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Críticas en la prensa: "El público" en el Real
Las críticas al homenaje a Caballé en el Real
Por Publicado el: 21/01/2015Categorías: Diálogos de besugos

Críticas en la prensa a “Hansel y Gretel” en el Real

Una vez más, en Beckmesser.com, el resumen de las principales críticas a los estrenos del Teatro Real en la prensa escrita de difusión nacional. Opinión general de acierto en “Hänsel und Gretel”.

 

LA RAZÓN, 21/01/2015

INTELIGENTE Y ACTUAL

            Humperdinck: “Hänsel und Gretel”. Bo Skovhus, Diane Montague, Alice Coote, Sylvia Schwartz, José Manuel Zapata, Elena Copons, Ruth Rosique. Coro y Orquesta del Teatro. Pequeños Cantores de la ORCAM. Director musical: Paul Daniel. Director escénico: Laurent Pelly. Escenografía: Barbara de Limburg. Teatro Real, Madrid. 20-1-2015.

Esta ópera, la única realmente conocida de su autor, no se representaba en el Real desde la temporada 1912-1913. Estaba prevista una nueva producción de Joan Font de Comediants, pero problemas de presupuesto han hecho que se exhiba la de Glyndebourne firmada por Laurente Pelly, reciente triunfador en Madrid con “La hija del regimiento”. Obra teóricamente para niños, “Hansel y Gretel”, estrenada en Weimar en 1893, sobre libreto de Adelheid Wette, hermana del compositor, es en el fondo muy seria y recoge toda una tradición romántica alemana, la de la Märchenoper u ópera-cuento de hadas. La música es una pura delicia con su manejo de canciones populares e infantiles, integradas en un “continuum” de maravillosa transparencia, en el que de vez en cuando asoma la sombra de Wagner.

Pelly es siempre ocurrente pero respetuoso con partitura y texto. Sin perder de vista el sentido profundo de la obra, ha sido capaz de darle una vuelta de tuerca a la historia y traérnosla a día de hoy, a este mundo consumista en el que vivimos. Una gran hallazgo convertir la casita de mazapán de la bruja en la gigantesca instalación, abarrotada de alimentos basura, de un moderno supermercado. Una visión ya adelantada al final del segundo acto, en el momento en el que los dos niños se quedan dormidos en el terrorífico bosque, merced al empleo de varias pantallas de televisión que nos ofrecen imágenes muy realistas de rostros devorando todo tipo de chucherías y de grasientas hamburguesas.

Constituye otro hallazgo la vivienda familiar del primer acto, que es aquí una casa de grosero cartón. Los árboles desnudos componen el fondo tenebroso de la selva circundante. El equipo vocal funcionó. Notable alto para los dos arrapiezos. Hansel, fue la mezzosoprano Alice Coote, que derrochó facultades pese a estar entrada en kilos. La voz es desigual y poco tersa, pero matiza y dice. Muy fresca, afinada y dulce la de Sylvia Scwartz, ágil como una pluma, graciosa como una gacela. A Skovhus le queda todavía un centro lucido de barítono lírico, pero sus graves han desaparecido. Mayor pero cumplidora y eficaz la veterana Diane Montague. Fueron los padres.

Aplauso cerrado pare José Manuel Zapata, que, siguiendo con una costumbre establecida durante los últimos tiempos, encarnó a la bruja, papel que creara en 1893 una mezzo. Bien está cuando, como en este caso, la apuesta sale bien. Con voz lírica clara y bien puesta, el tenor granadino no forzó la emisión, actuó con gracejo y cantó con desparpajo. Estupendas tanto Elena Copons y Ruth Rosique en la breves partes de Duende del sueño y Duende del rocío. Muy bien los Pequeños Cantores y a buen nivel la orquesta. Todos atendieron las precisas órdenes de la batuta de Paul Daniel, eficiente y autoritario en lo rítmico, pero suave de maneras, Concertó adecuadamente, aunque no evitó ciertas rudezas tímbricas y algún que otro emborronamiento de planos. Echamos de menos un poco más de aliento poético.  Arturo Reverter

HanselGretel La Razon

ABC, 21/01/2015

Crítica de ópera

La instrucción del deleite

«HANSEL Y GRETEL» * * * * Int.: Skovhus. Montague, Coote, Schwartz, Zapata, Copons, Rosique, Coro y Orq. Titular del Teatro Real. Peq. Cantores Jorcam. Dir. escena: L. Pelly. Dir. musical: P Daniel. Lugar: Teatro Real. Fecha: 20-1-2015

Tanto se esforzó el Teatro Real tiempo atrás en explicar el carácter político del espectáculo escénico, los mecanismos de su poder revulsivo, que todavía hoy asoma cierta mala conciencia al contemplar el inmediato encanto de «Han­sel y Gretel». Por supuesto, los cuentos son pábulo para el análisis profundo, capaz de entresacar conciencias ator­mentadas, deseos sin consumar, ambi­ciones insatisfechas. Pero indagaren lo anímico es arriesgarse a perturbar la confianza en los significados más cla­ros y obvios. «Hansel y Gretel» los tie­ne. Y la producción que ayer estrenó el Real los materializa proponiendo un mensaje estupendamente entrañable.

Tras «La filie du régiment». Laurent Pelly recupera la producción de la ópe­ra de Humperdinck presentada en Glyn­debourne en 2008. Todo en ella da sen­tido a la obra. Desde la casa de cartón que ubica una paupérrima existencia, hasta el bosque pelado y sucio donde los niños pasan una noche de ensueño. Por encima de sus cabezas sobrevuelan entonces imágenes que al espectador le hacen salivar: dulces exquisitos, chocolates chorreantes, hamburguesas cru­jientes, bocas que mastican con delei­te. Hay algo de mágico ante la aparición del Duende del sueño, bien cantado por Elena Copons, y aunque 1áorquesta pudiera poner más cariño, la famosa ora­ción, la sutil gradación de luz, acaban por capturar la atención.

Pelly maneja una iconografía cerca­na, y al tiempo imaginativa y fantásti­ca. Convertir la casa de pan de jengibre en un supermercado es tan divertido como ver en José Manuel Zapata una bruja con tacones y carnes rollizas, una arpía con notables dotes de actor, el com­plemento a un reparto solvente, gestual­mente aplicado y vocalmente conve­niente. La breve aparición del Duende del rocío corrobora a Ruth Rosique, la presencia de Diane Montague y Bo Sko­vhus dibuja unos padres pulcros en lo vocal y en la presencia física.

Unos y otros sufren el exceso sonoro del foso. El maestro Paul Daniel da a la obra una sustancia consistente aunque mecánica y rutinaria Un mejor acabado orquestal, un sentido más poético, beneficiaría a los jóvenes de la Jorcam y a las dos protagonistas. Su trabajo in­cluye el esfuerzo de una acción que requiere esfuerzo físico y ambas representan dos mundos que congenian: el de la veterana Alice Coote, encarnando a Han­sel, y el de la muy preparada y recién lle­gada al papel de Gretel, Sylvia Schwartz. En el estreno de ayer, el éxito fue cauto. ¿Pudor ante lo infantil, prudencia fren­te a una obra desconocida en Madrid? Casos ha habido en los que se alertó so­bre la «elevada ciencia intelectual» de la producción. No será ante esta: próxi­ma hasta hacer sentir como un niño. ALBERTO GONZÁLEZ LAPUENTE

Hansel y Gretel ABC HANSEL GRETEL

EL MUNDO, 21/01/2015

WAGNER PARA NIÑOS

‘HANSEL Y GRETEL’

Autor: Humperdinck. / Director musi­cal: Paul Daniel. / Director de escena: Laurent Pelly. / Reparto: Atice Coote, Sylvia Schwartz, José Manuel Zapa-ta, Bo Skovhus. / Orquesta titular, Pe­queños cantores de la JORCAM. / Escenario: Teatro Real, 20 de enero. Calificación: * ***

Engelbert Humperdinck (1854-1921) fue un compositor muy apreciado en su tiempo, que asis­tió a Richard Wagner en las pri­meras representaciones de Parsi­fal en Bayreuth, y ésta, su prime­ra ópera, fue dirigida en su estreno por Richard Strauss. El estilo de Engelbert se desprende de las densidades orquestales wagnerianas para suavizarlas con un melodismo más inteligible, sin los abismos germánicos que pue­blan la mitología de su maestro. La versión operística del cuento presenta a una pareja de niños hambrientos, con una madre his­térica y un padre borracho, a lo largo de un primer acto donde la emoción no se contamina de sen­timentalismo. Luego en el bosque, la música adquiere un tono evoca­dor con la llegada de duendes y ángeles, hasta la irrupción de la bruja, menos terrible que la inven­tada por los hermanos Grimm.

La producción del Festival de Glyndebourne consigue la proe­za de armonizar equilibradamente los diversos ingredientes que componen una función de ópera. Laurent Pelly aúna el respeto por la obra con una vigoro­sa imaginación, donde la cabaña de la familia es un chamizo de indigentes, el bosque una reu­nión de árboles desmochados plagada de plásticos y la casita de chocolate de la bruja un su­permercado atiborrado de productos alimenticios poco sanos; una trasposición creíble, bien servida por la batuta de Paul Daniel, que entiende la delicadeza de una música que no necesita de subrayados, pues fluye con la difícil facilidad de una orquesta­ción inteligente.

El reparto se integra en un conjunto tan bien empastado que no cabe reprochar a las protagonistas un mayor contraste entre la mezzosoprano Alice Coote y la soprano Sylvia Schwartz, que, sin necesidad de apoyarse en voces de mayor cuerpo, trotan y conmueven co­mo dos niños verosímiles. La bruja irónica e inofensiva que compone José Manuel Zapata y el atrabiliario padre de Bo Sko­vhus dialogan con el resto de vo­ces femeninas, hasta que los ex­celentes Pequeños Cantores de la JORCAM emergen como los niños rescatados de la bruja an­tropófaga.

Un acierto del Teatro Real, apreciado con cierto despego por un público que no llenaba la sala y que abandonó en parte tras el descanso. Serán precisas sucesi­vas raciones de títulos infrecuen­tes para despertar del sopor. ÁLVARO DEL AMO

Hansel y Gretel El Mundo Alvaro

EL MUNDO, 21/01/2015

ÓPERA ZAPATA, EL MÁS APLAUDIDO

COMO LA PRIMERA VEZ

El Real rehabilita a Humperdinck con un audaz y despiadado montaje de `Hansel y Gretel’

Se percibía anoche en el Teatro Real un desafío encubierto entre grandes melómanos. ¿Has visto alguna vez esta ópera? Respondía negativa, pudorosamente el ex ministro Gallardón. Igual que hacía el diputado Astarloa. No porque hubiera cundido una laguna patrimonial entre los grandes operófilos del PP, sino porque Hansel y Gretel desapareció de la cartelera casi desde su estreno español (1901).

El regreso de Engelbert Hum­perdinck, he aquí, entre aliteracio­nes, el nombre del compositor, se produjo entre ovaciones, recono­ciéndose a Laurent Pelly los méri­tos de un montaje que transforma el cuento de los hermanos Grimm en una «alegoría» sobre el consu­mismo y la crisis. Hasta el extre­mo de que Podemos podría apa­drinarla como su ópera de reper­torio: la pobreza infantil, la violencia doméstica latente, el al­coholismo, la voracidad del capi­talismo y el deterioro mediom­biental metabolizan la ópera de Humperdinck en el reverso tragi­cómico del cuento de Navidad.

¿Has visto alguna vez esta ópe­ra? Las interrogaciones añadían anoche un valor coyuntural a la reivindicación del talento melódi­co, teatral y cromático de un com­positor cuyo principal mérito con­siste, probablemente, en haber sobrevivido a Wagner.

Humperdinck trabajó de asistente en las funciones de Parsifal de Bayreuth. Y admitió la hegemonía del compatriota con la devoción de un monaguillo, pero no incurrió en el complejo de inferioridad. Menos aún cuando Richard Strauss y Gus­tav Mahler, padrinos de la vanguar­dia, avalaron la fluidez y la frescu­ra de su lenguaje en los últimos es­tertores del naturalismo romántico.

La revancha de la historia demuestra que Hansel y Gretel es la ópera alemana más representada en nuestro tiempo. Por encima de las obras germanas de Mozart y de las partituras wagnerianas, en­tre otras razones porque su vincu­lación a la Navidad centroeuropea subraya las connotaciones «populistas» de la fábula. Laurent Pelly las amortigua desde una perspectiva premeditadamente «feísta». Tiene peligro la idea porque podría colisionar con la belle­za edulcorada o embriagadora de la música, pero la extrapolación funciona en escena y evoca el apocalipsis de «Springfield».

Me refiero a la ciudad de los Simpson, a las lecturas comple­mentarias que suscita la serie de televisión -dibujos infantiles, refle­xiones de adultos, sátira, incluso nihilismo-, incluso a una estética de bosques corrompidos por la ba­sura y de chimeneas industriales que predisponen la transformación de la casa de jengibre en un «sú­per» abastecido de comida basura.

Es el contexto extremo en que  el tenor José Manuel Zapata apa­rece como la estrella de la ópera. Y no sólo por su caracterización de bruja a semejanza de una mu­sa decrépita de John Waters, sino porque la solvencia vocal se aña­de a su abrumadora personalidad escénica, logrando la proeza de hacer reír a los inconmovibles es­pectadores de las noches de estre­no, simbolizando el sesgo tragicó­mico que aporta la brillante pro­ducción de Pelly.

Se explica así que fuera anoche Zapata el cantante más aplaudido del reparto, sin menoscabo de la buena nota de la plantilla y de la atención con que el maestro Paul Daniel concibió desde el foso un trabajo esmerado y sensible, pero también enérgico y opulento que reconcilió a los grandes melóma­nos con sus lagunas confesables de repertorio. RUBÉN AMÓN

Hansel Gretel El Mundo Ruben

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