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Por Publicado el: 04/10/2008Categorías: En la prensa

Daniel Harding al Teatro Real.

Dado su interés se recoge el artículo publicado hoy en El Mundo. EL MUNDO 4-10-2008
Daniel Harding, el ‘golden boy’ por el que suspira el Teatro Real
El joven director de orquesta, protegido de Claudio Abbado, tiene una oferta firme para heredar la plaza de Jesús López Cobos. RUBEN AMON. Corresponsal

PARIS.- El patriarcado del Teatro Real ha encontrado sustituto a Jesús López Cobos. Nada menos que Daniel Harding, wonder boy del escalafón, 37 años más joven que el maestro zamorano y referencia estelar en las grandes orquestas del planeta a cuenta de su personalidad. El único problema es que Harding, nacido en Oxford (1975) y propietario de un domicilio postinero en la Rive Gauche de París, no ha otorgado todavía una respuesta afirmativa a la oferta en firme que le ha presentado el coliseo madrileño. De momento, están de acuerdo en los dineros. Incluso parecen haberse resuelto los engorrosos problemas de fechas.

Y es que Daniel Harding, ultra del Manchester y protegido de Abbado, es uno de los directores más requeridos de la temporada internacional. Compagina la titularidad de dos orquestas -la Mahler y la de la Radio Sueca-, trabaja como principal invitado en la Sinfónica de Londres y tiene una agenda de contratos bien surtida hasta 2013.

El Teatro Real lo necesita alistar para el ejercicio 2010-2011, que es cuando expira el contrato de Jesús López Cobos y cuando debería oficializarse el traspaso de poderes. Daniel Harding se avendría a aligerar sus compromisos internacionales en caso de aceptar la plaza madrileña, aunque el verdadero obstáculo que se interpone en su llegada al Real proviene de una cuestión bastante más esencial: la orquesta.

El prodigio británico no ha dirigido una sola vez en el teatro de la villa ni tampoco conoce a los maestros de la sinfónica. Dos escollos de compleja solución que se añaden a la interinidad de la propia agrupación orquestal.

El contrato de la sinfónica madrileña, como el del coro, expira en agosto de 2009, una vez cumplidos los primeros siete años de colaboración pactados. Miguel Muñiz, director general del Real, se había declarado partidario de prolongar el compromiso, aunque la eventualidad de un nuevo maestro, más aún tratándose de un alienígena, introduce al trámite de la renovación un suspense y un misterio que en absoluto estaban previstos.

Daniel Harding reflexiona y por momentos se acerca al no. Sería la primera vez en su carrera que aceptase la titularidad de un teatro de ópera. Un desafío profesional complejo, toda vez que el golden boy de Oxford no puede considerarse un especialista en el foso ni acredita un repertorio suficiente. De hecho, la mayor parte de su experiencia la ha cultivado de la mano de Stéphane Lissner, ex director del Festival de Aix y sobreintendente de La Scala. Es en ambos escenarios donde Harding ha intercalado los buenos resultados (Una vuelta de tuerca) con prestaciones más o menos decepcionantes (La flauta mágica, Idomeneo).

La llegada de Harding sería el revulsivo que prometía Gregorio Marañón, presidente del patronato del Real. Además, se podría intuir que Stéphane Lissner, padrino del maestro y director efímero en Madrid en otro tiempo, le acompañaría como director artístico del teatro. Era el binomio de recambio que buscaba la cúpula del coliseo, pero Lissner está ligado a la Scala -mínimo hasta 2013, máximo hasta 2015- y Harding no parece convencido de meterse en el foso material y político del templo madrileño.

Quizá sea porque todavía no se ha resuelto la crisis que ha traído consigo el descabezamiento prematuro de López Cobos (director musical) y Antonio Moral (director artístico). Ambos expresaron al teatro su voluntad de abtenerse de renovar sus respectivos más allá de 2010. No tanto porque les faltaran proyectos, solvencia ni ideas, como por el intrusismo político y ejecutivo que ha caracterizado la atmósfera del teatro a raíz de la llegada de Juan Carlos Marset (INAEM) y del propio Gregorio Marañón.

El enrarecimiento también concierne al patronato del Real. Muchos de sus miembros se reconocen marginados de los nuevos planes del Teatro y acusan a la comisión ejecutiva -formada por Marañón, Marset, el representante de la Comunidad y Miguel Muñiz- de haberse desenvuelto hermética y unilateralmente. Un problema de envergadura considerando que es el patronato donde reside la última palabra de las decisiones. Presuntamente.
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Como Beckham: mediático pero con sustancia
Daniel Harding (Oxford, 1975) acostumbra a llevar puesta la camiseta del Manchester. No sólo en los momentos de reposo laboral. También cuando dirige un ensayo delante de los maestros cincuentones de turno.

La lealtad al equipo británico es el enésimo paralelismo que el ‘enfant terrible’ de la música clásica comparte con David Beckham. Ambos tienen 33 años, frecuentan cuando pueden el estadio de Old Trafford, se reconocen en la fábula del niño prodigio, mantienen una estrecha amistad y representan un nuevo orden mediático.

De hecho, la crítica futbolística y la musical coinciden en reprocharles haber conquistado una reputación superior a sus méritos profesionales. No importa: Beckham ha entrado en el olimpo de Hollywood y Harding ha madurado en su escalafón -personalidad, carisma, autoridad- tomando distancia con sus mentores.

Uno de ellos, Claudio Abbado, le dio la oportunidad de ponerse al frente de la Filarmónica de Berlín con 21 años. El otro, Simon Rattle, fue el primero en advertir su talento y en cederle el podio de la Sinfónica de Birmingham.

Fue el preámbulo de una carrera ubicua, versátil y valiente. No tuvo miedo en afrontar ‘Don Giovanni’ con 23 años ni ha puesto obstáculos para emplearse en el repertorio que muchos colegas consideran envenenado: la ‘Jenufa’ de Janacek en la Opera de Gales, ‘Una vuelta de tuerca’ (Britten) en el Covent Garden de Londres, incluso el desafío de ‘Wozzeck’ (Berg) en el festival de Aix-en-Provence.

La agenda se ha complicado tanto que Harding apenas tiene tiempo de seguir la temporada del United. Daniel Harding lleva en el equipaje el número siete de los ‘reds’, como si fuera un talismán o un modo de romper el hielo ante los maestros. No debe ser fácil entablar relaciones con los profesores, pero Harding se sabe el método de Alex Ferguson: «Hablar, discutir, negociar y, aunque sea sutilmente, recordar quién manda».

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LA CRISIS DEL REAL
El abandono. Jesús López Cobos, director musical, decide a primeros de septiembre renunciar a la renovación de su contrato, que expiraba en 2010.

La desbandada. Dos semanas más tarde, hace lo mismo Antonio Moral, director artístico del coliseo. Reprocha a la dirección general la falta de confianza en el proyecto que había iniciado.

El vacío de poder. La ausencia de recambios lleva al teatro a una nueva crisis de su joven historia, que se añade al malestar del patronato, marginado de las grandes decisiones

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