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Por Publicado el: 15/05/2019Categorías: En vivo

Crítica: Un reality show en el Liceu

LES PÊCHEURS DE PERLES (G. BIZET)

Primer reparto: Un reality show en el Liceu

Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 13 Mayo 2019

Vuelve esta ópera de Georges Bizet al Liceu de Barcelona, donde se representó por última vez hace nada menos que 55 años. Fue entonces su intérprete Alfredo Kraus. El resultado de la representación que ahora nos ocupa ha quedado por debajo de lo que cabía esperar, con una producción escénica poco convincente, una dirección musical que no ha pasado de la eficacia y un reparto vocal modesto en su conjunto.

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Escena

La producción escénica se debe a la holandesa Lotte de Beer y es una producción del Theater an der Wien, donde se estrenó en Noviembre de 2014. Se trata de uno de los primeros trabajos escénicos de la directora de escena, que ha pretendido hacer un trabajo moderno y rompedor, ofreciendo la ópera como la grabación de un reality show para la televisión. La escenografía (Marouscha Levy) ofrece en la parte delantera del escenario una especie de playa, donde se desarrolla el rodaje de las escenas, mientras que detrás hay una gran pantalla, donde se proyectan paisajes de la zona y a veces se ven primeros planos del rodaje de la televisión. La pantalla, cuando está apagada, permite ver al fondo habitaciones, en las que se sitúan los tele-espectadores que siguen el reality. En el segundo acto se nos ofrece un templo oriental, en el que se desarrolla el idilio de Leila y Nadir, volviendo para el tercer acto a la playa del primero, donde se añade una gran jaula, figurando la prisión. El vestuario (Jorine van Beeek) es actual y desenfadado en todos los casos, contando con una iluminación (Alex Brok) sin mayor importancia.
A mi parecer la producción puede resultar original en su concepto, pero resulta confusa para seguir la trama de la ópera y tiene el gran inconveniente del continuo movimiento en escena que distrae notablemente, aunque se tiene cuidado para que no haya movimiento en la interpretación de algunas arias. A juzgar por lo que se lee en el programa de mano, la directora artística del Liceu está encantada con la producción, lo que no comparto ni tampoco el público, ya que el equipo artístico ha sido recibido con abucheos. La dirección escénica ha sido llevada adelante en Barcelona por Dorike van Genderen.

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Escena

Una vez más ha estado al frente de la dirección musical el canadiense Yves Abel, cuya labor no ha pasado de la eficacia, siendo lo menos conseguido el primer acto, en el que se abusó de volumen orquestal. La Orquesta del Liceu no es extraordinaria, como es bien conocido por los aficionados, pero ha tenido mejores actuaciones que la que ahora nos ocupa. Correcto sin más el Coro del Liceu.
Nadir fue interpretado por el tenor americano John Osborn, que volvía al Liceu tras su destacada actuación como protagonista de Benvenuto Cellini hace 4 años. En esta ocasión su actuación me ha resultado un tanto decepcionante. La voz no corría bien y tuvo dificultades en la siempre esperada aria ‘Je crois entendre encore’, en la que hubo sonidos de falsete y bordeó el accidente en la parte final del aria.
La mejor interpretación vocal corrió a cargo de la soprano rusa Ekaterina Bakanova en la parte de Leila, ofreciendo una voz atractiva y bien manejada. Había tenido ocasión de verla en Wexford en Il Bravo de Mercadante y ha vuelto a confirmar la positiva impresión que me dejó entonces.
Zurga fue interpretado por el barítono americano Michael Adams, cuya voz resulta claramente modesta y de volumen reducido. Es uno de esos cantantes que tienen la voz atrás, llegando a la sala con dificultades. No es fácil entender su presencia en este primer reparto.
Fernando Radó fue un correcto Nourabad, que pasa de ser el Sacerdote a ser aquí el presentador del programa de televisión.

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Escena

El Liceu ofrecía una ocupación de alrededor del 85 % de su aforo. El público se mostró frío durante la representación, no escuchándose ningún bravo en ninguna de las arias. Algo más cálido en los saludos finales, aunque tampoco hubo entusiasmo con ninguno de los artistas. Los aplausos más intensos fueron para Ekaterina Bakanova.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 30 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 52 minutos. Cinco minutos de aplausos.
Era función de estreno, costando la localidad más cara 273 euros. Las butacas de platea costaban entre 138 y 196 euros. La localidad más barata con visibilidad plena costaba 52 euros. José M. Irurzun
Fotos. A. Bofill

 

LES PÊCHEURS DE PERLES (G. BIZET) 2º REPARTO

Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 14 Mayo 2019.

Estos comentarios corresponden al segundo de los dos repartos programados por el Liceu y que, sorprendentemente, ha resultado mejor vocalmente que el primer reparto.

Nada hay que añadir a lo escrito el día anterior sobre la producción escénica de Lotte de Beer, que me sigue pareciendo escasa de interés y larga en lo que se refiere a movimiento en escena, que claramente distrae la atención sobre la música y el canto.

La dirección musical de Yves Abel ha estado en línea con la de la noche anterior, más controlado el volumen orquestal en el primer acto y con un sonido modesto procedente del foso.

Dmitry Korchak y Olga Kulchynska

Como digo más arriba, el resultado vocal de esta representación ha sido mejor que el del considerado primer reparto, ya que los tres principales protagonistas han superado las actuaciones de sus colegas el día anterior, especialmente en el caso de tenor y barítono.

El nuevo Nadir era el tenor ruso Dmitry Korchak, que fue precisamente quien estrenó esta producción en Viena. Había tenido la ocasión de verle en este mismo personaje hace 4 años en el Palau de la Música de Valencia y mi valoración entonces fue ya positiva. Ahora le he encontrado mejor que entonces. Hay que reconocer que el aria Je crois entendre encore es una de las más difíciles que se han escrito y hace falta una técnica muy sólida para superar sus dificultades. John Osborn no pudo con ella en el primer reparto y Dmitry Korchak ha superado todas las dificultades en este segundo reparto. La voz es apropiada y cantó con gran gusto y sin rastros de falsete que sí se pudieron notar en la ocasión referida de Valencia.

Leila fue interpretada por la joven (28) soprano ucraniana Olga Kulchynska, que tuvo una notable actuación. Ya habíamos tenido oportunidad de verle en este mismo escenario anteriormente como Musetta y también en Peralada como Pamina. Entonces la impresión fue positiva y se ha confirmado en esta ocasión, en la que ha ofrecido una Leila brillante y convincente.

Borja Quizá y Dmitry Korchak

El barítono Borja Quizá lo hizo bien en la parte de Zurga, aunque su voz no sea extraordinaria en calidad ni en amplitud, pero desde luego llega mucho mejor al público que la de su colega el día anterior.

Finalmente, Federico de Michelis fue un bastante modesto Nourabad, por debajo de Fernando Radó el día anterior.

El Liceu ofrecía una entrada de alrededor del 80 % de su aforo, estando los mayores huecos en las localidades más baratas. El público no se mostró muy entusiasmado, aunque los aplausos a escena abierta fueron más cálidos que la noche anterior: En los saludos finales los mayores aplausos fueron para Olga Kulchynska y Dmitry Korchak.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 32 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 55 minutos. Cinco minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 223 euros, habiendo butacas de platea entre 123 y 176 euros. La localidad más barata con visibilidad plena costaba 44 euros. José M. Irurzun

Fotos: A. Bofill

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