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Por Publicado el: 23/02/2020Categorías: En vivo

Critica: Triunfo merecido de Sonya Yoncheva

MEDÉE (L. CHERUBINI)

Staatsoper de Berlín. 21 Febrero 2020

Este nuevo viaje a Berlín tiene como objetivo presenciar tres óperas importantes, al menos sobre el papel. Se trata de la Medea de Cherubini para empezar, contando con la presencia de Sonya Yoncheva, a la que seguirá una nueva producción del Caballero de la Rosa con la dirección de Zubin Mehta, para terminar con El Profeta, de Meyerbeer, que tiene como protagonista a Gregory Kunde. No cabe duda de que el programa es atractivo, respondiendo perfectamente a la categoría de Berlín, que es en mi opinión la primera capital europea en cuanto a oferta musical de calidad, incluyendo, por supuesto, la ópera.

El resultado de la representación ha sido en conjunto un tanto irregular, con la ya conocida producción escénica que poco aporta, una notable dirección musical y un reparto vocal, en el que ha destacado de manera clara la protagonista que da título a la ópera.

Escena

Esta producción de Medée, es decir la versión original francesa de la más conocida Medea de Luigi Cherubini, se estrenó aquí en Octubre de 2018. Tuve ocasión entonces de verla y escribir sobre ella y mi opinión nada ha cambiado. Sigue sin gustarme.

La producción, como digo, es la ya conocida de Andrea Breth. Cuenta con una escenografía de Martin Zehetgruber, consistente en un escenario giratorio que va ofreciendo una serie de espacios siempre con cajas de madera en el suelo, pareciendo más almacenes que cualquier otra cosa. Ni siquiera para la ceremonia de esponsales de Jason y Dircé nos ofrece algo distinto. La acción se traslada a tiempos modernos, lo que poca importancia tiene, ya que estamos ante un mito y bien sabido es que lo mitos son atemporales. El vestuario es obra de Carla Teti y llama la atención que viste a Medea y a Neris como pertenecientes a alguna secta religiosa, seguramente para significar que ellas no son griegas y de Corinto. La iluminación de Olaf Freese me parece lo más destacable de la producción.

En suma, es una producción bastante poco atractiva a la vista, y que no va más allá de narrar la trama. Tampoco la dirección escénica tiene nada de particular, si exceptuamos a la protagonista, que es un animal de escena.

La dirección musical ha estado encargada en esta ocasión a la ucraniana Oksana Lyniv, a quien venía de ver dirigir un excelente Castillo de Barba Azul en Múnich. Nuevamente aquí su dirección me ha resultado brillante y convincente. Estamos ante una excelente directora, que ha tenido como maestros nada menos que a Kirill Petrenko y a Daniel Barenboim y no cabe duda de que ha asimilado muy bien las enseñanzas de tan grandes maestros. La dirección de Oksana Lyniv ha estado llena de energía, cuando la ocasión lo requería, y de inspiración en otros momentos. Estamos ante una importante batuta en el panorama actual, a la que espero que pronto podamos ver por España. A sus órdenes estuvo una siempre destacable Staatskapelle Berlín, así como el excelente Staatsopernchor.

Sonya Yoncheva

Repetía al frente del reparto la soprano búlgara Sonya Yoncheva, que ha vuelto a refrendar el triunfo que obtuviera hace dos años en el estreno de esta producción. La búlgara se ha convertido en una de las mejores sopranos de la actualidad, habiendo oscurecido notablemente su voz, que hoy poco tiene que ver con aquella jovencita que pudimos ver en Madrid y Pamplona en el año 2009 como Norina en el Don Pasquale de Donizetti. Su actuación ha sido impecable tanto vocal como escénicamente, ya que estamos además ante un auténtico animal de escena. No se me ocurre ninguna otra soprano en el panorama actual capaz de hacer sombra a Sonya Yoncheva en este personaje de Medea.

La parte de Jasón fue interpretada por el tenor Francesco Demuro, que a mi parecer se queda un tanto corto vocalmente para el personaje. Estamos ante un tenor lírico–ligero y en mi opinión Jasón necesita algo más, ya que tiene pasajes de fuerte impacto dramático. La voz es atractiva y canta bien, pero no es suficiente para el personaje.

La mezzo soprano Marina Prudenskaja fue Neris y tuvo su momento de gloria en su aria del segundo acto, que fue cantada con gusto y expresividad.

Escena

La parte de Dircé fue cubierta por la joven soprano eslovaca Slávka Zámecnikova, a quien había visto recientemente en este teatro en la Nannetta de Falstaff. La voz tiene cierto atractivo y cumple bien, aunque su estatura le puede crear problemas, teniendo en cuenta que muchos tenores no son precisamente gigantes.

Repetía como Creón el barítono Iain Patterson, que no pasó de cumplir con su cometido. Lo hicieron bien las dos Criadas de Dircé en el arranque de la ópera. Eran Serena Sáenz

y Aytaj Shikhalizada.
La Staatsoper ofrecía una ocupación de alrededor del 80 % de su aforo. El público dedicó

un triunfo merecido a Sonya Yoncheva, siendo muy aplaudida también Oksana Lyniv.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 36 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 6 minutos. Siete minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 95 euros, habiendo butacas de platea desde 65 euros. La localidad más barata con visibilidad plena costaba 23 euros. José M. Irurzun

Fotos: B. Uhlig

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