Crítica: ‘Un ballo in maschera’ en el Liceu, dos repartos
EXCELENTE TRÍO DE PORTAGONISTAS, primer reparto
Un ballo in maschera, de G. Verdi. Primer reparto: Freddie De Tommaso, Anna Pirozzi, Artur Rucinski, Daniela Barcellona, Sara Blanch, David Oller, Valeriano Lanchas, Luis López Navarro, Nauzet Valeron y Carlos Cremades. Orquesta Sinfónica y Coro del Gran Teatre del Liceu. Dirección musical: Riccardo Frizza. Dirección de escena: Jacopo Spirei, Graham Vick. Gran Teatre del Liceu, Barcelona. 11 de febrero de 2024
Esta representación ofrece el reparto vocal principal, que tuvo su estreno el pasado día 9 de febrero. Ha sido una destacada actuación por parte del trío protagonista de la ópera.
Nuevamente, se nos ha ofrecido la producción escénica de Graham Vick, de la que no tengo nada que añadir a lo dicho el día anterior. Funciona bien, con sus cosas originales en escena.
Buena nuevamene la dirección musical de Riccardo Frizza, en línea con la del día anterior.
Riccardo, el Conde, era en esta ocasión el tenor anglo-italiano Freddie De Tommaso, que nos ha ofrecido una destacada actuación en su conjunto. Estamos ante una de las voces de tenor más importantes de la actualidad, de auténtico tenor spinto, con volumen suficiente a lo largo de la tesitura y que es capaz de cantar piano, cuando la ocasión lo requiere. Su adecuación vocal al personaje de Riccardo no presenta la menor duda y solamente queda esperar que dure mucho para que podamos seguir disfrutando de su instrumento.
Amelia era la soprano italiana Anna Pirozzi, que ha vuelto a demostrar su indudable categoría de soprano spinto, cantando con gusto y con voz muy importante. Tuvo momentos muy destacados, como fue el aria “Morró, ma prima in grazia” y sobre todo el dúo con De Tommaso en el “Orrido Campo”, donde se ganaron la ovación mayor de la noche y con toda justicia.
Renato era el barítono polaco Artur Rucinski, que ha sido un notable complemento vocal. No le encontré superior a Petti en el primer acto, pero lo hizo muy bien en el tercer acto, especialmente en su aria “Eri Tu”, cantada con brillantez y convicción.
Nuevamente tuvimos como Óscar a Sara Blanch, que repitió su destacada actuación del día anterior. Ella va a cubrir todas las representaciones, al haber cancelado Jodie Devos.
Finalmente, Ulrica era la mezzosoprano italiana Daniela Barcellona, a la que tantas veces hemos visto en el pasado en óperas de Rossini. El tiempo pasa y así viene su cambio de repertorio. También el tiempo ha traído consigo un cambio en su voz, que no tiene la brillantez de hace años y, lamentablemente, ofrece ahora un pronunciado vibrato que antes no existía.
Repetían actuación todos los personajes secundarios y volvieron a hacerlo de manera muy correcta en todos los casos.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 56 minutos, incluyendo un intermedio y algunas paradas entre actos. Duración musical de 2 horas y 14 minutos.
El Liceu ofrecía una entrada de alrededor del 90 % de su aforo. El precio de la localidad más cara era de 299 euros, habiendo butacas de platea desde 202 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 76 euros.
UN SEGUNDO REPARTO CON BUENOS PORTAGONISTAS, segundo reparto
Un ballo in maschera, de G. Verdi. Segundo reparto: Arturo Chacón-Cruz, Saoia Hernández, Ernesto Petti, Okka von der Damerau, Sara Blanch, David Oller, Valeriano Lanchas, Luis López Navarro, José Luis Casanova y Xavier Martínez. Orquesta Sinfónica y Coro del Gran Teatre del Liceu. Dirección musical: Riccardo Frizza. Dirección de escena: Jacopo Spirei, Graham Vick. Gran Teatre del Liceu, Barcelona. 10 de febrero de 2024
Vuelve esta ópera de Giuseppe Verdi al Liceu, donde se vio por última vez en el año 2017. No cabe duda de que se trata de una de las óperas fundamentales del compositor de Busseto, aunque sea menos conocida que la llamada trilogía popular, es decir Rigoletto, Traviata y Trovatore.
Como en la ocasión anterior referida, el Liceu ofrece dos repartos vocales, siendo éste el segundo de ellos.
La producción escénica ofrecida lleva la firma del desaparecido director de escena británico Graham Vick, que falleció en julio de 2021, teniendo lugar el estreno de esta producción en el Festival Verdi de Parma justamente en septiembre de 2021. En Barcelona ha sido dirigida escénicamente por Jacopo Spirei, aunque siempre fiel a todas las ideas de Graham Vick.
La producción nos ofrece durante el preludio el funeral del conde Riccardo, al que asisten Amelia, Renato y el hijo de ellos. La escena, como a lo largo de toda la ópera, nos ofrece un gran mausoleo coronado por un gran Ángel alado. La escenografía de Richard Hudson ofrece siempre un escenario con dicho mausoleo y cerrando el escenario una pared semicircular con una abertura por arriba, que es donde se coloca el coro, de cuyos miembros no se ve sino las cabezas, mientras que en el escenario están unos extras, que son a veces cuerpo de baile, y que acompañan a los protagonistas y van vestidos siempre de maneras extrañas y llamativas. En el Acto II se añade un puente metálico elevado por delante y resulta atractivo el colorido y la iluminación de la escena final del baile de máscaras. La acción se desarrolla en la época de composición de la ópera con un vestuario adecuado, obra también de Richard Hudson. Es una producción que funciona bien y se ajusta bien a la trama.
Estamos, por supuesto, en la versión que desarrolla la acción en América, con el protagonista como Conde y no como Rey de Suecia.
La dirección musical estuvo encomendada al italiano Riccardo Frizza, el actual director musical del Festival Donizetti de Bérgamo. Ha dirigido en otras ocasiones en Barcelona, la última de ellas el año pasado y en otra ópera de Verdi, como es Il Trovatore. Su dirección me ha parecido buena, aunque no extraordinaria. Ha llevado la obra bien, cuidando de manera adecuada foso y escena, aunque ha faltado más vida y emoción a lo largo de la ópera, siendo lo más conseguido el último acto. Correctas las prestaciones de la Orquesta y el Coro del Liceu.
Como apunto más arriba, estamos en el segundo de los repartos programados, en el que ha habido algunos cantantes interesantes.
Riccardo, el Conde, fue interpretado por el tenor mejicano Arturo Chacón Cruz, cuya voz me resulta un tanto insuficiente para el personaje. Su voz responde a la de un tenor lírico, ofreciendo calidad su instrumento, aunque me resulta un tanto ligero, sin estar sobrado en las notas altas y quedando claramente corto en las notas graves, que son exigidas por la partitura en más de una ocasión. Por otro lado, se echa en falta un mayor volumen vocal en más de una ocasión. En mi opinión Riccardo precisa de una voz menos ligera que la suya.
Amelia era la soprano Saioa Hernández, que ha sido para mi gusto la mejor del trío protagonista. La voz resulta perfectamente adecuada para el personaje y canta con gusto y expresando muy bien sus sentimientos. Su mejor momento fue el aria “Morró, ma prima in grazia” en el segundo acto, donde consiguió la mejor ovación de la noche.
Renato era el barítono italiano Ernesto Petti, a quien veía en escena por primera vez. La voz es importante, de auténtico barítono verdiano, muy atractiva. Para ser una auténtica figura en su cuerda le falta quizá algo más de volumen en la zona alta y tiene que mejorar el lado de intérprete, donde resulta un tanto justito.
La hechicera Ulrica era la mezzo soprano alemana Okka von der Damerau, que lo hizo bien. La voz resulta adecuada para el personaje y se mueve bien en escena.
Finalmente, el paje Óscar fue muy bien interpretado por la soprano tarraconense Sara Blanch, que ha cantado de modo destacado sus arias y ha ofrecido una desenvuelta interpretación escénica. Resulta sorprendente que la hoja con el reparto que se recoge en el teatro anuncie como Oscar a Jodie Devos, cuando quien cantaba era, como he dicho, Sara Blanch.
Buenas las actuaciones de los conspiradores Sam y Tom, interpretado el primero por la sonora y atractiva voz de Valeriano Lanchas, siendo Tom Luis López Navarro. Lo hizo bien David Oller como Silvano.
La representación comenzó con 5 minutos de retraso y tuvo una duración de 2 horas y 56 minutos, incluyendo un intermedio y dos paradas entre escenas. Duración musical de 2 horas y 13 minutos.
El Liceu ofrecía una ocupación de alrededor del 90 % de su aforo. El precio de la localidad más cara era de 286 euros, habiendo butacas de platea desde 154 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 69 euros.
Muy bien redactada la critica.
Correctisima la critica. Importante la separacion de los dos repartos.