Crítica: Un Ballo mediocre sin Beczala
UN BALLO IN MASCHERA (G. VERDI)
Deutsche Oper de Berlín. 23 Septiembre 2019
El arranque de la temporada de ópera de la Deutsche Oper ofrecía una programación con la presencia de grandes estrellas. Efectivamente, se abrió la temporada con una Adriana Lecouvreur en concierto con la presencia de Anna Netrebko. También estaba programada la presencia de Piotr Beczala en dos títulos, este Ballo in Maschera y La Traviata. Lamentablemente, el tenor polaco ha tenido que cancelar por problema en las cuerdas vocales, lo que ha hecho que haya habido que recurrir a sustituciones de última hora, con todos los problemas que traen consigo.
El resultado de esta representación ha sido bastante modesto, con una producción escénica de escaso interés, una dirección musical no más que correcta y un reparto vocal en el que se ha echado en falta a Beczala.
La producción escénica lleva la firma de Götz Friedrich, quien tantas producciones ofreció en este teatro hace unos años. Podríamos decir que era el director de escena de la casa. La que ahora nos ocupa se estrenó en 1993 y se ha repuesto nada menos que en 94 ocasiones. La verdad es que la producción tiene escaso interés, siendo lo más interesante la escena final del baile de máscaras. La escenografía de Gottfrid Pilz e Isabel Ines Glathar nos presenta un escenario bastante desnudo en la primera escena, una especie de vestidor del Rey, mientras que el antro de Ulrica ofrece un escenario prácticamente desnudo. Lo mismo ocurre con el Orrido Campo, nuevamente desnudo y con una serie de calaveras por el suelo. La casa de Renato se ofrece en un escenario reducido y un tanto elevado, como si fuera un teatrillo, para abrirse totalmente en la escena final del baile, en la que hay un vestuario atractivo, también debido a Gottfried Pilz e Isabel Ines Glathar, trayendo el vestuario a tiempos modernos y sin mucho interés.
La dirección de escena de Götz Friedrich se limita a narrar la trama, llamando la atención que al final de la ópera el moribundo Riccardo o Gustavo se levanta y saluda ceremoniosamente para finalmente caer al suelo.
La dirección musical estuvo encomendada al croata Ivan Repušić, muy habitual en el foso de la Deutsche Oper en los últimos años. Su actuación puede considerarse como correcta, aunque poco brillante, habiendo estado presente la rutina durante la representación. Buena la prestación de la Orquesta de la Deutsche Oper, así como el Coro de la Deutsche Oper.
Como digo más arriba, el personaje de Riccardo o Gustavo tenía que haber sido interpretado por Piotr Beczala, que era el gran atractivo de estas representaciones. Lamentablemente, ha tenido que cancelar, siendo sustituido por el tenor ucraniano Dmytro Popov, cuya actuación ha quedado por debajo de lo esperado. Tuve oportunidad de ver a este cantante y en este personaje en el Capitole de Toulouse hace ahora 5 años y su actuación fue entonces magnífica. Aquí las cosas no han rodado de la misma manera y su actuación me ha resultado en gran medida decepcionante. La voz no tiene la brillantez de entonces ni tampoco la emisión, que ahora tiende a quedarse atrás.
Amelia fue interpretada por la soprano rusa Irina Churilova, cuya actuación fue quizá lo más completo del reparto. La voz es atractiva y tiene importancia, aunque no sea excepcional. Es una Amelia adecuada, que brilla en el centro.
Renato era el barítono americano Thomas Lehman, cuya actuación no me ha resultado muy convincente. La voz funciona bien en el centro, aunque no está sobrada de volumen, estrechándose un tanto por arriba y quedando débil en las notas más bajas. Su canto es invariablemente en forte, con escasos matices.
Correcta y sin mucho brillo la mezzo soprano Judit Kutasi en el personaje de Ulrica. No está sobrada de volumen ni su voz resulta muy amenazadora.
Lo hizo bien la soprano portorriqueña Meechot Marrero en la siempre agradecida parte de Óscar, cantando de manera adecuada sus dos arias.
Correcto el Cristiano de Philipp Jekal, así como los conspiradores Tom y Sam (aquí Horn y Ribbing), interpretados por Patrick Guetti y Timothy Newton.
La Deutsche Oper ofrecía una pobre entrada que apenas pasaba del 50 % de su aforo. El público se mostró cálido con los artistas en los saludos finales, siendo los mayores aplausos para Irina Churilova.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 46 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 4 minutos. Seis minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 100 euros, habiendo butacas de platea desde 34 euros. La localidad más barata costaba 24 euros. José M. Irurzun
Fotos: M. Lieberenz
¡ Qué lástima que en lugar de este sustituto sin brillo el teatro no haya invitado a Valeriano Gamghebeli, quien hizo un brillante Duca con dos ensayos escénicos (solo uno de ellos en el escenario y ninguno con orquesta – el maestro Lang-Lessing y el pianista Lorenzo Palomo son testigos, entre otros. Este tenor, que acaba celebrar su 60º aniversario cantando 5 arias y 5 duos que pronto haremos llegar a todos los interesados ha demostrado que las enseñanzas de Alfredo Kraus han sido aprovechadas de manera certera para conservar brillo, vigor y resistencia desde el lejano debut en “Un Ballo in Maschera”, parte tenoril que no perdona voces al límite de sus exigencias, creo que no ha sido una idea acertada, la del tenor polaco).