“Curro, el de Lora”, Una zarzuela injustamente olvidada
“Curro, el de Lora”
Una zarzuela injustamente olvidada
“Curro, el de Lora” de F.Alonso. J.J.Frontal, E.Matos, R.Rosique, A.Puente, T.Bibiloni, E.Fernández, P.Valladares. Coro y Orquesta de la RTVE. J.de Udaeta. Teatro Monumental. Madrid, 8 de septiembre.
Hay que agradecer a Susana Lozano (K.L.Opera) la labor que está realizando de recuperación de partituras de nuestro acervo y de la que han salido frutos tan meritorios como el “Quijote” de Manuel García. “Curro, el de Lora” es una zarzuela grande estrenada en el Apolo en 1925 y de la que sólo se ofrecieron quince representaciones. Al maestro Alonso le quedó un sabor amargo, puesto que sería una de sus piezas más queridas y quizá la que más reflejase su intento de componer “algo grande”. No olvidemos que “Doña Francisquita” se había estrenado un par de años antes. No lo logró y la partitura muestra un exceso de pretensiones. Hay de todo en ella, incluyendo buena música aunque posiblemente ningún número de especial gancho popular. Incluye atractivos solos de violín y chelo, un preludio algo insípido, un bonito bolero, amplios coros incluido uno de niños… Vamos, que el maestro Alonso echó la casa por la ventana e incluso, siendo consciente de que sería inviable su ejecución en muchos lugares, buscó soluciones alternativas de mayor economía de medios. Hay dos protagonistas claros, barítono y soprano, aunque también una pareja cómica que les da la réplica al modo habitual en zazuelas y óperas cómicas. Las partes vocales de ambos son exigentes, sobre todo la de soprano.
Desde luego es seguro que el maestro Alonso no contó con una interpretación de la calidad de la ofrecida en el Monumental por solistas, orquesta y coros de RTVE y la Escolanía de Nuestra Señora del Recuerdo. El único gran pecado fue tal vez el exceso de sonoridad. Juan de Udaeta aportó vivacidad, pero se rindió a los fortes, además de cometer el pecado venial de danzar demasiado en el podio. José Julián Frontal lució lo mejor de su instrumento, el centro, en una parte que no abusa de los agudos, su parte más débil. Elisabete Matos no acertó en el vestuario, pero resolvió con soltura las inclemencias de una tesitura complicada, un poco a lo Santuzza, en la que existen muchos agudos en forte con toda la orquesta detrás. Cortita de caudal Ruth Rosique y con poco carácter Aurelio Puente. Digno Tomeu Bibiloni e incapaz de competir en volumen con los líricos la cantaora Esperanza Fernández. Paco Valladares recitó bien y con convicción los textos intercalados entre números en los que se relataba el argumento. Hora y media que el público siguió con sorpresa y premió calurosamente. Gonzalo Alonso
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