Crítica: Y el público se lo pasó bomba con Carmina Burana
Y el público se lo pasó bomba
Ciclo Fundación Excelentia. Carmina Burana, de Carl Orff. Solistas: Tina Gorina (soprano), Amaro González de Mesa (contratenor), Manuel Más (barítono). Cor de la Universitat Politècnica de València (José Francisco Sánchez Iborra, director). Dirección: José Antonio Sainz Alfaro. Lugar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1790 personas (lleno). Fecha: Sábado, 19 enero 2019.
Los Carmina Burana, en la versión de Carl Orff, son siempre garantía de éxito. La efectista y efectiva colección de cantos profanos elaborada por el muniqués Carl Orff entre los años 1935 y 1936 a partir de viejos cánticos medievales volvieron a escucharse en el Palau de la Música, en esta ocasión en una particularísima interpretación liderada por el veterano pero siempre juvenil José Antonio Sainz Alfaro (1956), director desde 1987 del Orfeón Donostiarra y que sin batuta ni partitura se metió al público en el bolsillo con su heterodoxo y energético modo de dar vida a una obra que él conoce al dedillo y con la que lleva años conviviendo.
Promovido por la Fundación Excelentia dentro del ciclo de conciertos que mantiene activo en el Palau de la Música, y ante una Sala Iturbi repleta de público heterogéneo con ganas de disfrutar, Sainz Alfaro ofreció su particular versión de los Carmina Burana, que él entiende como lo que son: antiguos cantos de taberna teñidos de alcohol y sexo; de placer terrenal, vino, amor carnal y por la naturaleza. Es decir: exactamente lo contrario de lo que predicaban los monjes que conservaban el códice con los poemas de los siglos XII y XIII en los que se basa la obra de Orff, y que fueron localizados en 1803 en una abadía benedictina de Baviera.
Sainz Alfaro, cuya vitalidad y fuerte personalidad le impulsa a romper los códigos al uso de la dirección de orquesta, gesticula, se sale del cuadrilátero del podio, se da la vuelta hacía el público, incluso se acerca a los atriles o a los solistas para marcarles casi físicamente sus indicaciones y hasta se hace el borracho o menea con humor el trasero para dar relieve a lo que dice el texto o expresa la música. Logra así, con tanta heterodoxia y soltura, que el personal se lo pase en grande y se meta hasta el tuétano de una obra que canta precisamente la felicidad y los goces más terrenales y menos divinos.
Los mimbres que tenía ante sí no eran excelsos ni sobresalientes. Tampoco notables. Los solistas vocales –la soprano Tina Gorina, el contratenor ovetense Amaro González de Mesa y el barítono Manuel Más– se involucraron en el lúdico concepto general, especialmente González de Mesa en un beodísimo Olim Lacus Colueram cantado y actuado con más histrionismo que rango vocal. Tina Gorina –que en diciembre de 2009 interpretó en el Teatre Martín i Soler del Palau de Les Arts el dueto de El elixir de amor– y Manuel Más se implicaron en el concepto solazado de Sainz de Alfaro y contribuyeron al éxito popular del concierto. Cómo también el nutrido Cor de la Universitat Politècnica de València y la joven y vibrante orquesta llamada “Sinfónica de España”, cuya sección de percusión brilló con singular fulgor. Y el público se lo pasó bomba. Justo Romero
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