que supo exponer con sentido, calibrar dinámicas, modelar frases y dibujar con claridad el inacabable flujo melódico sin perjudicar en ningún instante a las voces, con la orquesta situada en el escenario. Todo sonó muy bien, con planos bien contrastados, en una narración musical lógica, pausada y bien cantada. Si acaso, no sabemos si por falta de algún ensayo, el nivel bajó unos enteros en el tercer acto, donde las líneas se nos ofrecieron menos transparentes. Algo que se apreció de manera especial en el “Liebestod”.

Aquí tampoco alcanzó su mejor momento la soprano británica Catherine Foster, que sustituía a la anunciada Ingela Brimberg. Faltó densidad, expresión más profunda, elegancia en la exposición de las volutas. En todo caso su interpretación general fue más que estimable. Es una “spinto” de buena pasta, de brillo tímbrico, un punto gutural, indudable, de fácil agudo, incluidos los rutilantes y aquí bien emitidos (y rápidamente soltados), Do 5. Buen volumen, ataques bien calibrados, fraseo bien cincelado y expresividad muy natural y convincente, aunque la voz pierde enteros, solidez y apoyo en la octava inferior. Lástima.

Tristán fue el ya conocido y acreditado entre nosotros tenor austriaco, que ya había cantado esta parte en el Real (2014), Andreas Schager. No llega a ser lo que conocemos como “Heldentenor”. Le falta quizá algo de sustancia, de firmeza vocal, de temple, pero es cantante sólido y cumplidor, con agudos bien emitidos y una sobriedad expositiva muy loable. Al final -¿y quién no?- denotó evidente cansancio y lanzó un par de ostensibles gallos. Loable en todo caso. Y valiente. Marke fue el sólido bajo Selig, una voz tonante y espesa, de emisión muy germana, contundente, con apoyos en sus ataques al agudo un tanto discutibles. Expresivo e intenso. Brangania, Ekaterine Gubanova, mostró su solidez y su detonante metal de mezzo aguerrida, En exceso rígida quizás. Thomas Johannes Mayer, Kurwenal, es un barítono oscuro de emisión demasiado “cupa”, pero cumplió. Lo mismo que los demás integrantes de la función. Del Cerro, con su timbre agreste, hizo un excelente marinero. Arturo Reverter

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