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Por Publicado el: 12/11/2024Categorías: En vivo

Crítica: El protagonismo es para Richard Wagner. Das Rheingold en la Scala de Milán

El protagonismo es para Richard Wagner

Das Rheingold, Wagner. Reparto: Michael Volle, Andrè Schuen, Siyabonga Maqungo, Norbert Ernst, Ólafur Sigurdarson, Wolfgang Ablinger-Sperrhacke, Jongmin Park, Ain Anger, Okka von der Damerau, Olga Bezsmertna, Christa Mayer, Andrea Carroll, Svetlina Stoyanova, Virginie Verrez. Orquesta del Teatro alla Scala de Milán. Dirección musical: Alexander Soddy. Dirección escénica: David McVicar. Teatro alla Scala, Milán, 7 de noviembre 2024.

El protagonismo es para Richard WagnerDas Rheingold, Wagner. Reparto: Michael Volle, Andrè Schuen, Siyabonga Maqungo, Norbert Ernst, Ólafur Sigurdarson, Wolfgang Ablinger-Sperrhacke, Jongmin Park, Ain Anger, Okka von der Damerau, Olga Bezsmertna, Christa Mayer, Andrea Carroll, Svetlina Stoyanova, Virginie Verrez. Orquesta del Teatro alla Scala de Milán. Dirección musical: Alexander Soddy. Dirección escénica: David McVicar. Teatro alla Scala, Milán, 7 de noviembre 2024.

Das rheingold en la Scala

El estreno de una nueva producción del Ring de Wagner supone uno de los mayores eventos para cualquier teatro de ópera que se precie: el esfuerzo económico y artístico que supone la puesta en escena de las cuatro óperas wagnerianas, constituye ya todo un reto.

El Teatro alla Scala es, evidentemente, italiano, y las óperas de Wagner pertenecen al repertorio alemán; pero creo que desde el punto de vista de la Tetralogía (el Ring), puede considerarse la envidia de cualquiera: sólo basta ver qué directores musicales la han dirigido allí: Toscanini, de Sabata, Furtwängler, Krauss, Karajan, Cluytens, Sawallisch, Muti, y el último en hacerlo, Barenboim: ¿algún otro teatro puede superar esta lista?

Para la nueva edición, se había contado con dos importantes pilares sobre los que construir la magna saga wagneriana: el primer pilar, el musical, lo constituía la dirección orquestal de Christian Thielemann. Se le habían dado todo tipo de facilidades, incluyendo un reparto vocal de su elección. Pero en un giro totalmente inesperado (al menos para los que no nos enteramos de qué pasa dentro de los teatros), el maestro alemán decidió cancelar a ultimísima hora no sólo las representaciones de la primera ópera Das Rheingold (El Oro del Rin), sino que también, por motivos un tanto obtusos y nada claros, todas las representaciones de las tres óperas restantes, así como de los ciclos completos ya en 2026.

El descalabro que supone una ruptura de contrato así es monumental, no sólo para el público, sino también, especialmente, para la dirección del teatro que debe ingeniárselas para conseguir un maestro nuevo para óperas tan exigentes en poquísimo tiempo, teniendo en cuenta que las agendas de los directores importantes está prácticamente cerradas a cinco años vista (ahora, hasta 2029). Thielemann, por tanto, había dejado hecha trizas la organización de prácticamente la temporada scalígera, ya que en ésta se incluyen también Die Walküre y Siegfried.

Gracias al prestigio de la propia Scala, así como de los muy buenos oficios de su Sovrintendente y Director Artístico, Dominique Meyer, se ha conseguido que el proyecto artístico, desde el punto de vista musical, esté asegurado por dos maestros, la veterana Simone Young, que se va a encargar de las primeras funciones de todos los títulos del Ring, y Alexander Soddy, que hace lo propio con las últimas funciones: así, un solo Anillo, pero dos maestros.

En el caso que nos toca, Das Rheingold, el famoso Prólogo del Ring, la función a la que asistí la dirigió Soddy.

A Alexander Soddy (Oxford,1982), ya le había escuchado en dos óperas anteriormente, y sus interpretaciones me habían dejado buen sabor de boca. Es un maestro no muy conocido tal vez (no sé si ni siquiera ha dirigido en España), pero que dirige en todas las temporadas de las óperas más prestigiosas, aunque generalmente reposiciones y segundas series. Este año, sin ir más lejos, dirige en Hamburgo, Covent Garden, Scala (Così fan tutte, programada antes de todo este lío), Staatsoper de Berlín, y el Met.

Desde luego, a tenor de las veces que le he visto dirigir, conoce muy bien las óperas de Wagner, y por eso, tal vez sabiendo que hiciera lo que hiciera se lo iban a agradecer, ha sabido aprovechar esta oportunidad: ayudado por la estupenda orquesta de La Scala, planteó una versión sobresaliente desde el punto de vista teatral (maravillosos clímax y exposición de leitmotiven) e instrumental (regulación de volúmenes, cuidando las voces y echando el resto cuando tocaba): emocionante.

Das Rheingold, además, se caracteriza por ser una obra “coral” de muchos personajes, donde ninguno es realmente más protagonista. No necesita las “supervoces” (heldentenors, sopranos wagnerianas, etc) requeridas en las otras óperas de la Tetralogía (para personajes como Siegfried o Brünnhilde), y por eso puede funcionar bien sin ellas: en esta función, no sobresalió nadie en particular, ni para bien ni para mal.

El protagonismo es para Richard WagnerDas Rheingold, Wagner. Reparto: Michael Volle, Andrè Schuen, Siyabonga Maqungo, Norbert Ernst, Ólafur Sigurdarson, Wolfgang Ablinger-Sperrhacke, Jongmin Park, Ain Anger, Okka von der Damerau, Olga Bezsmertna, Christa Mayer, Andrea Carroll, Svetlina Stoyanova, Virginie Verrez. Orquesta del Teatro alla Scala de Milán. Dirección musical: Alexander Soddy. Dirección escénica: David McVicar. Teatro alla Scala, Milán, 7 de noviembre 2024.

Das Rheingold en la Scala

El mejor, tal vez, fue el veterano Michael Volle que encarnó a un totalmente creíble Wotan, teatral (con presencia, autoritario e impaciente) y vocalmente intachable (aunque llegó un poco cansado al final). A destacar también la buena labor de Ólafur Sigurdarson (Alberich), y de la Fricka de Okka von der Damerau, así como la de los dos gigantes, encarnados por los sonoros bajos Jongmin Park y Ain Anger. Como siempre ayudó a las voces la fabulosa acústica de la sala diseñada por Giuseppe Piermarini.

El otro pilar sobre el que se sustenta este nuevo Anillo, es claro, la Regia de David McVicar. Sir David es uno de los poquísimos directores escénicos de ópera en la actualidad que siempre escenifica las óperas de acuerdo a las ideas del compositor o libretista, que en este caso es el mismo: Richard  Wagner. Evidentemente, siempre tiene sus propias ideas de cómo hacerlo, a veces acertadas o no, pero nunca va en contra de la obra.

Que este nuevo Anillo no se desarrolle en un desguace de coches, en un urinario público y que no tenga connotaciones políticas (Wotan, por ejemplo, es Wotan ¡y no Trump!), es a día de hoy, un milagro: teatro sin mensajes ocultos.

Aunque tampoco nadie se debe de equivocar y pensar que es una producción clásica y literal al estilo de la que hizo Otto Schenk para el Met hará ya casi cuarenta años: la estética es muy diferente.

McVicar en su concepto plantea un anillo realmente impactante desde el punto de vista visual: los fantasiosos trajes (de Emma Kingsbury), los más bien sobrios pero estéticos escenarios (realizados por él mismo con Hannah Postlethwaite), las proyecciones y así como la iluminación (tendente a lo oscuro, como le gustaba a Karajan en sus producciones) conjuran una visión fantástica, atemporal y onírica de la leyenda wagneriana: ¿no es más o menos lo que Wagner hubiera querido?

Sir David, además, introduce simbolismos que parecen sacados de su cosecha, entre ellos: para empezar, las máscaras ya que el Oro del Rin es una máscara dorada que lleva un bailarín o mimo (la cual Alberich le arranca) y los dioses llevan máscaras para vivir (cuando los gigantes se llevan a Freia los dioses quedan arrebatados de sus máscaras y empiezan a envejecer); el Nibelheim consiste en una enorme calavera dorada, o también, las tres manos gigantes que representan al río Rin (con bellísimas luces azules).

Finalmente, destacar otros efectos visuales muy potentes: las curiosas escaleras que llevan al Valhalla, la aparición de Erda, la mencionada calavera gigante, o la transformación de Alberich en un esqueleto de serpiente gigante suponen todos ellos verdaderos coups de théâtre.

Pero, en el fondo de todo, lo que hay que agradecer a todo el equipo artístico, musical y escénico, es que nos brinden la tan sublime y maravillosa Música (en mayúsculas) de Wagner y nos dejen disfrutar de la historia que nos cuenta, en una representación que aporta, que es más que la suma de sus partes, y que no va contra la obra sino que entra de lleno en ella.

Un comienzo del Ring muy satisfactorio desde todos los puntos de vista.

Jose Maria Garcia-Courel    

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