Crítica: XXIII Certamen Pedro Bote. Contra viento y pandemia
VILLAFRANCA DE LOS BARROS, Casa de la Cultura. XXIII Certamen Pedro Bote.
Contra viento y pandemia
Obras de Schubert, Ravel, Rodolfo Halffter, Torres, Domínguez, Scarlatti, Podgaits, Lago, Turina, Rajmáninov y Glazunov. Alejandro von Büren (barítono) y Juan Fernando Díaz (piano). Maryia Arol (acordeón). Synthèse Quartet. 29 noviembre 2020.
Contra viento y pandemia, los promotores del Certamen Pedro Bote de la localidad extremeña de Villafranca de los Barros se propusieron mantener la vigésima tercera edición de un premio en cuyo palmarés figuran artistas como los violonchelistas Guillermo Pastrana y Mon-Pou Lee, la violinista Rolanda Ginkute, el contrabajista Joaquín Arrabal, el flautista Francisco López o los pianistas Enrique Bernaldo de Quirós, Raúl Canosa, José María Duque y Jonathan Floril. La actual edición ha salido felizmente a flote en estos tiempos difíciles gracias a la comprometida voluntad del Ayuntamiento –promotor del certamen- y a una solera casi tan excelente como los vinos que cosecha su tierra de barros y músicas. Esta final a toda costa se celebró el domingo en la Casa de la Cultura de este pueblo luminoso y cálido que exhibe con orgullo en sus accesos el título de “ciudad de la música”.
El primer premio ha sido ex aequo para el barítono venezolano Alejandro von Büren y la acordeonista bielorrusa Maryia Arol, que se hizo además con el premio “a la mejor interpretación de música española” por su virtuosa e intensa versión de Cadencias, de Jesús Torres. El segundo ha sido para el cuarteto de saxofones Synthèse Quartet, un conjunto admirablemente ensamblado que, entre otras obras, presentó su propia versión de las Danzas fantásticas de Joaquín Turina.
A pesar de que la pandemia y las consecuentes dificultades para viajar han limitado a once el número de participantes en esta vigésima tercera edición, la misma ha mantenido el alto nivel de las últimas convocatorias. Los tres finalistas han mostrado calidades artísticas y técnicas de muy alto y calibrado rango. El barítono Alejandro von Büren lució una voz cálida, de intensa y cuidada potencia, envuelta en un gobierno expresivo de bien forjados e intensos quilates. Su impecable dicción hizo brillar los luminosos versos albertianos de Marinero en tierra tan maravillosamente musicados por Rodolfo Halffter. Fue una versión de pleno calado expresivo y fuste vocal, que contó, además, con la complicidad involucrada del teclado de Juan Fernando Díaz. Si en la fase semifinal dejó constancia de su dramática categoría liederística con dos canciones de Des Knaben Wunderhorn (Urlicht. Das Irdische Leben) de Mahler, en la final von Büren alzó aún la temperatura emocional con el Schubert de La bella molinera (Der Müller und der Bach) y Erlkönig. No olviden el nombre: Alejandro von Büren, un artista que por vocalidad y categoría artística está llamado a protagonizar una carrera relevante en el complejo mundo de la lírica.
Salida de la impresionante escudería acordeonista de Iñaki Alberdi, la joven pero madura artista bielorrusa Maryia Arol se integra con el instrumento para formar una unidad expresiva de enorme calado musical. En sus manos, los registros, colores y efectos del instrumento lucieron con arrolladora intensidad y claridad tanto en esa obra maestra del repertorio que es Cadencias, compuesta por Jesús Torres precisamente para Alberdi, como en los Tres nocturnos de Francisco Domínguez.
Formado por jóvenes pero ya expertos virtuosos del saxo, el Synthèse Quartet es un conjunto bien rodado, que late, respira y vibra con asombrosa unidad. Además de su arreglo de las sinfónicas y también pianísticas tres Danzas fantásticas de Turina, recrearon con afinación, empaste y claro sentido expresivo obras de la serie Ciudades, de Guillermo Lago (en concreto Sarajevo Córdoba) o el Cuarteto opus 109 de Glazunov. Fue la guinda de una edición sobre cuyos méritos sobresale el de haber sido.
Justo Romero
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