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Critica: Aldabonazo Bruckneriano en la OCNE
Por Publicado el: 16/01/2024Categorías: En vivo

Crítica: William Christie, el placer de las cosas bien hechas

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© Rafa Martín

William Christie, el placer de las cosas bien hechas

“The fairy queen” de Purcell. Paulina Francisco, soprano; Georgia Burashko, Rebecca Leggett y Juliette Mey, mezzosopranos; Ilia Aksionov, y Rodrigo Carreto, tenores; Hugo Herman-Wilson, barítono; Benjamin Schilperoort, bajo. Les Arts Florissants. Compañia Käfig. William Christie, dirección. Universo barroco del CNDM. Auditorio Nacional. Madrid, 14 de enero de 2024.

Hace casi cuarenta años que William Christie grabó “The Fairy Queen” de Purcell y ahora recorre nuestro país con un espectáculo admirable en todos los sentidos, aunque pueda haber quien opine que la semiescenificación presentada para la ópera oculta su música en beneficio de las acrobacias. Cierto es en parte, pero también lo es que se propone un espectáculo que entusiasma a la audiencia por su frescura y brillantez. Se pudo comprobar por los largos estallidos de vítores al final del concierto.

Christie, un músico con todas las de la ley, como lleva décadas demostrando, presentó a Les Arts Florissants con una formación de algo más de una veintena de atriles, ocho cantantes y seis bailarines. Tiene su enlace con un pasado inglés en el que alternaban la declamación, la danza y la música. Basada en “El sueño de una noche de verano” de Shakespeare, se escuchó, como en 1692, en un prólogo y cinco actos. Las escenas de la noche, el bosque, las hadas y elfos mezclados con los humanos, etc. no contienen un hilo teatral conductor y Christie así lo ha considerado al otorgar atmósferas diferentes a cada una de ellas, permaneciendo invariables, no ya las danzas, sino increíbles acrobacias y piruetas de la Compañia Käfig, integrada por jóvenes entregados, sonrientes y disfrutando de su propio trabajo. Christie, que lleva el espectáculo muy preparado, apenas tenía que dirigir a la orquesta y prefería darla la espalda para también disfrutar con la actuación de los cantantes y danzarines.

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© Rafa Martín

Sonó la orquesta con calidad y detalle. Admiramos la intervención del concertino, convertido en un actor más acompañando el lamento de la mezzo Juliette Mey “O let me ever, ever weep”. Se pudo disfrutar de la música de Purcell “a pesar del ballet”, hasta el punto de admirar como el preludio del acto quinto podía haber sido escrito en tiempos actuales y es que las composiciones de los genios superan sus propias épocas. El tenor lituano Ilja Aksionov bien puede convertirse en uno de esos artistas que debutan con el maestro Christie y luego alcanzan la fama. Otro tanto podría decirse de la joven soprano Paulina Francisco, pero los otros seis cantantes no les fueron a la zaga. Todos ellos conformaron un coro empastado, al que se sumaron algunos de los bailarines en el magnífico final.

Una velada de esas pocas por las que realmente merece la pena acudir a conciertos en época de rutinas, admirable por un trabajo en equipo muy bien hecho que rezuma frescura, jovialidad y placer para intérpretes y público. Gonzalo Alonso

Un comentario

  1. Federico Fernández Luna 16/01/2024 a las 10:06 - Responder

    Totalmente de acuerdo. El espectáculo del domingo fue puro disfrute.

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