Crítica: El triunfo de la orquesta, ‘Götterdämmerung’ en Berlín
EL TRIUNFO DE LA ORQUESTA
Götterdämmerung, Wagner. Reparto: Andreas Schager, Roman Trekel, Johannes Martin Kränzle, Stephen Milling, Anja Kampe, Mandy Fredrich, Violeta Urmana, Marina Prudenskaya, Kristina Stanek, Anna Samuil, Evelin Novak, Natalia Skrycka, Ekaterina Chayka-Rubinstein, Anna Kissjudit. Staatsopernchor Berlin. Dani Juris, director del coro. Staatskappelle Berlin. Philippe Jordan, director musical. Dmitri Tcherniakov, director de escena. Staatsoper Unter den Linden, Berlín, 1 de abril de 2024.
Tras un día de descanso, llega la última entrega de El anillo del nibelungo.
La acción comienza en la casa que comparten, como alternativa a la montaña de rocas y fuego, Brünnhilde y Siegfried (que siguen representados por Anja Kampe y Andreas Schager), bien recreada, con muebles y electrodomésticos modernos. La pareja está durmiendo y aparecen las tres nornas (Marina Prudenskaya, Kristina Stanek y Anna Samuil), caracterizadas como viejecitas simpáticas y algo gruñonas. No están tejiendo, hablan del pasado y del futuro tomando el té en el comedor de la casa.
Cuando se retiran, salen a escena los novios que se declaran su amor antes de que Siegfried parta en busca de aventuras, tras entregarle a ella el anillo como prenda de ese amor y ser retribuido con el caballo de la valquiria, que aquí será un muñequito de trapo.
Cambia el escenario y aparecen los hermanos Gunther y Gutrune (Roman Trekel, que ya apareció como Donner en Das Rheingold, y Mandy Fredrich) y su medio hermano Hagen, un estupendo Stephen Milling, que les reprocha su soltería y los anima a desposarse, respectivamente con Brünnhilde y Siegfried, y pese a que necesitarán vencer grandes obstáculos para conseguirlo, él usará su astucia para lograrlo.
En fin, la acción sigue desarrollándose con tres hermosísimos y emotivos diálogos: Brünnhilde y su hermana valquiria Waltraute (Violeta Urmana), Brünnhilde y Siegfried (que para la valquiria y gracias al yelmo tendrá la apariencia de Gunther) y ya en el siguiente acto, Hagen y su padre Alberich, nuevamente interpretado con gran acierto por Johannes Martin Kränzle, que se nos muestra en calzones, en un cuerpo tremendamente aviejado.
En el acto tres, el despiste de Siegfried no lo lleva por el bosque a orillas del Rin para su encuentro con las ondinas (con las buenas voces de Evelin Novak, Natalia Skrycka y Ekaterina Chayka-Rubinstein), el fragmento se desarrolla en el laboratorio de estrés del centro de investigación. Y la cacería será un entrenamiento de baloncesto que tiene lugar en el gimnasio, todos en traje de deporte. Continuamos con ocurrencias que restan el carácter dramático del conjunto, que arrancan risas del público. ¿Se estará Wagner removiendo en su tumba de Bayreuth o verá con agrado tanta desacralización?
El asesinato se produce con el banderín de la empresa que ondea a la entrada y un buen coro, no muy numeroso, que pregunta el porqué de este hecho.
Afortunadamente, la orquesta es capaz de levantar la situación en el cortejo fúnebre, que se desarrolla en el laboratorio de estrés, donde Siegfried ha ido a morir. A la sala van entrando todos los personajes de la obra (trabajadores de la compañía), como también Wotan y Erda. La escena pese a todo lo anterior es de gran sensibilidad, acompañada por un trabajo encomiable de Philippe Jordan con la Staatskappele, un resultado profundamente emotivo capaz de arrancar las lágrimas del público.
Si bien las voces en todo momento mantienen la situación de zozobra y pena, las escenas posteriores volverán a rebajar las expectativas, con una pelea por el anillo que parece una riña de colegio que acaba con un Hagen cabreado que se va dando un portazo y la pira funeraria que como tantos otros elementos debemos imaginar.
La valquiria lanzará el anillo hacia el frente, al público (recordemos que no hay río) y acaba en la camilla donde el héroe yace muerto, en una escena que provoca algo de inquietud porque la cosa no parece muy estable. Sólo sabemos de la última frase porque aparece en las pantallas de subtítulos, ya que ni aparece Hagen reivindicando ‘su’ anillo ni apenas se le escucha.
En un final tras el final, aparece un vídeo con el texto de un final previo, que hubiera sido la última canción de Brünnhilde, con influencias budistas y ella de espaldas leyéndolo.
La calidad de los cantantes no deja lugar a dudas, quizá más flojos los hermanos Gunther y Gutrune, y muy sobresalientes Schager y Kampe así como los barítonos Trekel y Kränzle.
Actoralmente la representación está a un buen nivel, aunque a veces se pierden en la escena, creo que porque tampoco se les ofrece un papel claro o porque está fuera de lugar (como Hagen, dormitando sentado mientras habla en sueños con su padre o Gutrune dormitando también, en el gimnasio, sola, después del asesinato de Siegfried).
Hablando ya en general, de todo el festival, y como ya he comentado, la dirección escénica tiene ideas interesantes y un gran despliegue sobre todo en el prólogo, el primer día. Después en cada una de las jornadas la sorpresa se ha acabado y hay menos uso de los recursos, y mezcla escenas maravillosas (Alberich pasando de sala en sala) a otras grotescas y para olvidar (como el gimnasio).
Evidentemente, podemos abstraernos y no necesitar todo lo que un montaje más clásico presentaría, pero a veces es muy difícil de seguir. Yo me pregunto si quien acude por primera vez a ver El anillo se ha enterado realmente de lo que pasa. Además se desacraliza en exceso la obra, que a los wagnerianos no debe gustarles demasiado, incluso introduciendo elementos que provocan la risa. No obstante, he de decir que los cantantes parecen encontrarse a gusto en esta representación, a Andreas Schager se le veía divertirse con su chándal del primer día o su vestimenta de estudiante yanqui de instituto de secundaria. Supongo que son demasiadas representaciones clásicas y esto los libera un poco.
Con todo, la orquesta, con su director Philippe Jordan, ha sido la gran protagonista de todo el ciclo. Largamente ovacionada cada día y sobre todo en el último, donde al final pudimos ver a todos los músicos en el escenario recibiendo el reconocimiento de toda la sala, puesta en pie aplaudiendo.
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