Crítica: Una ‘Tosca’ muy italiana en la Scala
Una Tosca muy italiana en la Scala
Tosca, música de Giacomo Puccini y libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, sobre La Tosca, de Sardou. Chiara Isotton, Francesco Meli, Luca Salsi, Huanhong Li, Marco Filippo Romano… Orchestra del Teatro alla Scala. Coro del Teatro alla Scala. Coro di Voci Bianche dell’Accademia Teatro alla Scala. Michele Gamba, director musical. Alberto Malazzi, director del coro. Bruno Casoni, director del coro de voces blancas. Davide Livermore, director de escena (producción original). Alessandra Premoli, directora producción actual. Teatro alla Scala, Milán, 15 de marzo 2025.

Tosca en la Scala de Milán
Tras el Oneguin de la semana pasada volvemos a la Scala para ver una nueva Tosca. Así como se dice que Gardel canta cada vez mejor, cada vez que se ve Tosca también nos parece más completa y compleja, con matices que no habíamos percibido en representaciones anteriores.
La Scala nos ofrece una reposición de la versión de Davide Livermore estrenada en 2019. Siendo este el día del (re)estreno, hemos visto el elenco ‘principal’. Del trío protagonista, repiten de la original el tenor genovés Francesco Meli (que en la anterior se alternaba con Otar Jorjikia y aquí lo hace con Fabio Sartori) y el barítono Luca Salsi (alternándose aquí con Enkhbat Amartuvshin). Serán nuevas en los papeles de Tosca la italiana Chiara Isotton y la rusa Elena Stikhina, que tienen la responsabilidad de sustituir a Anna Netrebko y a ‘nuestra’ Saioa Hernández. Volveremos sobre ellos.
Vemos acertada esta reposición. Se trata de una versión hasta cierto punto conservadora, que ciertamente es preferible a despropósitos como los que vimos el año pasado en Múnich.
En el primer acto nos encontramos en la iglesia barroca de Sant’Andrea della Valle. Numerosas rotaciones de escenario nos la hacen ver desde diferentes ángulos (altar, capillas…), con imponentes decorados. No obstante, tanto movimiento de grúas, sumado a un trajín de monjas, soldados y diferentes personajes, nos resulta un poco mareante. No es que prefiramos un telón de fondo permanente, pero los continuos cambios distraen del objetivo principal que es escuchar partitura y libreto.
El final acaba en el colosal Te Deum, con el coro y coro de voces blancas y con la escena dividida en dos: con los participantes en la misa y el Santísimo en la parte superior y en la inferior y adelantado, el barón Scarpia. Buen recurso: divino y profano aparentemente separados, pero ahí están juntos el poder terrenal y la Iglesia, que toma partido por el bando absolutista.
Nos gusta el vestuario de Scarpia y sus soldados: largos chaquetones de cuero oscuro con manchones rojos, evocando la sangre y la violencia. Tosca aparece discreta, pero con un velo rojo que también hace referencia a la sangre, la de su suicidio y la del barón y su ajusticiamiento.
El segundo acto tiene lugar en el renacentista Palazzo Farnese, con frescos que ‘cobran vida’, especialmente visibles en el hermoso “Vissi d’arte”, en el que sólo aparece iluminado el techo con las pinturas y la propia Tosca, quedando Scarpia al fondo, de espaldas, dejando todo el protagonismo a la cantante en una escena magnífica. También se elevará el escenario en este acto para mostrar en la parte inferior la prisión en la que Cavaradossi es torturado.
Gran escena la muerte del barón, apuñalado varias veces y finalmente estrangulado, tanto por Tosca como una ‘doble’ de la cantante que después volveremos a ver y que suponemos ayuda a la original a expiar su culpa.
Tosca cambia a un traje azul-verdoso pero con gran parte de la parte inferior rojo, como si se hubiera metido en un río de sangre. Nos parece demasiado enrevesado este recurso (y un vestido poco cómodo para ella).
El último acto se desarrolla en el Castel Sant’Angelo. El escenario lo forma el ala y parte del cuerpo de un enorme ángel tumbado, a modo de muralla, que gira para mostrar diferentes posibilidades. Aquí cantará Cavaradossi la famosa “E lucenvan le stelle”, aquí se producirá su ejecución y aquí se presenta otro hermoso recurso cuando vemos el suicidio de Flora Tosca que, al precipitarse al vacío permanece flotando en el aire (su doble).
Los protagonistas han estado bien. Como hemos comentado, tanto Francesco Meli como Luca Sasi ya habían participado en esta misma producción y aunque no lo vimos en su momento, entendemos que la experiencia es un grado.
A nivel de voz no hay nada especialmente reprochable, cumplen bien con lo esperado. En la coreografía también se encuentran bien, especialmente Salsi, gran interpretación. No hay sobreactuación y saber estar en su lugar en cada ocasión, incluso cuando deben desaparecer. Bravo por ambos.

Chiara Isotton como Tosca
¿Y Chiara Isotton? Ya la habíamos visto en Bolonia en dos papeles del Trittico y nos gustó mucho. En Bilbao nuestro compañero Manuel Cabrera también nos contó maravillas de su Suor Angelica. Tiene un hermoso timbre muy adecuado para este papel, llega bien a tonos altos y bajos, se desenvuelve adecuadamente como actriz, sea como la celosa Flora de Cavaradossi o la ejecutora de Scarpia, en una genial escena de defensa personal pero con arrepentimiento por verse obligada a ello. Chiara Isotton es joven, nos esperan grandes alegrías con ella, esperemos que pase por España más veces en el futuro.
En cuanto al milanés Michele Gamba estuvo a la altura de lo esperado dirigiendo a una fantástica orquesta de la Scala. Quizá alargaba algunos tiempos en demasía, pero en el conjunto han pasado desapercibidos, los cantantes han seguido bien el libreto y la acción no se ha resentido. Seguramente las posteriores representaciones subsanarán estas mínimas correcciones a hacer. En el otro reparto se notará menos, pero aquí hemos visto un equipo muy italiano, entre intérpretes y equipo técnico.
Es un notable alto. El único pero es querer hacerla demasiado espectacular, demasiado movimiento escénico que de hecho, y a modo de anécdota, presentó problemas técnicos entre el primer y segundo acto que hicieron que la pausa se alargara hasta los 45 minutos.
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